La idea de automatizar (y optimizar) el trabajo manual fue muy popular en la Unión Soviética. Las primeras máquinas expendedoras (así como las hamburguesas y las conservas) fueron traídas de los Estados Unidos por el comisario de la industria alimentaria del pueblo, Anastás Mikoyán (el autor del legendario El libro de la comida sabrosa y saludable, pero la Segunda Guerra Mundial intervino y ninguna de esas novedades tuvo tiempo de hacerse popular.
La segunda ola de automatización en la venta al por menor y la restauración llegó en los años cincuenta, después del viaje del líder soviético Nikita Jruschov a los Estados Unidos: las máquinas expendedoras aparecieron en las calles, en las fábricas, en las estaciones de metro y en los aeropuertos del país. ¿Qué vendían?
1. Bebidas con gas
Las dispensadoras de soda se podían encontrar prácticamente en todas partes, desde parques hasta centros comunitarios. Vendían soda simple o soda con jarabe. El jarabe era generalmente de pera o naranja. La soda se vertía en un vaso común, que se entregaba con la máquina, de modo que una vez que el cliente tomaba su bebida, se esperaba que colocara el vaso boca abajo en la fuente de lavado junto al dispensador, para ser limpiada antes de su empleo por el siguiente cliente.
2. Periódicos
La máquina expendedora de periódicos más básica también apareció en la URSS después de la visita de Jruschov a los Estados Unidos. Era un dispositivo mecánico: cuando se introducía una moneda en la ranura, presionaba una palanca, que “liberaba” el periódico. Las máquinas expendedoras de periódicos estaban ubicadas en el metro, en las estaciones de tren y en los pasos subterráneos. Sus equivalentes más recientes se podían ver en las estaciones de metro de Moscú hasta hace un par de años, sin embargo, ahora han sido eliminados ya que la mayoría de los pasajeros, en estos días, prefieren leer los periódicos en Internet.
3. Perfume
Estos extraños dispositivos, que dispensaban perfume y colonia, se podían ver cerca de peluquerías y hoteles. Fue una gran idea, pero estas máquinas no duraron mucho: debido a un fallo de diseño, sus atomizadores se averiaban rápidamente y dejaban de funcionar. El último de ellos se pudo ver en la VDNJ (Exposición de Logros de la Economía Nacional) en Moscú en la década de 1980.
4. Bocadillos y bebidas
Los cafés de autoservicio con máquinas expendedoras no eran algo raro en las grandes ciudades soviéticas. Aparecieron por primera vez en la década de los años 30 del pasado siglo: la idea había sido importada de los EE UU por Mikoyán (mencionado anteriormente).
Uno de estos cafés estaba en Leningrado (ahora San Petersburgo). Disponía de 25 máquinas expendedoras de bocadillos (con queso, salchichas, caviar, jamón y pescado) y entrantes fríos (pescado, carne o verdura). También había máquinas expendedoras de bebidas calientes (té, café y cacao), cerveza y limonada.
El lugar era muy popular: la primera noche acudieron unos 3.000 clientes. Durante la guerra, el café estuvo cerrado. Se reabrió en 1946. En 1957, sus máquinas expendedoras fueron reemplazadas por otras nuevas, fabricadas en la República Democrática Alemana. El menú también fue renovado, sin embargo, no fue bien recibido por los clientes, que apodaron el lugar “café gastroenteritis”. A finales de la década de 1970, sólo había allí un puñado de máquinas expendedoras, que distribuían zumos, sándwiches y pasteles. El café duró hasta 1995. Hoy en día, hay un McDonald's en su lugar.
En Moscú, un café similar estuvo situado cerca de la calle Nóvaia Plóshchad. Había unos 40 platos y bebidas frías y calientes en el menú. Para conseguir un sándwich, un cliente tenía que comprar primero una ficha en la caja. Para los diferentes tipos de máquinas expendedoras, las fichas eran diferentes. Según la revista Comercio soviético, el café atendió diariamente a unas 10.000 personas. Funcionó de 1954 a 1961: con el tiempo, las máquinas expendedoras se estropearon y el lugar pasó a ser una cantina de las de toda la vida.
5. Comestibles y suministros para el hogar
En las décadas de 1960 y 1980, Moscú tenía una tienda llamada Progres en la que no había mostradores ni vendedores, sólo máquinas expendedoras supervisadas por un solo operador.
Vendían productos lácteos (leche, kéfir, leche condensada, mantequilla, tentempiés de cuajada), pan y alimentos enlatados. Si un cliente no tenía monedas, podía utilizar una máquina de cambio.
Además, las tiendas comunes a veces tenían máquinas expendedoras que vendían aceite vegetal, leche, así como fósforos, lápices y cuadernos.
En la década de 1970, las máquinas expendedoras pasaron de moda. En primer lugar, su mantenimiento era muy costoso: si un componente se averiaba, la máquina tardaba meses en ser reparada.
En segundo lugar, la Unión Soviética se vio afectada por una crisis económica y hubo escasez de muchas mercancías, por lo que las máquinas expendedoras estaban vacías la mayor parte del tiempo, al igual que las estanterías de las tiendas normales.
Pincha aquí para conocer las marcas capitalistas que encantaban a los soviéticos.