Cómo la inteligencia soviética salvó las vidas de Stalin, Roosevelt y Churchill

Historia
BORÍS YEGÓROV
Si hubieran sido asesinados en Teherán en 1943, la historia y el destino del mundo entero habrían seguido un curso muy diferente.

A mediados de 1943, la victoria en la guerra se inclinaba a favor de la coalición anti-Hitler. Los alemanes habían sufrido derrotas aplastantes en Stalingrado y Kursk, y los japoneses habían sido derrotados en las batallas de Midway y Guadalcanal. Las potencias del Eje sabían que estaban perdiendo fuelle.

Incapaces de revertir la grave situación, los nazis optaron por una estrategia diferente: decapitar a sus tres principales oponentes de un solo golpe. Se tomó la decisión de eliminar de un plumazo a los líderes de la URSS, el Reino Unido y Estados Unidos.

La inteligencia alemana en Irán

La idea fue concebida después de que los servicios de espionaje germanos descifraran un código naval estadounidense en septiembre de 1943, descubriendo la intención de Stalin, Roosevelt y Churchill de celebrar una conferencia en Teherán al mes siguiente (según otras fuentes, la filtración ocurrió en la Embajada británica en Turquía). Los alemanes no podían perder una oportunidad así.

La distancia considerable a Irán no era ningún problema, ya que el país era territorio conocido para ellos. En la década de 1930, Alemania había establecido una extensa red de agentes en el país. Las autoridades iraníes se llevaban bien con los nazis, que a su vez se sentían como en casa hasta el ataque alemán contra la URSS. Pero para agosto de 1941, las tropas soviéticas y británicas ya habían entrado en Irán, habían realizado un cambio de régimen incruento y se habían asegurado de que el país se uniera a la coalición anti-Hitler.

De la noche a la mañana, Teherán pasó de ser aliado de Berlín a enemigo, al menos oficialmente. Pero la red de espionaje alemana, aunque caída, no había sido erradicada. Habiendo pasado a la clandestinidad, volvió a operar en la víspera de la Conferencia de Teherán, cuando Hitler dio luz verde a la Operación Weitsprung (conocida en inglés como Long Jump).

Pisando el acelerador

La operación para eliminar a los tres líderes mundiales fue puesta en manos del SS-Obersturmbannführer Otto Skorzeny, el principal saboteador del Tercer Reich y libertador de Mussolini.

Según el plan, unidades de sabotaje alemanas que habían aterrizado en Irán se infiltrarían en Teherán, se mezclarían con la multitud y tenderían una emboscada. En aquellos días, los rostros europeos llamaban poco la atención en la capital iraní, ya que la ciudad estaba llena de refugiados de la Europa destrozada por el conflicto mundial.

“Europeos bien vestidos conducían limusinas elegantes o simplemente paseaban por las aceras. Eran refugiados ricos de una Europa devastada por la guerra que habían logrado trasladar su capital a Teherán a su debido tiempo y vivían cómodamente allí. Por supuesto, había agentes fascistas entre esta multitud”, recordaría Borís Tijomólov, el piloto que transportó a Stalin hasta Irán.

Los alemanes sabían que mientras que las misiones diplomáticas británica y soviética se encontraban una al lado de la otra, la Embajada estadounidense se encontraba en las afueras de la ciudad. Roosevelt, que se enfrentaba a la tarea de tener que viajar por las estrechas calles de Teherán varias veces al día, para llegar a las reuniones, se convirtió así en el principal objetivo de asesinato, o (si la suerte lo permitía) podría incluso ser capturado vivo.

El primer grupo de saboteadores (seis agentes, entre ellos dos operadores de radio) fue lanzado en paracaídas cerca de Qum, a 70 km de la capital iraní. Después de infiltrarse en Teherán, su tarea consistía en establecer comunicaciones por radio con Berlín y preparar el camino para grupos posteriores. En dos semanas, los saboteadores se dirigieron a una casa segura establecida por agentes locales.

Alguien se va de la lengua

Sin embargo, la inteligencia soviética no estaba ociosa. Pronto Stalin comenzó a recibir información, desde varios canales, sobre un posible atentado contra la vida de los líderes aliados.

La fuente principal era el agente Nikolái Kuznetsov. Hablaba alemán lo suficientemente bien como para hacerse pasar por un teniente de la Wehrmacht, Paul Siebert. De vuelta en la ciudad de Rivne, en Ucrania Occidental, se había hecho amigo del SS-Sturmbannführer Hans Ulrich von Ortel, al que, durante una noche de trasiego de alcohol, se le habían escapado los detalles de la inminente operación.

Stalin voló a Teherán ya bien informado de los planes alemanes. Para empezar, la seguridad se vio seriamente reforzada, y los agentes alemanes conocidos fueron expulsados de la ciudad. Roosevelt fue incluso invitado a quedarse en la Embajada soviética, junto a la sala de reuniones, por razones de seguridad. El presidente aceptó con gusto, en parte porque sus problemas de movilidad dificultaban los traslados.

No pasó mucho tiempo antes de que el SMERSH (el sistema de contrainteligencia soviética) descubriera el primer grupo de sabotaje, que fue neutralizado incluso antes de que comenzara la conferencia. Tan pronto como Berlín tuvo noticia de ello, la misión fue cancelada. La Operación Weitsprung había fracasado.

Un año después, Otto Skorzeny creó la Operación Zeppelin para asesinar a Stalin. Pincha aquí para leer sobre ella