Cómo un piloto ruso y Walt Disney se convirtieron en los padrinos del poder aéreo de Estados Unidos

Getty Images, Scherl/Global Look Press
Una extraña alianza entre un piloto ruso y el famoso rey de la animación estadounidense hizo que millones de norteamericanos se dieran cuenta de que el futuro pertenecía a la aviación militar.

Hoy todas las potencias militares del mundo coinciden en que la aviación militar es una fuerza crucial. Algunas guerras se ganan exclusivamente con ataques aéreos, sin el uso de un solo soldado de a pie. Sin embargo, en la primera mitad del siglo XX, no muchos de habrían entendido algo así.

A pesar de que la Primera Guerra Mundial había demostrado el alto potencial de la aviación, muchos países todavía la veían como una fuerza secundaria, destinada únicamente a proporcionar apoyo a las tropas terrestres y navales. Estados Unidos, donde ni siquiera era una rama separada, sino un brazo del Ejército, por así decirlo, compartía esas creencias.

Muchos partidarios de las fuerzas aéreas pidieron un cambio en esta situación y que se concediese más importancia a la aviación militar. El famoso animador estadounidense, Walt Disney, permitió que uno de ellos, el expiloto ruso, Alexander P. de Seversky, fuera escuchado por millones de personas.

Abogar por la aviación estratégica

Seversky conocía la aviación de primera mano. Ingeniero militar y piloto de combate, realizó 57 misiones aéreas en la Primera Guerra Mundial y fue considerado uno de los mejores pilotos de Rusia. Cuando la Revolución bolchevique lo obligó a mudarse a Estados Unidos, demostró ser un teórico de la aviación e inventor prominente. Entre sus inventos se encuentran el visor para bombas más preciso del mundo y el primer avión de combate moderno de Estados Unidos, el P-35.

Sin embargo, Alexander P. de Seversky alcanzó mucha más publicidad como defensor del poder aéreo. Su idea más importante era que el poder aéreo era un arma inherentemente estratégica. Los bombarderos de largo alcance sobrevolarían los ejércitos y fuerzas navales del enemigo y, al destruir la capital, el Gobierno, la industria y las zonas más vitales del contrario, lo golpearían en el mismísimo corazón.  

Alexander P. de Seversky cerca de su avión, el 23 de junio de 1933.

Estas ventajas de la aviación estratégica parecen obvias hoy en día, pero en la década de 1920-30 todos los líderes políticos y militares no estaban listos para financiar el desarrollo de los dudosos proyectos de aviación de largo alcance, prefiriendo la vieja táctica de usar bombarderos de primera línea.

Seversky criticó este enfoque, ya que, en su opinión, la aviación militar no debería malgastar su capacidad única en el apoyo táctico a las tropas desplegadas en el campo de batalla, sino concentrarse en misiones estratégicas. Si la potencia aérea hiciese bien su trabajo, la ocupación del territorio enemigo se convertiría en un concepto anticuado y dejaría de ser un objetivo de guerra.

Los bombarderos estratégicos, por sí solos, podrían poner al enemigo de rodillas: “Después de haberle quitado las armas de las manos y reducido al enemigo a la impotencia, podemos matarlo de hambre y, con la fuerza aérea, someterlo”, declaró.

El ataque de Seversky a la Marina

Especialmente dura fueron las críticas a la Marina realizadas por Alexander P. de Seversky. El poder naval, según él, era obsoleto y los barcos de superficie estaban condenados al fracaso ante el emergente dominio del aire. 

En sus artículos protestó ferozmente contra la creación de una flota grande y costosa: “Nuestra gran marina de dos océanos y miles de millones de dólares, ahora en construcción, debe estar terminada dentro de cinco o seis años, justo a tiempo para poder desguazar todos sus acorazados”.

Alexander P. de Seversky en el avión anfibio, construido por él, el 14 de junio de 1933.

La cantidad invertida en la construcción de un acorazado podría gastarse mejor en la fabricación de cientos de bombarderos de largo alcance. Cada bombardero podría teóricamente destruir o poner fuera de servicio las naves capitanas del enemigo. Tales bombarderos podrían simplemente ignorar las naves de un adversario, sobrevolándolas, para luego pulverizar la patria del enemigo y hacerlo rendirse.

Alexander P. de Seversky supuso que a medida que se ampliaba el alcance de los aviones, las áreas oceánicas abiertas a la actividad naval disminuirían hasta que desaparecieran por completo. “No hay operaciones terrestres ni marítimas posibles cuando el control del aire está en manos del adversario”, solía decir.

El hecho de que Estados Unidos tuviese en los mares media docena de portaaviones y sus cazas, para proteger las flotas navales de los aviones enemigos, fue recibido por Alexander P. de Seversky con el contraargumento de que los aviones de tierra eran muy superiores a los embarcados.

Una Fuerza aérea independiente

El hecho de que la Fuerza Aérea estuviera bajo el control del Ejército fue muy criticado por el piloto ruso. Mientras que los cuarteles generales de la Fuerza Aérea funcionaban como el brazo operativo o de combate, el Ejército de los Estados Unidos controlaba los cruciales elementos de apoyo o de su entrenamiento, finanzas y adquisiciones.

Seversky creía sinceramente que la Fuerza aérea no superaría su “pesadilla organizativa” y no podría desarrollarse adecuadamente hasta que se convirtiera en una rama separada, con un solo mando. Estaba seguro de que sus comandantes eran primero soldados de tierra y aviadores después.

Alexander P. de Seversky, 1935.

Tal situación llevó a la Fuerza Aérea de Estados Unidos en la década de 1930 a estar entre las últimas en la lista en términos de importancia y financiación. Sólo por puro milagro se salvó el proyecto de la fortaleza volante B-17, que pronto se hizo vital.

Alexánder Seversky creía que tener un mando independiente de la Fuerza Aérea, con un presupuesto separado, daría luz verde a proyectos tan importantes y prometedores como el bombardero Douglas XB-19. “Si permitimos,” dijo Alexander P. de Seversky, “que domine el caduco pensamiento terrestre del Ejército y la Marina, nos encontraremos fatalmente discapacitados, perdedores en la carrera por la supremacía aérea, la cual deberíamos ganar”.

Profeta

Muchos comandantes del Ejército y la Marina odiaban a Alexander P. de Seversky y lo llamaban loco, directamente. Sin embargo, los primeros hechos de la Segunda Guerra Mundial demostraron que muchas de sus ideas eran correctas. Las batallas de Noruega (1940), Dunkerque (1940), Gran Bretaña (1940) y Creta (1941) demostraron que la aviación militar desempeñaba por primera vez un papel crucial en los conflictos modernos.

Luego, el 7 de diciembre de 1941, la sociedad estadounidense tembló cuando la aviación japonesa hundió seis acorazados y dos destructores, dañando gravemente otros nueve buques de guerra (entre ellos tres cruceros y tres acorazados) durante un ataque aéreo contra la base naval estadounidense de Pearl Harbour. Esto demostró claramente la vulnerabilidad de los buques de guerra frente a un ataque desde el aire, bien coordinado y casi sin oposición.

Alexander P. de Seversky en un avión de reacción británico, de Havilland Vampire, en Inglaterra, 1944.

Otros artículos de Alexander P. de Seversky recibieron gran atención del público. Sus análisis de la guerra aérea, así como sus pronósticos respecto a desarrollos tácticos, estratégicos y técnicos, le hicieron ganarse una reputación de credibilidad.

Especialmente popular fue su Victory through Air Power, publicado en abril de 1942. Poco después Alexander P. de Seversky recibió una llamada inesperada de una persona que hizo que todo el mundo prestara atención al expiloto ruso.

Cooperación con Disney

Walt Disney llamó a Alexander P. de Seversky para decirle que estaba “abrumado por la lógica de su obra”. “Había leído mi libro y como trataba sobre el futuro, quería alentar los acontecimientos venideros que llevarían a la victoria (en la guerra)”, recordó.

Se firmó un contrato y se comenzó a trabajar en una versión animada de Victory through Air Power, en la que la animación, contando la historia de la aviación y demostrando la necesidad de su desarrollo, se alternó con segmentos de acción en vivo. En estas, el propio Seversky subrayó la importancia de que Estados Unidos controlase los cielos, ejerciese ofensivamente el poder aéreo y formase un mando único sobre las fuerzas aéreas militares de Estados Unidos.

“Trabajábamos -recordaría- en su estudio de Burbank, en mi apartamento del Hotel Beverly Hills, a veces en restaurantes, a veces conduciendo de ida y vuelta al estudio”. Disney incluso contrató a un profesor de elocución para mejorar la pronunciación de Alexander P. de Seversky y suavizar su fuerte acento ruso.

Vista por millones, la película se volvió viral. Churchill y Roosevelt la vieron dos veces y luego la proyectaron por tercera vez para los jefes del Estado mayor combinado. Roosevelt quedó impresionado por los comentarios de Seversky entusiasmado por las animaciones de Disney, que demostraron que los buques de guerra eran presa fácil para los aviones.

Walt Disney en San Francisco, el 24 de febrero de 1941.

Como escribió el biógrafo del piloto ruso, James K. Libbey, en su libro Alexander P. de Seversky and the Quest for Air Power, fue esta película la que convenció a los líderes aliados de que la fecha final de lo que se conoció como Operación Overlord (el famoso desembarco en Normandía) vendría determinada por la posible disponibilidad de suficiente fuerza aérea para proteger los barcos y su preciosa carga de soldados y materiales al cruzar el canal de la Mancha.

Como resultado, 8.000 aviones acabaron sirviendo como un escudo virtualmente impenetrable sobre las fuerzas de invasión en el norte de Francia. Más de 5.000 aviones más estaban listos para atacar en cualquier momento. Las fuerzas de la Luftwaffe fueron así completamente neutralizadas.

Superioridad aérea estadounidense

Alexander P. de Seversky no originó las ideas del poder aéreo global, su dominio sobre las fuerzas de la superficie, o los masivos ataques de represalia, pero, en gran medida, las explicó y las vendió al gran público.

El coronel Phillip S. Meilinger, en su libro The Paths of Heaven. The Evolution of Airpower Theory, afirmó que Alexánder P. Seversky fue una de las figuras más conocidas y populares de la aviación en EE UU durante la Segunda Guerra Mundial. Su pasión era el poder aéreo, y su misión era convencer al pueblo estadounidense de que había revolucionado la guerra, convirtiéndose en su factor primordial y decisivo.

Alexander P.  de Seversky en 1968.

Y no sólo en Estados Unidos. Después de la guerra, Alexander P. de Seversky, como asesor especial del Departamento de guerra, visitó Japón y habló con el emperador Hirohito. Este último le dijo que había visto la película y que quedó profundamente preocupado por sus predicciones sobre el destino de su país a manos de la potencia aérea de Estados Unidos.

Como Seversky había soñado, la aviación militar estadounidense se convirtió en una fuerza temible durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947, la USAF fue finalmente establecida como una rama separada de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Poco después se convirtió en la fuerza aérea más grande y poderosa del mundo.

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