“Un líder debe prestar atención a los asuntos internos y tener una gran influencia en su país”, dijo Fiódor Lukiánov, redactor jefe de la revista Global Affairs, mientras hablaba de Mijaíl Gorbachov. “Y si un líder, por muy popular que sea en el extranjero, no goza de suficiente apoyo en casa... bueno, el ejemplo de Gorbachov demuestra que esta es una posición débil”.
De hecho, la URSS de Mijaíl Gorbachov, que sufría de graves crisis económicas, no era un país estable y, a pesar de todos sus esfuerzos, se desmoronó, algo que no es precisamente un cumplido para un líder. Y esto lleva a muchos rusos a dudar del legado de Gorbachov: en 2016, el 58% creía que él “jugó un papel negativo en la historia de Rusia”.
Al mismo tiempo, mientras su política interna fue cuestionable, en el ámbito internacional Gorbachov hizo muchos cambios (algunos argumentarían que a mejor), dado que antes de él, la Guerra Fría estaba en su apogeo, con Moscú y Washington al borde de la guerra. Esto es lo que hizo.
Durante nueve años (de diciembre de 1979 a febrero de 1989), la URSS estuvo agobiada por la guerra afgana, con la que intentó garantizar la continuidad del poder del gobierno pro soviético del país. La guerra afgana se convirtió en “el Vietnam de la URSS”, como dijo Zbigniew Brzezinski, exasesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Jimmy Carter, y costó 15.000 vidas soviéticas.
Así que Gorbachov la concluyó: en febrero de 1989, el contingente militar soviético abandonó Afganistán para siempre. “Terminamos este sombrío capítulo”, recordó Gorbachov 30 años después. “Todos [en el gobierno] estaban de acuerdo: es imposible resolver el problema afgano por medios militares”.
¿Qué pasó después?: El Gobierno prosoviético cayó en poco tiempo, pero la guerra no había terminado, ya que los talibanes volvieron a tomar el poder, lo que llevó a que Estados Unidos invadiera Afganistán en 2001. 30 años después, Afganistán todavía no está en paz.
En octubre de 1989, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores soviético, Guennadi Guerásimov, comentando el nuevo enfoque de Mijaíl Gorbachov hacia los Estados socialistas de Europa del Este, dijo en broma: “Ahora tenemos la doctrina Frank Sinatra. Tiene una canción titulada My Way. Así que cada país decide por sí mismo qué camino tomar”.
Eso significaba que Moscú ya no estaba dispuesto (ni era capaz) de mantener a los gobiernos comunistas de países como Polonia, Hungría, Checoslovaquia, sin importar las consecuencias: a partir de ese momento, la Europa del Este era libre de elegir su propio camino.
¿Qué pasó después?: No está claro si era de esperar, pero los países del Pacto de Varsovia estaban tan hartos del socialismo que, a finales de 1989, los gobiernos comunistas cayeron en todas partes. En 1991, la organización militar del Bloque del Este, el Pacto de Varsovia, dejó de existir oficialmente.
“¡Sr. Gorbachov, derribe este muro!”. El presidente estadounidense, Ronald Reagan, instó así al líder soviético en 1987, durante un discurso en Berlín, ciudad que había sido cortada en dos por un muro que separaba Alemania Occidental y Oriental, desde 1961. Reagan sabía con quién hablar para acabar con esta situación: la URSS era el patrocinador político de Alemania Oriental y tenía un importante contingente militar desplegado en el país.
Y Gorbachov reaccionó a su llamado, no con palabras, sino con hechos. A finales de 1989, la existencia del muro no tenía sentido: cuando Hungría abrió sus fronteras con Austria (¡la doctrina Sinatra en acción!), se pudo viajar de Alemania Oriental a Occidente a través de Checoslovaquia, Hungría y Austria. El 9 de noviembre de 1989, las autoridades de Alemania Oriental abrieron la frontera y el muro fue derribado.
“No sólo no intentamos evitarlo utilizando el poder de los batallones soviéticos desplegados en la RDA, sino que hicimos todo lo posible para que este proceso se desarrollara pacíficamente”, señaló Gorbachov en 2019. “¿Cómo podíamos evitar que la RDA se uniese a la RFA si el pueblo de la RDA así lo quería?”.
¿Qué pasó después?: Alemania se reunificó completamente en 1990. La canciller Angela Merkel bautizó al día en que cayó el Muro de Berlín como “el momento de la alegría” para todos los alemanes.
Uno de los logros más importantes de Gorbachov fue frenar la carrera de armamentos nucleares (si no detenerla por completo). En 1987, él y Ronald Reagan firmaron el Tratado INF, que prohibía los misiles soviéticos y americanos con un alcance de entre 500 y 5.500 km (de corto y medio alcance). Por primera vez en la historia del mundo, dos superpotencias nucleares se obligaron a deshacerse de toda una clase de armamento, haciendo de Europa un continente mucho más seguro.
El otro tratado soviético-estadounidense crucial de la era Gorbachov fue el START-I (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), firmado en 1991, pocos meses antes de que la URSS se desintegrara. El tratado START-I limitó a las dos potencias a tener un máximo de 6.000 ojivas nucleares y no más de 1.600 portadores (misiles balísticos y bombarderos), lo que condujo a la mayor eliminación de armas nucleares de la historia.
“Tal apertura entre antiguos oponentes, en el campo más secreto, no tenía precedentes”, escribió Vladímir Dvorkin, exsocio de Gorbachov. “Incluso aliados tan cercanos como EE UU, Gran Bretaña y Francia nunca llegaron a tal acuerdo”.
¿Qué pasó después? EE UU abandonó el Tratado INF en 2019. En cuanto al START, la versión más reciente (firmada por Dmitri Medvédev y Barack Obama en 2010) permanecerá en vigor hasta el 2021.
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