Minsk (3 de julio de 1944)
Lanzada a finales de junio de 1944, la importante ofensiva soviética en Bielorrusia, conocida como Operación Bagratión, infligió a los alemanes la mayor derrota militar de su historia. Hasta medio millón de soldados enemigos murieron, y todo el Grupo Central del Ejército germano resultó destruido en el proceso. Para el 3 de julio, el Ejército Rojo había liberado completamente Minsk.
Vilna (13 de julio de 1944)
La capital de la Lituania soviética era un punto estratégicamente importante en el camino hacia Prusia Oriental. La ciudad fue rodeada por el Ejército Rojo el 9 de julio y, después de feroces combates callejeros, fue liberada el 13 de julio. Las unidades de partisanos lituanos, que atacaron la ciudad desde el sur, proporcionaron una ayuda importante en su avance a las tropas soviéticas.
Kaunas (1 de agosto de 1944)
Durante la ocupación, la segunda ciudad más grande de Lituania, Kaunas, fue convertida por los alemanes en una poderosa fortaleza. A pesar de ello, las tropas soviéticas tardaron sólo unos días en liberar la ciudad. A partir del 29 de julio, dos grandes ataques del Ejército Rojo redujeron a la mitad y aniquilaron la guarnición alemana. Entonces surgió otro problema: Kaunas estaba lleno de minas. Más de 5.500 de ellas fueron encontradas y retiradas de la ciudad y sus alrededores.
Chisináu (24 de agosto de 1944)
La liberación de Moldavia y su capital, Chisináu, es reconocida como una de las operaciones más exitosas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los llamados “diez golpes de Stalin”. Como resultado de la operación, el Grupo del Ejército Sur de Ucrania, que incluía tropas alemanas y rumanas, quedó completamente destruido, y la propia Rumania abandonó el Eje.
Bucarest (31 de agosto de 1944)
Las tropas soviéticas utilizaron eficazmente el caos y el desorden que campaba entre las tropas alemanas, a raíz de las derrotas militares en Moldavia y el golpe de Estado en Rumania, y rápidamente entraron en Bucarest sin ninguna resistencia, donde fueron recibidos calurosamente por sus habitantes.
Tallin (22 de septiembre de 1944)
En septiembre de 1944, el comando alemán se dio cuenta de que no podía mantener el territorio de Estonia y ordenó una evacuación masiva. Más de 60.000 soldados fueron retirados de Tallin, mientras que las principales fuerzas alemanas se dirigieron hacia Curlandia (oeste de Letonia). El 22 de septiembre, las tropas soviéticas entraron en la ciudad, casi desprotegida.
Riga (15 de octubre de 1944)
Al tomar Riga, las tropas soviéticas planearon cortar en dos a las fuerzas alemanas que se retiraban de Estonia. Sin embargo, la feroz resistencia de las tropas letonas de las SS en las afueras de la ciudad retrasó el asalto soviético durante casi dos semanas y permitió a los alemanes trasladarse con éxito a Curlandia. El Ejército Rojo finalmente liberó la ciudad el 15 de octubre.
Belgrado (20 de octubre de 1944)
Los partisanos yugoslavos de Josip Broz “Tito” y el Ejército Popular búlgaro prestaron una ayuda activa al Ejército Rojo en la liberación de Yugoslavia y Belgrado. Una serie de ataques rápidos y efectivos sacaron a los nazis del país, aniquilaron al Grupo del Ejército de Serbia y complicaron de manera importante la evacuación alemana de Grecia.
Varsovia (17 de enero de 1945)
La capital polaca fue liberada tras tres días de enfrentamientos. Un repentino y exitoso ataque de las tropas soviéticas les permitió cruzar el Vístula y hacerse un hueco en la ciudad. El 1er ejército polaco lideró el avance con el acompañamiento del himno nacional polaco. El ataque final fue realizado por el 2º ejército de tanques de la guardia soviética, que se abrió camino hacia la retaguardia enemiga y cortó todas las vías de retirada de la guarnición alemana.
Budapest (13 de febrero de 1945)
Los alemanes reunieron 13 divisiones de tanques para la defensa de la ciudad. Tal concentración de fuerzas acorazadas era algo excepcional incluso para el Frente Oriental. A pesar de que las tropas alemanas y húngaras fueron cercadas en Budapest el 29 de diciembre, se negaron a rendirse y continuaron luchando durante más de un mes y medio.
Bratislava (4 de abril de 1945)
La captura de Bratislava abrió una ruta directa hacia Praga para el Ejército Rojo. El comando alemán planeaba usar la ciudad como bastión a largo plazo. Las tropas soviéticas, sin embargo, evitaron un ataque directo y después de una profunda maniobra atacaron la ciudad desde el noroeste. Se necesitaron dos días para la liberación de la capital eslovaca.
Viena (13 de abril de 1945)
El Ejército Rojo comenzó su asalto a Viena desde el este y el sur, tratando simultáneamente de evitar la ciudad desde el oeste. Los soldados lucharon en todas las casas y edificios, que los alemanes habían convertido en posiciones fortificadas. Bajo el feroz fuego del enemigo, los ingenieros soviéticos desminaron el puente principal de la ciudad, el Reichsbrücke. Los alemanes resistieron frenéticamente, y la capital austriaca fue liberada sólo después de una semana de combates.
Berlín (2 de mayo de 1945)
En esta feroz batalla por el corazón del Tercer Reich, los alemanes, junto con soldados franceses, escandinavos y letones de las SS, defendieron de forma furibundamente desesperada cada metro cuadrado de la capital, luchando por cada calle, plaza y casa. Las tropas soviéticas, apoyadas por el Ejército Popular polaco, tardaron más de una semana en tomar la metrópolis. Los enfrentamientos por el Reichstag siguieron incluso después del suicidio de Hitler, el 30 de abril. Los últimos grandes focos de resistencia en Berlín fueron eliminados el 2 de mayo, pero enfrentamientos aislados ocurrieron incluso el 7 de mayo.
Praga (9 de mayo de 1945)
Incluso después de la caída de Berlín y de la capitulación del Tercer Reich, Praga siguió resistiendo. Las tropas alemanas supervivientes se concentraron allí con la esperanza de abrirse paso hacia el oeste y rendirse a los estadounidenses. El 5 de mayo, los residentes de Praga comenzaron un levantamiento, rápidamente apoyado por los colaboracionistas rusos de la 1ª división de infantería del Ejército de Liberación de Rusia, que al cambiar de bando querían garantizarse el perdón. Con la llegada de las tropas soviéticas, los colaboracionistas huyeron hacia el oeste, y el 9 de mayo la guarnición de la ciudad se rindió al Ejército Rojo.