Las costas australianas vieron por primera vez un barco ruso el 16 de junio de 1807, cuando el barco Nevá zarpó hacia Port Jackson, Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia. A partir de entonces, los barcos rusos fondearon en los puertos australianos para reabastecerse de alimentos y agua potable.
El navegante ruso Mijaíl Lázarev fue el primero en llevar a Australia en 1814 noticias sobre la derrota de Napoleón tras la guerra de 1812. Pero debido a una serie de historias sensacionalistas de algunos periodistas australianos, durante casi un siglo el continente austral temió constantemente una invasión rusa.
La paranoia se instala
El primer cuarto del siglo XIX fue una época en la que Rusia estuvo en estrecho contacto con sus colonias americanas. Los buques mercantes y los buques de guerra rusos a menudo anclaban cerca de las costas australianas para comprar provisiones y para que sus tripulaciones pudiesen descansar. Australia, en aquel momento, seguía siendo una colonia británica. Gran Bretaña y el Imperio ruso nunca se aliaron formalmente contra Napoleón; pero cuando tropas rusas entraron en París en 1814, las preocupaciones británicas sobre el poder naval y militar del Imperio aumentaron. Los buques de guerra rusos se estaban convirtiendo en huéspedes habituales en los puertos australianos, y las autoridades coloniales informaron de sus preocupaciones a Londres.
En 1841 el Gobierno de Nueva Gales del Sur construyó un fuerte en Pinchgut. Le siguieron las fortificaciones de Queenscliff, Portsea, Mud Islands en Port Phillip Bay, en Melbourne, y Hobart. Durante una visita de buena voluntad del buque insignia de la escuadra rusa del Pacífico, Bogatir, a Sídney y Melbourne, se permitió que unos 8.000 australianos subieran a bordo para disipar los temores de que las visitas rusas tuviesen algo más que simples intenciones pacíficas. Andréi Popov, comandante de la Flota rusa del Pacífico, el contralmirante, realizó visitas oficiales a los gobernadores de Nueva Gales del Sur y Victoria, quienes, a su vez, visitaron el buque ruso.
Mientras tanto, los periódicos australianos escribieron que la llegada del Bogatir a Melbourne había sido casi desapercibida, por lo que quedaba claro que la costa australiana estaba desprotegida. Los sentimientos antirrusos continuaron creciendo. En 1864, The London Times afirmó que las colonias estaban al borde de una invasión rusa, y los periódicos australianos comenzaron a difundir y exagerar noticias falsas.
Cuando en mayo de 1870 apareció la corbeta rusa Boyarin en la desembocadura del río Derwent, corrió el rumor de que era la avanzadilla de una flota invasora. Los oficiales de la marina rusa hicieron todo lo que pudieron para disipar tal tontería. El periódico The Mercury de Hobart informó el 30 de mayo de 1870: “La corbeta imperial rusa Boyarin celebró ayer por la tarde una jornada de puertas abiertas, para ser inspeccionada por el público en general, aprovechando unas 2.000 personas tan rara oportunidad de inspeccionar el interior de un buque de guerra extranjero. Los visitantes tuvieron libre acceso a todas las partes del barco, desde la cabina del capitán hasta el castillo de proa, y había hombres apostados en los cañones que mostraron los misterios de su construcción a los no iniciados... Es un gran placer poder afirmar que los oficiales y hombres de la Boyarin están muy satisfechos con la recepción que se les ha dado aquí...”. The Mercury también señaló que los oficiales eran galantes y hablaban tres idiomas, incluyendo inglés y francés.
¿Por qué atracó la Boyarin en Hobart? Fue porque Grigori Belavin, el sobrecargo del barco, enfermó y necesitó atención médica. Belavin murió posteriormente en tierra firme. Fue enterrado en Hobart, siendo el entierro pagado por la tripulación del barco, y la Boyarin partió después, con una banda australiana en tierra tocando el himno nacional ruso y una banda rusa a bordo tocando God Save The Queen. Así que, al final las personas se llevaban bastante bien, pero los periodistas continuaron con su matraca.
Imaginaciones febriles
Lo cierto es que las defensas australianas eran realmente débiles. En 1862, el barco ruso Svetlana entró en aguas de Port Phillip Bay (Melbourne) y disparó un saludo ceremonial con sus cañones, pero el fuerte no respondió. No tenía pólvora.
Gran Bretaña analizó la victoria de Rusia en la guerra ruso-turca de 1877-1878 como una amenaza para la India, por lo que se aconsejó a las colonias australianas que revisaran su capacidad de defensa. En 1879, Australia ya había construido sus dos primeros buques de guerra. Cuando en 1882 tres barcos rusos, comandados por el almirante Aslanbégov, fueron avistados cerca de Melbourne, los periódicos locales informaron que estaban allí para atacar a la marina mercante australiana. El almirante Aslanbégov amenazó con demandar al periódico local The Age. John Wodehouse, el secretario de Estado británico para las Colonias, tuvo que enviar un telegrama al Gobierno australiano para asegurarles que las relaciones entre Rusia y Gran Bretaña eran del todo pacíficas. Sin embargo, en 1885, otro fuerte, Fort Scratchley en Newcastle, Nueva Gales del Sur, fue construido.
En 1888, el gran duque Alejandro Mijáilovich, miembro de la familia real rusa, llegó a Australia. No está claro si fue intencionado o no, pero el gran duque llegó justo a tiempo para las celebraciones que conmemoraban el centenario de la colonia. Se dice que el barco que lo transportaba, el Rinda, ancló sólo para reabastecerse de carbón. El Rinda navegó primero a Newcastle y luego a Sídney. Aunque la visita no era formal, el gran duque fue invitado como invitado privado de Lord Carrington, gobernador de Nueva Gales del Sur, pero los medios de comunicación, una vez más, lo convirtieron en el centro de todas las miradas durante las celebraciones.
A pesar de esto, tanto rusos como australianos hicieron todo lo posible para impresionarse mutuamente y todos quedaron contentos. El Rinda permaneció en aguas australianas durante casi tres meses. Pero después de su partida, los periodistas continuaron pidiendo restricciones a la entrada de buques de guerra extranjeros en el puerto de Melbourne.
Enviar un crucero
En 1890 Rusia decidió que las relaciones con Australia eran lo suficientemente importantes como para nombrar y enviar un representante permanente y, en 1893, Alexéi Putiata fue enviado a Melbourne. Anteriormente, Putiata había servido como diplomático ruso en los Balcanes. Un noble búlgaro afirmó que Putiata tenía “una rara capacidad: podía seducir a la gente con la delicadeza de sus modales y su cortesía”. Así que Putiata hizo todo lo que pudo para calmar el sentimiento antirruso en Australia. Dio una larga entrevista a The Age, que había sido uno de los principales actores responsables en la difusión de rumores militaristas.
Finalmente, cuando el Parlamento australiano estaba a punto de inaugurarse en 1901, Gran Bretaña anunció que el duque y la duquesa de York (más tarde Jorge V y la reina María) visitarían Melbourne. El emperador ruso Nicolás II consideró necesario, por etiqueta diplomática, enviar un barco a Australia: “Es deseable enviar un crucero”, escribió Nicolás a su ministro de Relaciones Exteriores. Un crucero llamado Gromobói fue enviado a Australia. El 9 de mayo de 1901, el cónsul ruso Nikolái Passek fue uno de los invitados de honor en la inauguración del Parlamento australiano.
El duque de York visitó y estudió el Gromobói. El duque incluso le pidió permiso a su primo Nicolás II para que el crucero lo escoltara a Sídney, lo que el navío acabó haciendo.
Así, a finales del siglo XIX, Rusia y Australia alcanzaron finalmente la amistad al más alto nivel. Durante la Primera Guerra Mundial, como colonia británica, Australia se alió con Rusia. Lamentablemente, esta fue la última época de amistad antes de la guerra de espías que se abrió entre ambos Estados en el siglo XX, pero esa es otra historia.
Pincha aquí para leer sobre 5 exóticos lugares a los que les faltó poco para convertirse en colonias de Rusia.