¿Por qué fracasó el socialismo en la URSS?

Historia
GUEORGUI MANÁIEV
Hay una serie de razones indiscutibles que explican la decadencia y caída del Estado socialista.

La izquierda mundial tuvo la esperanza de llegar a la dominación global en la época en la que nació la URSS, pero en unas pocas décadas, quedó claro que los ideales socialistas de Lenin habían fracasado. ¿Cómo sucedió esto?

El comunismo a través del socialismo

“Es importante distinguir el socialismo del comunismo”, explica Elena Málisheva, decana de la División de Estudios de Archivos del Instituto de Historia y Archivos. “El socialismo era la forma de administración estatal de la URSS, mientras que el comunismo era la ideología dominante. El proyecto del Estado socialista fue inicialmente utópico y populista”.

Rudolf Pijoia, doctor en historia y antiguo archivero estatal, argumenta en su artículo Por qué se disolvió la Unión Soviética que la característica principal del Estado soviético era la unidad entre los órganos del Gobierno y el Partido Comunista. La Constitución soviética de 1977 definía al Partido como “el núcleo del sistema político”. ¿Qué significaba esto en la práctica?

Lenin argumentó que la URSS era una democracia directa, por lo que no había necesidad de un parlamento o de establecer la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Los miembros del Soviet Supremo de la Unión Soviética se encargarían de todo, lo que incluía a los electos en los soviets locales. Pero estas elecciones eran una farsa. El Partido Comunista de la Unión Soviética elegía a los funcionarios y el Comité Central era quien realmente gobernaba. Todos los militares, los funcionarios, la policía y los servicios secretos pertenecían al Partido. La seguridad del Estado estaba garantizada por un ejército de agentes de la KGB. En una entrevista reciente, el general Filipp Bobkov (1925 - 2019), exjefe adjunto de la KGB (1983-1991), estimó que en todas las regiones había entre 300 y 500 agentes encubiertos de la KGB, de los cuales entre 1.500 y 2.000 se encontraban en las principales regiones.

De modo que a los disidentes y a los rebeldes se les intimidaba con la cárcel y los campos de trabajo. En 1933, en el terrorífico sistema del GULAG había más de medio millón de personas internadas en campos; en 1936 había más de un millón de convictos, y la cifra llegó a los 2,5 millones a principios de la década de 1950. Las atrocidades del sistema eran obvias, especialmente para quienes venían del extranjero.

‘Un campo de concentración es mejor’, Lenin

“El proyecto soviético contenía elementos de lo que ahora llamamos un ‘Estado social': movilidad social, institutos de la sociedad civil, apoyo social, un servicio gratuito de salud, etc. Pero, debido a la naturaleza utópica del proyecto, no se podía implementar en su totalidad”, explica Elena Málisheva. “La ausencia de separación de poderes, la administración del pueblo... Todo esto exige altas responsabilidades sociales que no existían en la sociedad soviética”.

Lenin y sus camaradas podrían haber creído que los funcionarios del Partido y de la URSS serían justos y honestos y no se dedicarían a sobornar, robar o abusar de su estatus oficial. Desafortunadamente, la realidad era muy diferente. Incluso desde los albores del Estado soviético los bolcheviques utilizaron métodos inhumanos para quitar el grano a los campesinos que lo producían. Se encontraron con una fuerte resistencia civil, en ocasiones hubo rebeliones como la de Tambov de 1920-1921, donde murieron más de 50.000 campesinos y decenas de miles fueron asesinados por el Ejército Rojo.

Por otro lado, quienes no encajaban en el “nuevo mundo”, sobre todo la antigua burguesía y los terratenientes, también tenían que ser destruidos. “Es necesario el exterminio despiadado”, escribió Lenin. “En el caso de los extranjeros, no se apresuren a expulsarlos. Quizá sea mejor un campo de concentración”, argumentó. Era obvio que Lenin estaba tratando de construir un Estado de justicia social e igualdad a nivel idealista, pero los  métodos eran atroces. El psicólogo y pensador Jordan Peterson argumenta que es ingenuo idealizar a Lenin y decir que lo único que hacía era perseguir el bien de la clase obrera. Afirmó de manera acertada pero simplista: “Stalin era un hombre de confianza para Lenin y si es así, no eres una buena persona”.

Finalmente, con el objetivo de aplastar la resistencia de los campesinos, el Estado declaró la nacionalización de la propiedad privada y la colectivización de la tierra y los medios de producción agrícola. La tierra de los campesinos, el ganado y las herramientas agrícolas pasaron a mano de los koljoses, las granjas colectivas. A los campesinos prácticamente se les impidió tener dinero. Se les pagaba con productos naturales por el número de días trabajados. Si los historiadores hablan de la abolición de la servidumbre en 1861, esta renació entre 1932 y 1937, cuando se prohibió a los campesinos abandonar el koljos que les habían asignado.

La ruina económica

El sistema de agricultura colectiva provocó un fuerte descenso de la producción de cereales. Se tuvo que comprar grano en el extranjero. Rusia, que en su día había sido uno de los principales exportadores de cereales del mundo, se convirtió en uno de sus principales importadores. Rudolf Pijovia muestra una serie de estadísticas según las cuales, en 1973 la URSS importó el 13,2% del grano que utilizaba, y en 1981 la cifra había ascendido hasta el 41,4%.

En 1987 tan solo el 24% de la producción eran bienes de consumo. El Estado había impulsado su militarización sin precedentes a expensas de su propio pueblo.

¿Pero de dónde salían los ingresos? La producción de petróleo en Siberia aumentó diez veces (de 31 millones de toneladas a 312 millones de toneladas) entre 1970 y 1980, mientras que la producción de gas aumentó de 9.500 millones de metros cúbicos a 156.000 millones. El petróleo y el gas se estaba exportando a Occidente y eso se convirtió en la tabla de salvación para la decadente economía soviética.

“El aparato del Partido y el aparato estatal se habían fusionado en todos los niveles: ejecutivo, administrativo y comunicativo”, dice Málisheva. “En caso de crisis en alguno de ellos, el otro también entraría en decadencia. Por lo tanto, cuando la democracia comenzó a abrirse paso a finales de la década de 1980, el Partido no pudo mantener el poder. Aunque la ideología comunista en sí misma tenía la capacidad de sobrevivir, la fusión con el aparato estatal condenó al comunismo”.

La catástrofe de Chernóbil demostró que el poder ejecutivo estaba podrido hasta la médula. Después de que Mijaíl Gorbachov iniciara las reformas sociales y políticas, el equilibrio inestable entre el Partido y el Estado se desmoronó. Después de la introducción de elecciones reales, los pueblos de las repúblicas soviéticas mostraron una fuerte inclinación por su propia soberanía y quisieron aprovechar la oportunidad de tomar sus propias decisiones.

Mientras tanto, el viejo aparato del Partido renunció en gran medida: entre 1986 y 1989 el 90% de los funcionarios locales del Partido en todas las repúblicas dimitieron, y finalmente, la URSS se desmoronó. Incapaz de reformarse a sí misma y de cumplir con las demandas de la época, el sistema soviético resultó ser insostenible.

Cinco cosas que nunca le agradecimos a la Unión Soviética