Víktor Chernomyrdin fue primer ministro de Rusia entre 1993 y 1998, durante la presidencia de Borís Yeltsin. Se ganó una reputación por sus peculiares declaraciones y esta es una de las conocidas.
Chernomyrdin pronunció esta frase el 6 de agosto de 1993, en una conferencia de prensa para explicar la fracasada reforma que tenía como objetivo para la circulación de billetes de la era soviética, en un periodo en el que todavía eran válidos y circulaban junto con el nuevo efectivo emitido después de 1991. Se explicó a la gente que cambiara los billetes obsoletos por nuevos, pero había límites sobre la cantidad que se podía intercambiar. La fecha límite era el 31 de diciembre de 1993. Básicamente, la nueva situación fue una pesadilla para las personas que habían ahorrado dinero soviético, ya que no podían cambiar mucha cantidad antes de la fecha límite. Hubo gran cantidad de personas que vieron que sus ahorros desaparecían de la noche a la mañana.
Ya en agosto, cuando comenzó el proceso, quedó claro que habría muchos problemas y que la reforma estaba mal preparada y era inoportuna. Los únicos que estaban a salvo eran los que tenían sus ahorros guardados en cuentas bancarias estatales. Para a la mayoría le pasó lo “de siempre”, y perdió la mayor parte de su dinero. A eso se refería Chernomyrdin.
Pero, ¿por qué el Gobierno no trató de enderezar la reforma en ese momento? El nuevo Gobierno estaba construyendo un nuevo sistema monetario y no quería que la gente que tenía mucho dinero soviético escondido en casa lo cambiara por dinero nuevo, ya que habría provocado inflación y ahogado el mercado. Así que Chernomyrdin y sus colegas tuvieron que tomar estas medidas impopulares, salvando al Estado a expensas de la gente.
“Un acertijo, envuelto en un misterio” y otras famosas citas sobre Rusia