Casi todas las grandes potencias, a finales del siglo XIX y principios del XX, consideraban a los dirigibles militares como una nueva arma poderosa que podría tener un impacto decisivo en la guerra futura. Sin embargo, la opinión militar rusa sobre este asunto no era unánime. Algunos consideraban que el país debía dar preferencia al desarrollo de su propia flota aérea. Como resultado, en la víspera de la Primera Guerra Mundial, Rusia había creado la fuerza aérea más grande del mundo, equipada con 263 aviones, pero se quedó muy por detrás de otros países en la construcción de dirigibles.
Los líderes militares rusos comenzaron a tomar en serio la construcción de este tipo de aeronaves unos pocos años antes de que comenzara la Gran Guerra. El primer dirigible militar ruso, el Uchebni (de entrenamiento, en español) se construyó en 1908 con la intención de entrenar tripulaciones para que estuviesen capacitadas para pilotar futuros dirigibles y aviones.
La mayoría de las aeronaves rusas se compraron en el extranjero o se construyeron en países extranjeros a petición de Rusia. Entre otras cosas, la aeronave rusa Grif era originariamente la alemana Parseval-Luftschiff PL 7, y la Chaika (Gaviota, en español) o la Korshun (Alferraz, en español) eran en realidad aeronaves francesas tipo Zodiac IX. Cuatro dirigibles Chernomor fueron comprados al Reino Unido, para la flota del mar Negro donde fueron conocidos como Costeros.
En 1909, Rusia hizo su primer pedido para la construcción de una aeronave en el extranjero. El Lebed (Cisne), diseñado por ingenieros franceses, era de hecho una copia de su dirigible La République.
El primer dirigible Krechet (halcón Gerifalte) adoptado por el ejército ruso fue, sin embargo, construido en el territorio del país. Eso sí, según modelo del Patrie francés.
No todas las aeronaves fueron construidas para propósitos militares. El Kiev, de construcción privada, fue la primera aeronave rusa diseñada para el transporte civil. En 1911, realizó 150 vuelos y transportó a más de 200 pasajeros. El Kiev se estrelló y se quemó el 29 de agosto de 1912.
A veces las aeronaves rusas establecieron récords mundiales. El 20 de agosto de 1912, el Yastreb (Azor, en español) se elevó a una altura de 1800 metros, lo que supuso un récord absoluto para los dirigibles ligeros de la época.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Imperio Ruso tenía una gran flota de 14 dirigibles, pero la mayoría de ellas eran obsoletas y no podían igualar a las aeronaves alemanas Zeppelin y Schütte-Lanz.
A pesar de que algunas aeronaves estaban armadas con ametralladoras Maxim y Madsen, el comando ruso no se plantó usarlas para la guerra activa. La tarea principal de las aeronaves era llevar a cabo misiones de reconocimiento.
A pesar de estos, se llevaron a cabo intentos de utilizar dirigibles en operaciones de combate durante la guerra. Sin embargo, la única misión de combate exitosa fue la de la aeronave Astra, que bombardeó la estación de ferrocarril de Lyck (actual Elk) en el noreste de Polonia en 1915. En comparación, las aeronaves alemanas hicieron más de 230 bombardeos de flotas, tropas, aeródromos y ciudades enemigas durante todo el período de la guerra. El Astra logró sobrevivir a la Primera Guerra Mundial y a la Guerra Civil en Rusia y se unió a la Fuerza Aérea Soviética como Estrella Roja en 1920.
La aeronave más grande del Imperio Ruso fue construida en 1915. Sin embargo, el Gigant (Gigante, en español) de 150 metros se estrelló durante su primer vuelo de prueba. Otro proyecto similar, el Vozdushniy Kreiser (Crucero de Aire, en español), destinado a rivalizar con los principales dirigibles alemanes en términos de características técnicas y de combate, nunca vio la luz del día.
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