¿Qué tienen en común una escritora estadounidense, una profesora sueca, una directora de arte española y una psicoanalista alemana? Todas nacieron en Rusia, conocían la lengua y la cultura rusas, pero tuvieron que abandonar su tierra natal y ganaron fama mundial en el extranjero por diferentes razones.
1. Ayn Rand (Alisa Rosenbaum), escritora y filósofa
Alisa Rosenbaum, conocida más tarde como Ayn Rand, escritora y filósofa estadounidense del siglo XX, autora de La rebelión de Atlas, era en realidad... rusa. Nació en San Petersburgo en una familia judía y emigró de Rusia cuando tenía 20 años.
El padre de Alisa era el dueño de una farmacia, que fue nacionalizada después de la Revolución rusa, un hecho que obviamente marcó las posteriores opiniones filosóficas de la joven.
Alisa estudió en una escuela de cine en la URSS y más tarde solicitó hacer las prácticas en EE UU. Tenía allí una tía que emigró antes de la Revolución y aceptó alojar a la joven por unos meses. Para la sorpresa de todos, Alisa obtuvo el permiso para salir del país. La joven dejó a su familia y la madre patria para seguir su sueño. Quería hacer carrera en Hollywood, emigró y cambió su nombre por Ayn Rand, pero finalmente descubrió que la industria del cine no era su destino.
Ayn Rand se hizo mundialmente famosa después de que se publicaran sus novelas El manantial y La rebelión de Atlas. El himno apasionado a la libertad, la individualidad y el egoísmo razonable, representado en sus libros, se ha convertido en un reflejo de la filosofía del objetivismo de Rand, que más tarde influyó en el movimiento libertario de EE UU.
2. Sofia Kovalévskaia, la primera profesora de matemáticas del mundo
Sofia Kovalévskaia se convirtió en la primera mujer matemática en Rusia y la primera profesora de matemáticas en el mundo; además, era una escritora y novelista talentosa.
A finales del siglo XIX en Rusia las mujeres no tenían la oportunidad de ingresar en una institución educativa superior. Para continuar su educación en el extranjero, una mujer necesitaba permiso escrito de sus padres. Kovalévskaia quería estudiar matemáticas, pero su padre estaba en contra de este plan. La joven persuadió a un amigo de la familia, el biólogo Vladímir Kovalevski, para que contrajera matrimonio ficticio con ella, lo que le permitiría escapar de la influencia de su padre. El joven estuvo de acuerdo, y juntos pusieron el plan en mercha.
La pareja se fue a Heidelberg, Alemania, donde Sofia estudió en una universidad local. Después, Kovalévskaia continuó su educación matemática en Berlín.
Sofia Kovalévskaia defendió su tesis doctoral sobre la teoría de ecuaciones diferenciales, con honores.
Después del suicidio de su esposo, Kovalévskaia se mudó a Estocolmo, y gracias a su enorme esfuerzo finalmente consiguió una plaza en la universidad de la capital sueca. Se convirtió en profesora en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Estocolmo, donde dio conferencias en alemán y sueco.
3. Lou Andreas-Salomé, una de las primeras mujeres psicoanalistas
Lou Salomé fue escritora, filósofa y psicoanalista. Se hizo amiga y musa de Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud y Rainer Maria Rilke. Aparte de ser una talentosa escritora y científica, esta mujer tenía un fuerte encanto femenino que enamoraba a los hombres, al tiempo que ella influía en sus ideas filosóficas y creativas.
Salomé nació en San Petersburgo, en el seno de una familia de un aristócrata ruso de origen alemán. Después de la muerte de su padre se mudó a Suiza, para obtener una educación superior que en aquella época en Rusia estaba prohibida para las mujeres. En Europa, Salomé formó parte de los círculos intelectuales de élite, escribía novelas y poemas y demostraba sus valientes puntos de vista feministas a través de su propio estilo de vida.
En 1911 Salomé conoció a Sigmund Freud y dedicó 25 años de su vida al psicoanálisis. Escribió libros, el más conocido de los cuales esEl erotismo y más de 130 artículos; también ejerció la práctica psicoanalítica en Gotinga, Alemania.
4. Gala Dalí (Elena Diákonova), la musa y directora de arte de Salvador Dalí
Elena Diákonova nació en Kazán, en la familia de un administrativo, luego la familia se mudó a Moscú, y en 1912 viajó al sanatorio en Clavadel (Suiza) para recibir un tratamiento contra la tuberculosis. Allí Elena conoció al gran poeta francés Paul Eluard. Pronto se casaron y se mudaron a Francia. Unos años más tarde, el pintor de vanguardia alemán, Max Ernst se unió a la familia, comenzaron a vivir juntos. En aquel momento, Elena empezó a usar el seudónimo Gala.
En 1929, Elena, de 35 años, conoció a Salvador Dalí, que contaba 25 primaveras, y se enamoró del joven y talentoso pintor. Se convirtió en su esposa, la único modelo de sus pinturas, y su directora de arte y promotora.
Gala pagó incansablemente a los críticos de los periódicos, visitó galerías para promocionar a Dalí, reunió a un ejército de admiradores, habló constantemente sobre el genio de su amado esposo y obtuvo un gran resultado.
En la década de 1930, las pinturas de Dalí se agotaban en media hora después de la inauguración de una exposición. El propio artista comenzó a creer en su propio genio y continuamente repetía una cosa: “Amo a Gala más que a mi padre, más que a mi madre, más que a Picasso. ¡Y aun más que al dinero! ¡Gracias, Gala!”.