La estrella colombiana, Shakira, y la cantante siberiana del folclore ruso, Pelagéia, componen nuestra primera pareja. Ambas son mujeres increíblemente guapas y carismáticas, con talento y energía. Representan dos estilos musicales diferentes (por no decir opuestos), pero las dos son muy queridas en el país eslavo.
A diferencia de la cantante colombiana, que lleva el ritmo en la sangre, Pelagéia no domina tan bien el arte del baile, o al menos no lo muestra sobre el escenario. Aunque para ser justos, hay que reconocer que su estilo de canto no deja lugar a movimientos sensuales.
Ambas tenistas son conocidas y queridas en todo el mundo. Tal vez la belleza “eslava” de Sharápova (rubia con los ojos azules) sea un valor añadido para sus fans, aunque el físico no ayuda mucho cuando se trata de llegar a ser la número uno del mundo. Actualmente, la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza ocupa el 2º lugar en la tabla de clasificación mundial, mientras Sharápova prácticamente ha vuelto a empezar desde cero, tras ser sancionada por dopaje.
La actriz mexicana y la modelo rusa, morenas, guapas y sensuales, han conquistado a los espectadores de todo el mundo. Se podría decir que el físico de la modelo rusa Irina Shaуk es poco eslavo: de hecho, Irina parece más latina que rusa. Es medio tártara por línea paterna, de ahí, su color de piel y ojos. Sin embargo, este físico “poco eslavo” le da un atractivo especial y una sensualidad que se compara a menudo con la de la actriz mexicana, Salma Hayek.
Las modelos brasileña y rusa son de las más demandadas actualmente. Gisele es la segunda modelo mejor pagada del mundo; mientras que Natalia quedó en tercer lugar en la lista de Forbes del 2012, que calculó que había ganado 8.6 millones de dólares aquel año.
En cuanto a su belleza, las dos son conocidas como “las más bellas del mundo”. La única diferencia entre ambas quizás consista en que Gisele tiene dos hijos, mientras que Natalia ya es madre de cinco.
La mexicana Verónica Castro, protagonista de la telenovela Los ricos también lloran, llegó a conquistar el corazón de millones de televidentes soviéticos que quedaban paralizados ante la pantalla a finales de los 80 siguiendo las peripecias de la pobre joven Mariana. Probablemente este amor incondicional de millones de espectadores de la URSS solo lo había experimentado una persona más, la cantante Ala Pugachova, que se convirtió en una mega estrella en los años 80 gracias a sus canciones Iceberg y Un millón de rosas rojas.
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