Cuando las autoridades soviéticas rechazaron la solicitud de Lee Harvey Oswald para prolongar su visado de una semana, con el que había entrado a la URSS desde Finlandia a principios de octubre de 1959, se cortó las venas en el baño de un hotel. Oswald, exmarine de 19 años, no soportaba la idea de tener que volver a EE UU.
Días antes Oswald había llegado a Moscú dando un largo rodeo. El 20 de septiembre partió de Nueva Orleans rumbo a Le Havre, bajo el pretexto de ir a estudiar a Europa. Sin embargo, eso no llegó a ocurrir nunca. En realidad voló a Helsinki, en donde le dieron un visado para la URSS. Todo era parte de un plan de este joven marxista que quería vivir en un estado socialista.
Un invitado poco querido
Parece que para los soviéticos la llegada inesperada de Oswald fue incómoda. Tras la visita de Jrushchov a EE UU en septiembre de 1959 la idea de que llegara un desertor procedente estadounidense no era deseable para las autoridades. Aunque tras el intento de suicido pensaron que un estadounidense muerto en Moscú habría sido mucho peor y, con desgana, dejaron que Oswald se quedase.
Entonces anunció públicamente que renunciaba a su ciudadanía estadounidense (aunque no lo hiciera nunca de manera oficial), y expresó su deseo de estudiar en la Universidad Estatal de Moscú. Las autoridades soviéticas lo enviaron a Minsk (capital de Bielorrusia) a trabajar como operador una fábrica de producción de radios y televisiones. Según su diario, preguntó a los oficiales si Minsk estaba en Siberia y estos se rieron.
Un trabajador mediocre
Oswald, en tanto que extranjero, tuvo un tutor de ruso en la fábrica. Se llamaba Stanislav Shushkévich, que era una de las pocas personas que hablaba inglés en el departamento de Oswald. Curiosamente se convirtió en una figura pública, pero por razones que no tienen nada que ver con el estadounidense: Shushkévich fue el primer líder de la Bielorrusia independiente, entre 1991 y 1994).
En una entrevista Shushkévich recordaba que el acusado de matar a Kennedy era limpio y ordenado pero también un “mal operador de torno”. También llamó a Oswald “perezoso” y dudaba de que realmente hubiera disparado contra el presidente de EE UU.
Las dudas continúan
La periodista bielorrusa Larisa Saienko habló con otro compañero de trabajo de Oswald, Pável Golovachiov, que tampoco creía que fuera el autor del magnicidio. Según Golováchiov, Oswald era un mal tirador e incluso lo hizo mal en una competición que se organizó en la fábrica.
Es cierto que estas opiniones no tienen por qué ser del todo ciertas. Alexánder Luskashuk, otro periodista bielorruso que publicó un libro sobre la vida de Oswald en Minsk, está de acuerdo con el biógrafo Norman Mailer: fue Oswald quien mató a Kennedy y actuó solo. Aunque parece que las dudas sobre la participación de Oswald en el asesinato van a continuar.
Lujo y aburrimiento en Minsk
La vida que Oswald tuvo en Minsk fue casi aristocrática, si es que se puede hablar de esta clase en el país socialista. Su salario era de 700 rublos mensuales (unos 2.800 dólares en 1959) y le pagaban otros 700 rublos adicionales por el Comité de la Cruz Roja, lo que suma 1.400 rublos en total (unos 5.600 dólares). Un trabajador de la misma fábrica ganaba unos 70 rublos (280 dólares) al mes. “No tengo en donde gastarme el dinero”, solía quejarse en su diario el joven estadounidense. Problemas de alguien del primer mundo...
Con el tiempo Oswald acabó aburriéndose en Minsk. Se quejaba de que no había locales para salir por la noche o para jugar a los bolos, tampoco había nada para relajarse, excepto los bailes del sindicato. El estilo de vida soviético, la propaganda política y el escepticismo respecto al comunismo de sus amigos también le decepcionaron.
Nostálgico
El desertor quería volver a casa y eso es lo que hizo. Aunque en Minsk encontró el amor y se casó con Marina Prusakova. Poco después nació su hija y Oswald la convenció para ir todos a EE UU.
En verano de 1962 la familia de Oswald se mudó a Dallas. Marina había recibido la nacionalidad por ser la mujer de Lee Harvey. Poco menos de medio año después, el 22 de noviembre de 1963, John F. Kennedy, presidente de EE UU, moría tras varios disparos en Dallas. Oswald, el principal sospechoso, fue también asesinado dos días después. Todos los amigos soviéticos de Oswald se quedaron muy sorprendidos al oír las noticias.