Cuando los pensionistas entran en la consulta de un médico negro en la clínica de la ciudad de Vladikavkaz, abren los ojos con asombro. Pero él los escucha atentamente y les habla con un tono tan serio que inmediatamente comienzan a obedecer al exótico doctor.
David Ulrish Dalle, de 28 años, ha estado viviendo en Osetia del Norte durante solo cinco años, pero admite que siente que ya se ha convertido en un verdadero osetio.
¿Por qué Rusia?
En su natal Camerún, David se graduó de la escuela de medicina y trabajó como médico general en un hospital. Pero quería ir más allá, practicar neurocirugía en el extranjero. Estaba eligiendo entre el Reino Unido, Alemania, Francia y los Estados Unidos, pero en todos estos países tenía que pagar una gigantesca prima de seguro. Sin embargo, en Rusia, esto no era necesario.
“Mientras investigaba y elegía, un compatriota que ya había estudiado en Osetia me invitó a venir, prometiendo que me ayudaría con todo. Seguí su consejo y presenté los documentos necesarios".
La madre de David estaba en contra de su viaje. Ella solo conocía ese lejano país del norte por las noticias de televisión, donde mostraban una Rusia muy fría y con “muchos racistas”. Pero David la convenció de que, como su amigo vivía allí y no había muerto congelado, a él también le iría bien.
Primeras impresiones de Rusia
David llegó a Moscú en febrero de 2019. “Me preparé para el frío de la siguiente manera: me puse dos pares de pantalones y tres sudaderas, porque en Camerún no venden chaquetas de abrigo”.
El primer día en Rusia no fue muy exitoso. David ciertamente no lo olvidará en mucho tiempo. Pasó 11 horas en el aeropuerto: primero, le revisaron los documentos durante mucho tiempo, luego perdió su equipaje y le costó mucho encontrar dónde recogerlo. Y luego, el empleado del aeropuerto no hablaba inglés y terminó “gritándole” por alguna razón. Estuvo casi una hora buscando en el frío un coche que se suponía que lo recogería y hasta terminó con los dedos congelados: “Todavía reaccionan al frío”.
Pero, cuando David voló de Moscú a Vladikavkaz, se sintió mejor de inmediato. La ciudad es mucho más pequeña, todo es claro y las interacciones entre las personas resultan ser muy agradables. “Me sentí como en casa, todos me preguntaban: '¡Oh, hermano! ¿De dónde eres? ¿Cómo puedo ayudarte?’”.
‘Afro-osetio’
“Las culturas caucásica y africana tienen la misma base: respetamos a nuestros mayores. Solíamos ponernos de pie frente a nuestros mayores y quitarnos el sombrero. Los mayores tienen el lugar principal en la mesa, comienzan a hablar primero y comen primero.”
Cubrir las partes expuestas del cuerpo en lugares sagrados, no tocar a las chicas, muchas cosas eran familiares, comprensibles y cómodas para David.
Cada día, David se enfrenta la famosa hospitalidad caucásica. Hubo un período en el que trabajó como repartidor, llevando comida a la gente desde cafeterías y restaurantes de ‘shashlik’ (kebab). Cada vez que la gente lo veía, se sorprendía mucho y le preguntaba cuánto tiempo llevaba allí y cómo le iba. Algunos incluso lo invitaban a comer el ‘shashlik’ que había entregado con ellos. “¡Incluso me ofrecieron dinero, para que no tuviera que trabajar y pudiera quedarme con ellos por un tiempo!”
David también adoptó la costumbre de beber té con los rusos. “Siento que me he convertido en osetio no solo un poco, ¡sino casi por completo! Me enamoré de estas montañas, de estas personas, de sus tradiciones, ¡de los pasteles osetios con hojas! En resumen, ¡ahora soy un verdadero osetio!”
Aprendió ruso en el judo
Al principio, David resolvió su falta de habilidades lingüísticas simplemente traduciendo las palabras necesarias en su teléfono y, pronto, ya iba a las tiendas de comestibles y compraba todo sin ayuda. Y el amigo que invitó a David a Osetia le enseñó el resto, por ejemplo, cómo elegir el autobús y la ruta correctos.
Con el tiempo, comenzó a estudiar ruso, pero dice que realmente lo aprendió en las clases de judo con niños. ¡David mismo ha estado practicando artes marciales desde que tenía cinco años; tiene un cinturón negro en judo y, en su tierra natal, solía entrenar a niños. Mientras tanto, en Osetia también le ofrecieron trabajar con niños y confirmó sus certificados.
“Tienes que hablar con los niños de manera simple, pero correcta, para que te entiendan. A veces no lo conseguía. Y ellos me corregían, no eran tímidos, porque son niños. Luego, volvía a casa, me sentaba con mis libros y aprendía a hablar correctamente...”
Música, operaciones de rescate y cursos de primeros auxilios
En Osetia, David es ahora una estrella local. Canta y toca el piano, y actúa en conciertos estudiantiles, eventos corporativos y bodas.
“Una vez me invitaron a actuar como pianista en un orfanato en las montañas. A los niños les encantó el concierto, pero también quedaron asombrados por el color de mi piel. Nunca habían visto a un africano vivo y le preguntaron a sus tutores: ‘¿Cómo consiguió un bronceado tan fuerte?’”
En Rusia, David confirmó su título médico y comenzó a trabajar en su campo de especialización. Pero, además, también se convirtió en rescatista voluntario. Ahora participa en operaciones de búsqueda en la montaña, buscando y rescatando a personas desaparecidas.
Además, David se convirtió en el primer instructor de Osetia para la prestación de primeros auxilios. Aprendió en Camerún con el Comité Internacional de la Cruz Roja y, en Rusia, se recicló en ruso. Ahora, ya ha capacitado a 2.000 personas.
David actualmente trabaja como médico en la clínica de la ciudad, pero su sueño sigue siendo la neurocirugía.
“Tengo dos títulos médicos: camerunés y ruso. Me quedaré en Rusia, pero aún no sé dónde trabajaré: ¿Moscú, San Petersburgo, Kaliningrado, Vladivostok? ¿O tal vez en Osetia del Norte?”
La versión completa de la entrevista se publicó en ruso en la revista Nación.
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