Las islas del Comandante son el hogar de unos animales asombrosos: las nutrias marinas o Enhydra lutris. De hasta un metro y medio de largo, pasan casi toda su vida en las frías aguas del océano Pacífico: comen, utilizando su vientre como mesa, duermen e incluso dan a luz en ellas.
No les gusta la soledad, así que se acurrucan en grupos, porque así también es más seguro. Y, para no perderse, se agarran a las patas de los demás. Una madre puede incluso “atar” a su cachorro con la ayuda de algas.
Es una de las raras especies de criaturas de nuestro planeta que puede utilizar herramientas. Además de las algas, por ejemplo, utilizan piedras como martillo, con las que abren ostras para comer.
El “kalan” casi no tiene grasa subcutánea, sólo se calienta con su espeso pelaje: más de 40.000 pelos por centímetro cuadrado. En siglos pasados, su piel fue objeto de caza, lo que condujo a su exterminio casi total. Su captura no se prohibió hasta principios del siglo XX, pero, hoy en día, además de los cazadores furtivos, su número también se ve afectado por la situación medioambiental del océano.
Por cierto, antiguamente, al “kalan” se le llamaba “castor de Kamchatka”, lo cual es incorrecto. Son depredadores, pertenecientes a la familia de los mamíferos carnívoros (mustélidos), como las martas y las nutrias.
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