Por regla general, este felino vive en China y Asia Central. En Rusia, vive sobre todo en Daguestán y el Territorio de Stávropol, y elige territorios llanos, cañaverales y matorrales cerca de ríos y pantanos, evitando los espacios abiertos y las montañas. No teme a las serpientes y le gusta pescar. Caza emboscando a sus presas.
El gato selvático se diferencia de los gatos domésticos por su tamaño especialmente grande: puede llegar a pesar 12 kg. Pero su cola es corta y tiene mechones en las orejas, como el lince. De pequeño, el gato de la selva tiene rayas que desaparecen con la edad.
Sin embargo, las posibilidades de encontrarse con uno en libertad son prácticamente nulas: es muy tímido y evita a la gente. Además, sólo quedan unos 500 (¡menos que tigres de Amur!) y, por supuesto, están incluidos en el Libro Rojo de Rusia. Sufren a causa de los cazadores furtivos, que capturan gatitos y los venden a los amantes de lo exótico. Estos felinos nunca deben tenerse como mascotas, ya que son salvajes y necesitan libertad.
Fue encontrado y descrito por primera vez en 1776 por el naturalista Johann Anton Güldenstädt, quien, por encargo de la emperatriz Catalina la Grande, fue a estudiar el sur de Rusia. Por cierto, trabajó bajo la supervisión científica de Peter Pallas, que descubrió el gato de Pallas (manul) en Siberia.
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