Cómo la oveja de las nieves se convirtió en ‘ermitaña’ de la meseta de Putorana

Dmitri Bóldirev/Reserva de Putorana

La gigantesca cordillera situada más allá del círculo polar ártico es una de las más solitarias del mundo. ¡Y qué paisajes! Montañas con cimas planas, plagadas de cascadas y profundos cañones.

En estos lugares en los que el ser humano no puede poner el pie, el ovis canadensis de Putorana (una subespecie de la oveja de las nieves) ha encontrado su hogar. Sorprendentemente, sus parientes más cercanos viven a mil kilómetros de estos parajes, en el norte de Yakutia.

Según los científicos, llegaron aquí hace unos 12.000 años, cuando, debido al calentamiento del clima, crecieron los bosques en el norte de Siberia oriental, lo que privó de pastos a los muflones de las montañas. Al parecer, les encanta el paisaje rocoso de Putorana: en caso de peligro se esconden en las rocas.

Por su aspecto físico, los animales no difieren mucho de sus parientes: fornidos, con poderosos cuernos retorcidos y pelaje blanco en las patas traseras. En total, hay unos 1.500 ejemplares, que figuran en el Libro Rojo. Las manadas de 20 carneros se consideran grandes.

Por supuesto, es muy difícil contarlos en estos lugares, pero los científicos han prestado atención a las interesantes “tradiciones familiares” de los muflones de Putorana. Es muy difícil sobrevivir en las duras condiciones del Ártico. Habitualmente, una “familia” suele estar formada por una madre y sus hijos, pero aquí las abuelas cuidan de las crías. Transmiten su experiencia a las madres jóvenes.

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