Pollo
Las adivinaciones sobre el comportamiento de las gallinas eran las más populares: estas aves estaban en casi todos las casas. La más sencilla, en vísperas del año nuevo, se ponía delante de la gallina un cuenco con grano: si lo picoteaba todo - el año sería fructífero, si no lo tocaba cabía esperar problemas.
La adivinación sobre parejas era más complicada. Para ello, en una habitación con ventanas con cortinas, se dibujaba un círculo en el suelo con tiza, se colocaba en él un cuenco con agua, un cuenco con clavos, un cuenco con monedas o joyas y un espejo. Por turnos, las niñas iban al gallinero, elegían una gallina en la oscuridad, la llevaban a la habitación y la soltaban. Si la gallina iba al cuenco de agua, el novio sería un borracho, si era el cuenco con clavos, sería un trabajador; con joyas, un hombre rico. Si la gallina se interesaba por el espejo el cónyuge sería egocéntrico y presumido. Una gallina que empezaba a asustarse y a dar trompicones, presagiaba una vida dura con su cónyuge. Pero algunas chicas no conseguían sacar del todo a la gallina atrapada del gallinero: se escapaba. Esto significaba que no estaban destinadas a casarse al año siguiente. Y por último, si en lugar de una gallina una chica conseguía un gallo, su futuro marido se casaría con ella en segundas nupcias.
El gallo ocupaba un lugar especial en la adivinación: se consideraba un ave valiosa y afortunada, porque el grito matutino de un gallo "ahuyenta a los demonios". Por eso se sacrificaba al desafortunado gallo cuando se construían ovinos y molinos de agua. Y el más terrible presagio de desgracia era el "kuroklik", cuando las gallinas empezaban a no cacarear, sino a cantar y gritar como gallos.
Urracas
Las urracas, por su comportamiento ruidoso, se consideraban aves de la desgracia asociadas a la brujería. Un encuentro con una urraca solitaria presagiaba desgracia, una urraca sobrevolando el cielo o una urraca posada en la cumbrera de un tejado, la muerte de alguien de la familia. Por el contrario, encontrarse con dos o más urracas al mismo tiempo (lo que es muy raro), felicidad, riqueza y una ruidosa fiesta.
Gorrión
Entre el pueblo llano se creía que los gorriones traían los clavos con los que Jesús fue clavado en la cruz, por lo que estaban malditos y condenados a caminar dando saltitos. Un gorrión llamando a la ventana, volando dentro de la casa era de mal augurios, presagiaba pobreza, penurias y muerte.
Carbonero
El único pájaro cuya visita a la casa prometía vacaciones, buenas noticias o un festín. Los carboneros son amistosos y no temen comer comida humana, se les podía dar de comer, ya que se creía que uno llamando a la ventana era señal de la llegada inminente de parientes o amigos.
Cuervos
Como en muchas culturas europeas, en Rusia el cuervo se consideraba un ave del mal, un pájaro de hechiceros. Pero sobre todo temían a un cuervo gritando en pleno vuelo. Hubo conspiraciones especiales contra el cuervo, que en el siglo XIX mencionaba incluso el diccionario enciclopédico de Brockhaus y Ephron.
Paloma
Las palomas, al igual que los vencejos, eran consideradas "mensajeras", con cuya ayuda las almas de los muertos se comunican con este mundo. Pero si la visita de un vencejo es para anunciar malos cambios o la muerte, la visita de una paloma es sólo un "hola" o un recordatorio del otro mundo, sólo si la paloma no moría aplastada contra el marco de la puerta o la ventana. A menudo se dejaban granos o migas para las palomas sobre las lápidas frescas de las tumbas; se creía que, al mordisquear los manjares, las palomas ayudaban al alma del difunto a ir al cielo con más facilidad.
Recordemos también que la paloma es la única ave "aprobada" por la Iglesia Ortodoxa. Simboliza al Espíritu Santo, que se representa como una paloma blanca. Además, según la Biblia, fue una paloma la que llevó a Noé una rama de olivo al arca, que significaba la proximidad de la tierra tan esperada.
Cuco
Es imposible no mencionar a este pájaro, cuyo grito se asocia con la adivinación más antigua sobre el número de años vividos: cuando el cuco grita, hay que preguntarse cuántos años le quedan por vivir, y contar los gritos. Afortunadamente, los cucos, empezando a cantar, pueden hacerlo durante mucho tiempo.
Una creencia olvidada pero muy popular también estaba relacionada con el cuco: primero había que encontrar al cuco entre las ramas (por el sonido) y luego fijarse en qué rama estaba sentado. Esta ramita se consideraba un talismán mágico, se llevaba en el bolsillo como amuleto y para tener buena suerte en la caza.
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