"El perfume es fantasía y emoción en un frasco, algo de lo que carecemos en nuestra vida ordinaria", explica.
Ya ha diseñado toda una gama de perfumes llamada Aroma de Taimir, que se ha convertido en una especie de souvenir que te puedes llevar de la ciudad industrial de Norilsk.
El primero, Aurora Boreal, está lleno de notas frías y dulces. "Mi idea era transmitir los matices del verde helado".
Su otra fragancia, Tundra, recuerda a las bayas silvestres que se encuentran en este bioma en verano. Arándanos, moras árticas, arándanos rojos... Su fragancia da paso al aroma de la madera.
La fragancia más ligera debe su nombre al río siberiano Yeniséi. “Es fresca y clara como el agua”.
Por último, la más insólita de sus creaciones está dedicada a un paseo por las Piedras Rojas, nombre que recibe uno de los principales monumentos de Norilsk. El rojo se transmite por el aroma de los escaramujos y las grosellas rojas.
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