Palabras en español cuyo origen eslavo seguro que desconoces

Russia Beyond (Legion Media)
Todos ya conocemos las palabras como ‘vodka’, ‘zar’, ‘samovar’ y no dudamos de que provienen del ruso, pero hay casos no tan obvios. ¿Sabías que ‘asctracanada’ también tiene origen en el idioma eslavo? Hay muchos más ejemplos de las palabras rusas que ‘han emigrado’ al castellano de lo que te puedas imaginar.

Cuando pensamos en los préstamos existentes en la rica y extendida lengua española, rápidamente podemos nombrar arabismos como "almohada" u "ojalá", y helenismos como "música" o "filosofía". Tampoco escasean los galicismos, como "bulevar", "champán" o "claqué", ni los anglicismos como "fútbol". Incluso podemos encontrar préstamos de allende los mares, como son los aztequismos "chocolate" y "aguacate".

Sin embargo, ¿qué palabras de origen eslavo existen en el español? La mayoría de los eslavismos, sin duda, provienen del ruso. Así, es fácil pensar en términos como zar, cosaco, vodka, bolchevique, samovar, balalaica o incluso en el popular nombre propio Iván.

Mucho menos conocido es el origen eslavo de otros nombres propios que perfectamente podrían haber sido usados por nuestros antepasados, como, por ejemplo, Baldomero, Estanislao o Casimiro.

El ruso también da nombre a imponentes paisajes bioclimáticos como son la estepa, la taiga y la tundra, siendo la palabra rusa step de origen incierto, la palabra taiga (“terreno montañoso”) de origen yakuto, y la palabra tundra (“tierra sin árboles”) de origen saami. 

También encontramos términos de origen eslavo que describen prendas de vestir como la corbata (de “croata”), la casaca o la cherquesa (tipo de caftán que usaban los cosacos) y palabras que hacen referencia a tipos de pieles, como el astracán, o piel de cordero “karakul” recién nacido, muy fina y rizada, elaborada en la homónima ciudad tártara del sur de Rusia.

De Astracán también derivó la española astracanada, subgénero teatral cómico de principios del siglo XX, que también ha pasado a describir comportamientos exagerados y disparatados.

Una de las palabras cuyo origen eslavo es más sorprendente es la palabra robot, según la Real Academia Española, “máquina programable capaz de realizar trabajos antes reservados solo a las personas”. Robot es de origen checo, y apareció por primera vez en el año 1921 a raíz de la publicación de la obra “Los Robots Universales de Rossum”, del escritor Karel Čapek. Fue su hermano, Josef, quien le sugirió este nombre procedente del paleoeslavo orbiti, trabajar.

Encontramos, asimismo, monedas como son el rublo y el cópec, organismos gubernamentales como la Duma (del verbo ruso dúmat, pensar), transportes como la icónica troica (carruaje tirado por tres caballos) o la calesa (del checo kolesa, “carruaje” y a su vez del paloeslavo kolo, “rueda”) gentilicios como samoyedo o ruteno, danzas como la polca o la mazurca e incluso comunidades religiosas como los husitas (seguidores de las doctrinas de Juan de Hus).

En el ámbito animal, es de rigor nombrar a la beluga. El nombre de este adorable cetáceo que vive en el Ártico proviene del ruso bieluga, cuya raíz, bieliy, significa “blanco”.

Igualmente, debemos mencionar al extinto y magnífico elefante prehistórico mamut, del ruso siberiano mámont, “cuerno de tierra”.

Y, para terminar con uno de los eslavismos más antiguos presentes en lengua española, tenemos a la marta (pequeño mustélido) cibelina, del ruso sóbol, que habita a día de hoy entre los Urales, Siberia, Mongolia y la isla de Hokkaidō. La cibelina o cebellina era muy apreciada por su piel, muy fina y suave, de color castaño o negro. Miguel de Cervantes ya hace referencia de este animal en la segunda parte del Quijote, a través del personaje de Sancho Panza, refiriéndose a ella como “marta cebollina” en un ingenioso juego de palabras.

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