¿Por qué Tolstói pensaba que Rusia no necesitaba las libertades occidentales?

Estilo de vida
ALEXANDRA GUZEVA
La libertad de expresión, la religión y el amor son ajenos y perjudiciales para el hombre ruso, según Tolsói. ¿Pero qué necesita entonces un pueblo y un país?

Los pensadores rusos llevan siglos discutiendo si Rusia debe elegir la vía europea de desarrollo o, por el contrario, concentrarse en su singularidad, o incluso adoptar más de sus vecinos asiáticos (más información aquí). 

Lev Tolstói, con la originalidad que le caracterizaba, no entraba en ninguno de los dos campos. Su opinión sobre si Rusia necesita a Europa y sus valores es diferente.

Todos los Estados europeos son "supuestamente libres"

Tolstói fue muy crítico con la realidad rusa en la que vivió, quejándose de la "barbarie patriarcal, el robo y la anarquía" (escribió en una carta a su tía Alexandra) que reinaban en su patria. Al mismo tiempo, le fascinaban y tenía en alta estima a algunos pensadores europeos.

Cuando Tolstói tenía sólo 15 años, conoció las obras del pensador francés Jean-Jacques Rousseau y leyó los 12 volúmenes. El "Padre de la Democracia Europea" causó una gran impresión en el adolescente. Rousseau se opuso a la "condición natural" de la humanidad la sociedad civil y reconoció que la propiedad privada era una causa de la desigualdad de las personas, y además también abogó por la democracia. Todas estas ideas calaron profundamente en la mente del joven Tolstói y, de hecho, constituyeron la base de su visión del mundo para el resto de su vida. Cinco años antes de su muerte escribió: "Rousseau fue mi maestro desde hace 15 años. Hubo dos grandes y benéficas influencias en mi vida: la de Rousseau y la del Evangelio.

Sin embargo, aunque Tolstói hablaba tan bien del pensador europeo, evaluaba negativamente el estado de la Europa moderna y creía que el estado de las sociedades occidentales era aún peor que en Rusia, por lo que definitivamente no era adecuado tomarlas como ejemplo.

Tolstói debió tener algunas esperanzas e ilusiones sobre la realidad europea en su primera juventud. Sin embargo, un viaje a Europa en 1857 para estudiar los métodos de enseñanza y el sistema educativo europeos (Tolstói quería abrir escuelas para niños campesinos en su finca y en los alrededores) le decepcionó. No encontró nada nuevo ni útil en las escuelas europeas, además de escandalizarse por las costumbres europeas imperantes.

La ejecución pública en la guillotina, de la que fue testigo en París (durante este viaje, Tolstói también visitó Italia y Suiza), le impactó profundamente. Las ejecuciones similares en la Francia de la época eran un entretenimiento habitual y atraían a grandes multitudes de espectadores. Incluso para la "bárbara" Rusia, tal espectáculo público era absolutamente impensable (las ejecuciones públicas habían sido abolidas mucho antes de que el escritor naciera). A Tolstói le chocó que el asesinato de la persona se transformara en un espectáculo y al mismo tiempo que este asesinato haya sido automatizado y realizado por la máquina especialmente creada. Y sacó conclusiones de gran alcance sobre el espíritu de los estados europeos.

Al mismo tiempo, Tolstói se vio desagradablemente sorprendido por el "amor libre" que la sociedad europea percibía como norma. Escribe que de las 36 parejas que vivían en la pensión donde se alojaba, 19 no estaban casadas. Tal reacción del escritor no es causada por la mojigatería, el propio Tolstói admitió abiertamente su debilidad por las mujeres, toda su vida luchó con esta cualidad y consideró el "deseo carnal" como uno de los principales pecados humanos, que conduce a todos los demás. El escritor creía que esa "normalización" del pecado carnal por parte de la sociedad conducía a una corrupción deliberada del pueblo.

El error de Rusia

La impresión que Tolstói se llevó de Europa, de sus valores y libertades cuando era joven, no hizo más que fortalecerse y radicalizarse con el paso de los años. "Los pueblos de Europa y América se encuentran en la posición de un hombre que ya ha recorrido tanto el camino, que al principio parecía real, pero que cuanto más lo recorría, más se alejaba de su meta, que tiene miedo de admitir su error", escribió ya en 1905 en su artículo "El gran pecado".

Los rusos, según el pensamiento de Tolstói, con toda su maldad, a diferencia del hombre occidental, no se han desviado del camino planeado y podrían continuar el camino correcto... Sin embargo, le molestaba mucho, que en lugar de continuar este camino Rusia "en todo imita servilmente lo que se hace en Europa y América". Tolstói vio esto como un gran error.

El pueblo ruso es instado por sus dirigentes a ir "a la cola de los pueblos europeos y americanos, desvanecidos y confundidos, y a corromperse cuanto antes y renunciar a su vocación, para ser como los europeos", escribió.

Toda la historia de Europa, según Tolstói, es una historia de gobernantes insensatos y corruptos que "matan, arruinan y, sobre todo, corrompen a su propio pueblo". En el artículo "Uno para la demanda. Sobre el poder del Estado", Tolstói pone en el mismo plano al "corruptor Enrique VIII", al "villano Cromwell" y al "hipócrita Carlos I"... (A los zares rusos, sin embargo, Tolstói tampoco los idealiza).

El escritor se mostró molesto por el hecho de que se pida a Rusia que introduzca formas de vida política como las de Europa y América, "como para garantizar la libertad y el bien de todos los ciudadanos". En su opinión, Rusia no necesita pensar "en la libertad de prensa, en la tolerancia religiosa, en la libertad sindical, en los aranceles, en los castigos condicionados, en la separación de la Iglesia y el Estado", como hacen en Europa. Y lo más importante, según Tolstói, Rusia no necesita pasar de ser un país campesino a ser un país proletario, porque considera que esta última es la más moral y correcta para cualquier nación.

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