En un lugar remoto del norte de Rusia, cubierto de una capa de hielo permanente, donde el invierno llega ya a finales de septiembre, se encuentra uno de los institutos de investigación más sorprendentes del mundo: el Jardín Botánico Polar-Alpino. Cuenta con una enorme colección de plantas locales, así como de árboles y flores tropicales. ¿Cómo sobreviven estas plantas en el duro clima?
El jardín más antiguo del Ártico
Actualmente solo hay tres jardines botánicos en el mundo situados dentro del Círculo Polar Ártico. Los otros dos están en Noruega e Islandia, pero el ruso es el más antiguo. El Jardín Botánico-Instituto Polar-Alpino (abreviatura rusa: PABSI), situado a 7 km de la ciudad de Kirovsk, en la región de Múrmansk, se inauguró el 26 de agosto de 1931, según un proyecto ideado por el botánico Nikolái Avrorin. Pasó mucho tiempo en expediciones científicas, recogiendo especímenes de plantas en diferentes países (y en los años 60 también ayudó a crear un jardín botánico en Yakutsk, la mayor ciudad construida sobre el permafrost). En sus artículos describió el jardín botánico de las laderas del Jibini como el “puesto avanzado del norte de la botánica soviética”. Los principales intereses del científico eran la búsqueda de nuevas plantas septentrionales y la aclimatación de especies poco habituales en estas latitudes.
Nikolái Avrorin.
PABSIAl principio el proyecto parecía una auténtica fantasía, pero Avrorin consiguió salirse con la suya y recibió financiación para comprar plantas muy apreciadas en todo el mundo.
El trabajo de los botánicos continuó incluso durante la Gran Guerra Patria (1941-1945). Aquí se cultivaban plantas medicinales para los soldados del Ejército Rojo y los científicos también aprendieron a extraer glucosa de los líquenes e incluso crearon una pequeña planta de producción.
Un paseo por los montes Jibini
El jardín botánico está dispuesto de tal manera que el visitante puede deambular libremente por sus terrenos estudiando diversas latitudes geográficas. Paseando por el sendero ecológico, se puede ver la notable variedad de líquenes, musgos y flores del Ártico. Hay más de 300 especies. También se puede ver desplegada la forma en que la tundra se convierte en tundra forestal y luego en taiga: la vegetación de Jhibini se caracteriza por la zonalidad, es decir, la presencia de determinadas especies de plantas a altitudes específicas. Cuanto más alta es la zona, más extrañas y maravillosas son las plantas que nos resultan familiares: los troncos de los árboles doblados por el viento, los raros arbustos que se aferran desesperadamente al suelo pedregoso en un intento de sobrevivir.
Un abedul, retorcido por los vientos del norte. Esta foto fue tomada en la época soviética.
Minkevich/SputnikLa ruta comienza en las orillas del río Vudiavriok (en la lengua del pueblo sami el nombre significa “río del lago de la montaña”), y luego continúa a lo largo de un lago glaciar y de la ladera de una montaña hasta llegar a un mirador desde el que hay una vista increíble de la ciudad.
Las zonas de “Altái” y “Siberia”, cuentan con diversas especies de pinos traídos a Kirovsk desde otros lugares.
El arboreto del instituto donde se recogen variedades alpinas se encuentra a varios kilómetros del jardín botánico en la ciudad de Apatiti.
En verano, los terrenos del jardín botánico (alrededor de 1,6 ha) se cubren de flores de increíble belleza traídas de todo el mundo. El trabajo del personal del instituto consiste en “domesticar” las plantas para que crezcan en el Ártico. “Los habitantes de las ciudades de la región de Múrmansk rara vez se dan cuenta de que algunos de los árboles, arbustos y parterres con hermosas flores perennes que ven a su alrededor no son nativos de la región”, dicen los científicos. “Nuestros parques, plazas y avenidas son el resultado gráfico de muchos años de trabajo del PABSI para añadir verdor al paisaje urbano. Casi todas las especies que se plantaron aquí ya en la época soviética se trajeron al jardín botánico desde zonas más meridionales y se sometieron a muchos años de aclimatación”. Además, los botánicos de Kirovsk buscan constantemente nuevas especies de plantas, principalmente en latitudes septentrionales: Carelia, Siberia, los Urales y el Extremo Oriente.
Buscando los trópicos en el Ártico
Al visitar el jardín botánico es posible sumergirse en un entorno auténticamente tropical: las plantas exóticas crecen perfectamente en los invernaderos. Imagínese el esfuerzo que supone cultivar en el Ártico plantas acostumbradas a condiciones cálidas y soleadas. Necesitan una luz diurna prolongada y no una noche polar, un suelo fértil en lugar de permafrost y un determinado nivel de temperatura y humedad.
Muchas plantas de este invernadero se cultivan desde la época soviética.
Semión Maisterman, Anatoly Morkovkin/TASSEn la actualidad hay más de 700 ejemplares de plantas traídas de países cálidos, plantadas según las zonas climáticas: africana, americana, mediterránea y asiática. En Kirovsk crecen el agave mexicano, el lirio crinum africano, la palmera datilera y grandes helechos y cactus tropicales. Y el cafeto arábigo produce realmente granos de café.
Este cafeto se cultiva desde 1966.
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