Estos tres rusos han sido golpeados por un relámpago y viven para contarlo

Club de fútbol Znamia Trudá; Ruptly; Anguelina Stepánova
Cinco veces más caliente que el Sol, con una tensión eléctrica de más de un millón de voltios y una corriente de 10.000 a 500.000 amperios, eso es lo que impacta a un humano que es golpeado por un rayo. Sorprendentemente, algunas personas sobreviven. Y hay rusos entre ellos.

Alrededor de 3.000 relámpagos golpean la superficie de la Tierra cada minuto. Algunos de ellos golpean a las personas. Cada año cerca de 1.000 personas mueren por el impacto de un rayo. Los parámetros de los relámpagos varían mucho, pero el tiempo de descarga es muy pequeño, alrededor de una décima de segundo. Por eso a veces es posible sobrevivir a la caída de un rayo. Si durara, digamos, un segundo completo, no quedaría literalmente nada del cuerpo humano. Roy Sullivan (1912-1983), un guardabosques en el Parque Nacional Shenandoah en Virginia, (EE UU), sobrevivió a siete rayos en su vida. Esperamos, sin embargo, que ninguno de los siguientes tres rusos que también sobrevivieron a los relámpagos se electrocute de nuevo.

1. Iván Zaborovski, entrenando en un campo de fútbol

Iván Zaborovski juega de portero y tiene 16 años. Sobrevivió en la región de Moscú al impacto directo de un rayo que le alcanzó durante un entrenamiento de fútbol el 4 de julio de 2020.

“Honestamente, no recuerdo ese día en absoluto”, explica Iván. “Me desmayé y me desperté solo en el hospital. La gente me decía lo que había sucedido y quién me había salvado, incluso mostrándome el vídeo. Mis pulmones están ligeramente dañados, me falta la respiración, pero los médicos dicen que todo volverá a la normalidad. Mi tímpano está roto, estoy sordo de un oído. Los médicos me dijeron que hiciera una pausa en el entrenamiento durante dos semanas, que tomara la medicina y que volviera lentamente al fútbol. Siento mucha gratitud hacia mi entrenador, si no fuera por él, las consecuencias podrían haber sido mucho peores”.

Inmediatamente después del impacto, el entrenador de Iván, que lo entrena desde que Iván tenía nueve años, le hizo un masaje cardíaco indirecto y una reanimación boca a boca, mientras la ambulancia estaba en camino. Llevaron a Iván a la unidad de cuidados intensivos. Pronto los paramédicos revelaron que sus lesiones no eran críticas. Iván recuperó la conciencia en unos pocos días y ahora casi se ha recuperado. Después del incidente, su equipo de fútbol le dio un nuevo contrato y lo promovieron al equipo principal. Iván también dijo que su camiseta de entrenamiento se quemó, sus botas de fútbol se deshicieron y que el rayo le dejó considerables quemaduras en el cuerpo. Iván guarda sus botas quemadas como muestra de este increíble golpe de suerte.

2. Salaúd Ajmátov, pidiendo una cirugía en la oscuridad

Salaúd Ajmátov, de 46 años y residente en Nazrán (Ingushetia) salió a su balcón el 3 de junio de 2020, durante una tormenta. El rayo atravesó el cristal de la ventana del balcón, entró en su cuerpo por la axila izquierda y salió por la espalda, abriéndole el pecho y rompiéndole nueve costillas. 

“Observé la lluvia y la tormenta y vi varias descargas de rayos una tras otra”, dijo Salaúd un mes después del incidente. “De repente, sentí un fuerte golpe, me tiró hacia atrás [...] Vi sangre corriendo por todas partes, sentí algo colgando de mi espalda y vi pedazos de hueso en el suelo del balcón…”

Ajmátov fue hospitalizado inmediatamente. El cirujano Bashir Aúshev, que operó a Salaúd, dice que el paciente perdió tres litros de sangre, tuvo múltiples fracturas de huesos y lesiones en órganos internos.

Las quemaduras en la axila de Salaúd Ajmátov donde el rayo entró en su cuerpo...

En el hospital donde se llevaron a Ajmátov había habido un corte de electricidad, debido a la misma tormenta, por lo que el cirujano y su equipo tuvieron que realizar múltiples operaciones para salvarlo en la oscuridad, iluminando la habitación con sus teléfonos móviles.

Las operaciones duraron cinco horas, pero gracias a la habilidad de los médicos, Ajmátov se salvó. Su pulmón y diafragma fueron reconstruidos, su brazo dañado amputado y también se reconstruyeron sus huesos y músculos. Salaúd Ajmátov despertó después de tres días de inconsciencia. Los médicos planean instalar costillas de titanio en su cuerpo para compensar las nueve costillas que perdió en este espantoso incidente.

3. Anguelina Stepánova, con un niño en su regazo

“Me encantaban las tormentas eléctricas. Me encantaba nadar durante la tormenta: el agua estaba caliente como la leche y el ambiente lleno de magia. Me encantaba escuchar el rugido de los truenos y capturar los relámpagos en la cámara de mi teléfono, contando los segundos entre el relámpago y el golpe del trueno. Todo eso es ahora cosa del pasado”, dice Anguelina Stepánova, de 32 años. “Ahora, durante una tormenta eléctrica, me siento en el baño, sin mi teléfono ni ningún aparato eléctrico. Es mi fobia y aprendí a vivir con ella. Han pasado nueve años, pero mi memoria aún está fresca”.

En 2011, cuando Anguelina tenía 23 años, se divorció de su marido y se mudó a una aldea en la región de Buriatia con sus padres y dos hijos, Sai- de tres años-, y Altaana- de dos-. Sus padres la ayudaron a construir una nueva casa mientras vivían en un edificio parcialmente abandonado.

Un día Anguelina estaba sentada en el porche con su hija en su regazo, mirando su teléfono celular, mientras su madre dormía en la casa. “De repente, sentí una fuerte descarga eléctrica, me levanté rápidamente, dejando caer a mi hija al suelo, ¡y estuve temblando durante 15 segundos!”, recuerda Angelina, todavía impactada con el recuerdo.

“Todo ante mis ojos era blanco y no veía nada. Todos los cables de la casa se estaban agrietando, y sentí que mi pelo se erizaba, sentí la corriente que entró en mi cuerpo a través de mi mano derecha y la dejó a través de mi pierna. Todo sucedió muy rápido, pero el tiempo se detuvo y recuerdo todo lo que pasó. Cuando dejé de temblar, recuperé la vista, y el trueno golpeó justo encima de mi cabeza, ensordeciéndome. Agarré a mi hija y corrí hacia la lluvia”.

La madre de Anguelina la persuadió para que entrara. Más tarde se hizo evidente que el rayo había golpeado un medidor de electricidad en la pared frontal de la casa y que fue luego cuando contactó con el cuerpo de Anguelina. Afortunadamente, su hija solo fue parcialmente golpeada.

Después del incidente, Anguelina no fue hospitalizada, pero su corazón le dolía “insoportablemente”, dice. Los médicos detectaron una pequeña anomalía en su corazón y en el de su hija. “No se nos permite practicar deportes ni hacer ningún tipo de esfuerzo físico o ejercicio serio”, dice Anguelina con pesar. Aparte de eso, nada cambió mucho.

Medio año después, la vida de Anguelina ha cambiado completamente. Se mudó del pueblo a Yakutsk, consiguió un trabajo como maestra y ahora está felizmente casada.

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