Ekaterina Nabóichenko es piloto de la Russian Drift Series. Conduce su vehículo deportivo por la pista, mete el freno de mano y comienza a deslizarse. Podría parecer que esta pasión no es muy femenina, pero la atracción de Ekaterina por lo “masculino” ha estado presente desde la infancia.
“No me interesaban las muñecas. Me encantaban los coches. Si me ofrecieran muñecas por mi cumpleaños, les arrancaba la cabeza”, explica Nabóichenko.
Ekaterina descubrió el drifting a los 16 años. “Me encontré en un coche de drifting por casualidad y fui a dar una vuelta por la ciudad. Estaba emocionada. Empecé a ir practicar drifting yo misma a los 21 años”. Entonces tuvo su primer Nissan Skyline.
No todo el mundo apreciaba el nuevo hobby de Ekaterina. “Mis amigos y colegas trataron de disuadirme, y se llevaban el índice a la sien. No entendían por qué necesitaba esto, porque ‘soy una chica’. Lo oigo decir todo el rato, pero qué puedo hacer. Para hacer realidad mis sueños, tengo que dejar de prestar atención a las opiniones de los demás”, dice Nabóichenko.
Ekaterina aterrizó en las competiciones de la Russian Drift Series por una carambola de circunstancias. Un amigo tuvo un accidente con su coche y en lugar de deshacerse de él, Katia decidió adaptarlo al drfiting. Una semana antes de la competición, descubrió que el coche estaba listo.
“Estaba muy preocupada y mi abuela me preguntó qué estaba pasando. Cuando le expliqué mi angustia, me miró y me dijo: ‘Sabes, Katia, nunca pensé que fueras una cobarde’. Después de eso, no tuve más remedio que participar en la competición”.
Su primera carrera fue un fracaso. No sumó ningún punto en los tres intentos de clasificación para la etapa de carrera. “No pude hacer nada. Quería huir para que nadie pudiera verme”, recuerda Nabóichenko.
Pero no tiró la toalla. “Aún así llegué a la segunda etapa. Muchos me escribieron y me preguntaron por qué quería volver a humillarme. En la segunda etapa, obtuve algunos puntos y logré clasificarme. En el siguiente paso tuve éxito”, dice.
Ahora Ekaterina se dedica seriamente al drifting y invierte todos sus ahorros en su hobby. “Es un deporte muy caro. Si se incluyen todas las inversiones, el coste de la gasolina, los neumáticos, el transporte del coche a la pista, los gastos del garaje, etc., una sola competición puede costar unos 500.000 rublos (unos 8.000 dólares)”, explica Ekaterina.
Tiene que sacrificar algunas cosas importantes por el drifting. “Mi exnovio dijo una vez que si hacía drfiting nunca sería feliz en mi vida personal. Por un lado, tengo fans que piensan que es genial que una chica se dedique al drifting. Por otro lado, es una chica que está constantemente en un garaje, manchada de aceite y que pasa mucho tiempo rodeada de un gran número de hombres. Cuando la gente entiende esto, huye”.
Ekaterina dice que se enfrenta a la presión de muchas personas que quieren que deje de hacer drifting. “Me han dicho que esto no es un asunto de mujeres, que es hora de formar una familia y tener hijos. Por eso, a veces tengo dudas y me pregunto si tomé la decisión correcta. Estoy empezando a analizar todo y entiendo que si abandono mi actividad favorita, será muy difícil para mí”.
Ekaterina nunca abandona el drifting. “Cuando no conduzco durante mucho tiempo, empeora mi estado de ánimo, me pongo triste y me enfado. Mi depresión está relacionada con la falta de adrenalina”, explica Nabóichenko.
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