A veces eran cubiertas ya hechas que se compraban en el mercado, pero más a menudo se utilizaban medios improvisados para crearlas, como alambres de colores, trozos de tela o cinta aislante azul. Los propietarios de coches especialmente creativos envolvían el volante con piel artificial, haciendo que la pareciera un osito de peluche usado durante mucho tiempo.
Aunque su estética era más que dudosa, para los conductores era importante proteger el volante del desgaste y las manos del sudor excesivo. Una cubierta era una necesidad en especial para los camioneros, cuyo volante a menudo se volvía tan resbaladizo como un jabón húmedo.
Este dispositivo fue utilizado por aquellos que no tenían en su coche aire acondicionado (es decir, casi todo el mundo). Fue más tarde cuando el mercado se inundó de coches extranjeros que llevaban el mágico botón para refrescar su interior. Antes de eso, los automovilistas se enfrentaban al calor lo mejor que podían. Por cierto, el ventilador sólo enfriaba al conductor. Los pasajeros tenían que conformarse con abrir la ventana.
Este “elegante” accesorio para el coche conquistó el mercado como el spinner en 2017. No importa que mirar al perro te haga sentir somnoliento o con náuseas. La gente se cansó rápidamente del invento, pero mucha gente no se molestó en deshacerse de ellos.
¿Puedes creer que los conductores solían cargar esta cosa con ellos a todas partes después de estacionar su vehículo? De lo contrario, podía que ser robado. Un reproductor de casetes era un artículo de lujo con el que muchos conductores rusos sólo podían soñar en la década de 1990. Además, les ahorraba tener que escuchar la música ambiente en el lugar de trabajo y les abrió el mágico mundo de la música en casete. ¡Por no mencionar la función de inversión automática y el sintonizador de FM!
Esta era comprada generalmente al mismo tiempo que la radio de casete por aquellos que no querían que sus queridas cintas rodaran por la guantera. Pronto fueron reemplazados por una avalancha de cajas de CD.
Esto era un prerrequisito para cualquiera que se considerara a sí mismo un genio de los negocios (era la década de 1990, muchos creían serlo). A veces incluía un bolígrafo. Era más para presumir que para cualquier otra cosa, ya que nadie la usaba. Y a menudo se caía por su propio peso. Pero, ¿y qué? Lo principal era que los conductores mostraran que eran hombres de negocios a otros usuarios de la carretera.
¿Otro más? Sí, se instalaba un espejo panorámico sobre el estándar. Por un lado, se veía bien, y por otro, en aquellos días los espejos laterales a menudo eran robados, así que la única solución era colocar un espejo muy grande en el interior. Con el tiempo, el invento añadió un reloj electrónico, una brújula (!) y un termómetro que brillaba en la oscuridad, lo que elevaba al propietario del vehículo a un peldaño superior en la escala social.
Las alarmas para automóviles existían en la década de 1990, pero eran caras y no siempre efectivas. Sin embargo, un dispositivo de bloqueo antirrobo en la cremallera de dirección era más difícil de sortear: había que serrarla o desmontar el salpicadero (lo que, de hecho, hacían los ladrones).
Aunque no tenían ningún valor práctico, informaban a todos los vecinos que el conductor del vehículo era un tipo serio (especialmente si se combinaban con un cuaderno de ventosa). Una antena se fijaba al parabrisas, y un par más se podían instalar en el cuerpo del vehículo o en el techo de este. No importa el hecho de que ni siquiera estuvieran conectadas.
El ambientador para coches saturó la nariz de la Rusia postsoviética. No olía a nada parecido al pino y en muchos casos producía ganas de vomitar. Pero los “pinos pequeños” hicieron doblete como accesorios: podían colgarse del espejo retrovisor durante años después de que su olor acre dejara de atormentar a los pasajeros.
Este aparato alucinante supuestamente reducía la acumulación de electricidad estática en la carrocería del coche. Un dispositivo antiestático de goma se fijaba debajo del parachoques y era arrastrado a lo largo del asfalto. A veces se colocaban dos, por mantener la simetría.
La pieza central de cualquier interior de coche, no importa qué tapicería el dueño prodigó en el coche - terciopelo, cuero, o con borde negro. Lo principal era tenerlos. Protegían los asientos del desgaste y podían subir el precio en la reventa. Muchos instalaron cubiertas en el momento en que recibieron su vehículo, y nunca se las quitaron.
Otro fetiche del pasado era una llamativa lámpara roja que se colocaba en todas partes - en/debajo del parachoques, en el parabrisas trasero, etc. Los verdaderos entusiastas de este adminículo adornaban todo con luces traseras. Y el accesorio rectangular montado creó un vínculo espiritual con los autos que se veían en los taquillazos de Hollywood.
Estos te marcaban como una persona muy emprendedora. Los flecos y borlas (cortadas de alguna alfombra vieja, o compradas en el mercado) se colgaban bajo el parabrisas y, en teoría, protegían los ojos del resplandor del sol. En realidad, sólo atraían la atención de otros usuarios de la carretera y/o le recordaba al conductor su dulce hogar.
Una perilla de “vidrio” se colocaba en la palanca de cambios, conteniendo una flor, un escarabajo, un cráneo, una pata de oso, o casi cualquier cosa. No tenía ninguna utilidad práctica, por supuesto. Pero ese era el punto, ¿entiendes?
Pincha aquí para ver en un vídeo cuatro tuneos rusos muy locos.
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