Cómo comportarse en Rusia para no ofender a nadie

Estilo de vida
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Los modales rusos no son sencillos. Podrían compararse a un campo minado, en el que un mal paso podría provocar un desastre.

¿Quizás todo no sea más que un astuto juego ruso? Richard Garrett, procedente de las afueras de Chicago, está casado con una rusa y su mujer lo llevó al país eslavo de viaje. Solían mirarlo mal cuando pagaba en una tienda y trataba de entregar el dinero a la cajera. Después de un tiempo se dio cuenta de que solo había una forma apropiada de hacerlo. “Cuando pagues en una tienda, coloca el dinero en el mostrador o en un pequeño platillo que hay en el mostrador. Lo dejas ahí y ellos lo recogen, luego dejan el cambio en el mismo lugar y tú lo recoges”. Así funciona.

No es que todos los cajeros de Rusia te miren con desdén cuando intentas darles algo, pero en general, es cierto que a los vendedores rusos no les gusta tocar las manos de los clientes ni quitarles nada de sus manos. Aunque sea dinero. “Ponlo en el plato, no invadas mi espacio personal”. Desafortunadamente, los rusos tienen muchas cosas como estas, asociadas con las normas de comportamiento y nadie te dirá nada hasta que no preguntes. Te presentamos algunos.

Rudeza en el ascensor

Estás en un ascensor, entra alguien (quizá tu vecino) y continúas hacia arriba o hacia abajo en completo silencio. O peor aún, dices: “Buenos días / tardes / noches”, y no escuchas nada en respuesta. ¿Desagradable? ¿Grosero? Los expertos rusos en protocolo no están de acuerdo. “Al contrario, no miramos a una persona parada a nuestro lado en un ascensor o en una parada de autobús a altas horas de la noche. Así pues, se lo decimos: no te veo y, por lo tanto, no representas ningún peligro. Del mismo modo, no me mires y no me saludes”, explica el lingüista Michael Krongauz.

Cuando están rodeados de extraños, los rusos buscan el anonimato. Mantener la distancia y que no haya contacto es la manera perfecta de permanecer invisible. Habríamos ido en otro ascensor, solos, si se nos hubiera dado la oportunidad. Así que no nos guardes rencor. Los rusos creen que estos son buenos modales, no invaden tu espacio personal.

Sobre el transporte público

Cuando utilices transporte público, sigue el mismo principio: permanece invisible. Entrena esta habilidad. Por ejemplo, no beses en público, así no molestas a las personas solteras y no te enemistas con las gruñonas mujeres de mediana edad y con las bábushkas, que han olvidado cómo es. Además, no comas mientras estés en el metro o en el autobús, no mires el teléfono de quien va a tu lado, no te limes las uñas... En lo que respecta a las uñas, esto parece obvio, pero desafortunadamente a veces hay que recordarlo. Es improbable que tus compañeros de viaje te digan algo (se hacen pasar por invisibles, ¿recuerdas?), pero seguro que habrá miradas de asco.

Ofrecer asistencia no solicitada a las mujeres

En Rusia todavía prevalecen los estereotipos de género: se espera que los hombres aprovechen todas las oportunidades para demostrar su masculinidad y su poder financiero, mientras que las mujeres se muestran frágiles, indefensas y tímidas. Rusia no es un país donde el feminismo gobierne de manera suprema. Además, a menudo hay otro juego ingenioso, donde “sí” significa “no” y “no” significa “sí”.

Si una mujer lleva una bolsa pesada, un hombre debe ofrecerse a ayudarla. Ella puede negarse al principio (por cortesía, no porque su sensibilidad feminista haya sido ofendida), pero aquí (preste atención) un hombre cortés no retrocede, sino que ofrece su ayuda aún más insistentemente.

Aquí no funciona la regla de no ofrecer ayuda hasta que se le pida.

Los hombres abren las puertas pesadas a las mujeres, ceden sus asientos en el transporte público, pagan en los restaurantes y se abstienen de decir groserías cuando están en compañía de mujeres.

¡Cuidado, calzado!

Probablemente has oído que los rusos se cambian los zapatos cuando vuelven a casa. Tienen un calzado especial para el hogar, mientras que algunos, de “espíritu particularmente rebelde”, caminan descalzos en casa. Bueno, se trata de una regla bastante fácil de comprender y aceptar. Sin embargo, a veces los límites entre el espacio público y el espacio personal son tan borrosos que un extranjero se confunde fácilmente.

Por ejemplo, en un tren nocturno, cuando salgas de tu compartimento para conseguir agua caliente para el té, ponte los zapatos. “O al menos no lo hagas en calcetines”, dice Richard Garrett.

“Una vez pensé que, como mis zapatos estaban dentro de mi compartimento, deberían estar guardados cuando camino hasta el final del vagón para servirme agua caliente del samovar (después de todo, ¿no estaba ‘dentro’ todavía?). Oh, maldita sea, esa señora me persiguió todo el camino hasta mi compartimento gritando en ruso y señalando mis pies. Pensé que nunca se detendría”.

Política de no resistencia

Esta es la piedra angular para entender los buenos modales rusos. Se trata de una política inflexible, inequívoca y beneficiosa para todos. Para no ofender a un ruso, todo lo que hace falta (al menos por primera vez) es ceder a sus demandas y no mostrar abiertamente que no necesitas nada de eso.

Cuando un ruso te invite a su casa, te mostrará dónde puedes lavarte las manos y se te invitará a lavártelas. Cortés, ¿no? De hecho, los rusos son unos paranoicos en cuanto a lavarse las manos se refiere. Especialmente cuando están afuera. Su insistencia en permanecer con las manos sucias será interpretada no a su favor (como aprendió de primera mano uno de nuestros autores). Así que lávatelas.

Otro ejemplo: te invitan a cenar, esperabas algo como una pasta o algo así, y en la mesa te encuentras con tanta comida que podría alimentar a treinta leñadores hambrientos. Los buenos modales requieren que pruebes cada plato y muestres tu admiración (o al menos demuestres que te sientes halagado, después de todo, todo esto ha sido preparado para ti). Si te ofrecen algo para beber, toma al menos el primer trago.

¿Cómo es el carácter de los rusos? Aquí te mostramos 20 características.