En Rusia, estar triste en Navidad no está mal visto

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Una nativa moscovita, aspirante a escritor y empresario que vive en Nueva York, reflexiona sobre las diferentes actitudes hacia las emociones negativas y ‘la depre de las vacaciones’ en las culturas rusa y estadounidense.

Estoy pasando el rato con una amiga, en un pequeño café en Greenwich Village. La Navidad ya está casi aquí, “es la época de la alegría”, pero ella está deprimida.

Es una neoyorquina típica con una fuerte personalidad, tres trabajos, un montón de ambiciones y una mente aguda pero ligeramente borrosa por la falta de sueño. Una verdadera estadounidense, también tiene un gran sueño que ella cree que se hará realidad tan pronto como pague sus préstamos estudiantiles... que en total suman una gran cantidad de dinero, por cierto.

“Literalmente, no puedo levantarme de la cama, estoy fatal”, me dijo. “Me temo que tendré que tomar medicamentos, incluso mi novio me dijo que unas pastillas me vendrán bien. Cuando no uso mis medicinas, sueno negativa. Lo peor es que no entiendo por qué me pasa todo esto”.

La presión para tener éxito en Estados Unidos, especialmente en Nueva York, es enorme y, además, tienes la presión añadida de tener que demostrar que eres una persona positiva: Emocionada. Feliz. Sonriente. Entusiasta.

Y, si no lo eres, entonces algo te pasa. No basta con trabajar duro para hacer frente a los altos niveles de estrés que la ciudad puede provocar. ¿En serio?

La negatividad contagiosa’

En la cultura americana, no se te permite compartir tus pensamientos depresivos. La gente te lanzará puñales con los ojos si esparces tu negatividad. Los americanos creen que es contagioso.

Uno es bienvenido a recibir ayuda profesional, terapia o a tomar medicamentos. Cualquier cosa está bien para parecer entusiasta y no distraer a los demás.

Para ser justos, los estadounidenses sinceramente se preocupan y tratan de ser amigables. Es posible que te animen con entusiasmo, con frases como “eres increíble, lo lograrás”, o dándote el número de teléfono de un “terapeuta que ayudó mucho al exnovio de mi tía”.

Pero prefiero hacer terapia a la manera rusa. “Tienes tres trabajos, mujer, y no tienes tiempo para ti misma”, le digo a mi amiga. “No me extraña que estés deprimida. Relájate”.

¿Estar abatidos juntos es terapia en Rusia?

Donde crecí, estaba bien sentirse desgraciado. Todo el mundo, incluidos los trabajadores de fábrica de aspecto duro y los intelectuales sofisticados, pasaban horas bebiendo vodka o té con sus amigos, quejándose por todo.

Y no es porque los rusos sean una nación infeliz. Para nosotros, una sonrisa falsa es falsa, y la tristeza reprimida camuflada como “entusiasmo” o “alegría navideña” es peligrosa.

En Rusia, la gente cree que se puede ser infeliz. Incluso tenemos un montón de refranes y proverbios para apoyar este punto. Por ejemplo, “Cada uno tiene sus propios problemas: uno solo tiene pan seco, otros tienen diamantes demasiado pequeños”. (У всех свои проблемы: у одних одних хлеб черствый, у других бриллианты мелкие).

Si estás triste en vacaciones, en Rusia sabes qué es lo malo que te sucede. Nada. Sólo te quejas con tus amigos y, posiblemente, incluso lloras. Sorprendentemente, a la mañana siguiente te sientes mejor.

La regla de la vaca muerta

Los rusos han llegado tan lejos en su aceptación de la tristeza que incluso tienen un dicho: “No es una pena que mi vaca esté muerta; es una pena que la vaca de mi vecino esté viva”.

Esto significa que si no tienes una razón para estar afligido, entonces mejor que encuentres una. De lo contrario, la gente te odiará y te envidiará. Y eso es exactamente lo que sucede en estas fiestas, con las redes sociales presentando ideales parejas alegres vistiendo suéteres a juego, publicando “Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo de parte de nuestra perfecta y cariñosa familia”.

En Rusia, deberías inventar una razón para estar deprimido sólo para quedar mejor a los ojos de tus amigos menos afortunados y, por lo tanto, más “interesantes”.

Y cuando termines de quejarte, puedes irte a casa y vivir tu miserable vida, en tu miserable apartamento, con tu miserable familia y tus hijos vagos y traviesos que, por cierto, están sacando sobresalientes. Porque todo el mundo, incluso las personas con muchos diamantes pequeños, a veces pueden contagiarse de la “tristeza navideña” y está muy bien.

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