Aunque la tradición de celebrar el Año Nuevo llegó a Rusia en el siglo XV, los bolcheviques la prohibieron inicialmente, alegando que era celebración burguesa. No fue sino hasta 1947 que la gente del país comenzó a celebrar de nuevo la fiesta. Ahora es la más importante del año en Rusia.
En la Unión Soviética, los preparativos para la gran fiesta se iniciaban con mucha anticipación, ya que el entusiasmado pueblo organizaba de todo, desde encontrar un abeto perfecto hasta planificar el menú festivo. La parte más alegre, por supuesto, era la decoración: los miembros de la familia se reunían para decorar el árbol con luces, bolas, juguetes pequeños y una estrella en la parte superior.
Por lo general, los abetos eran reales y los primeros artificiales sólo estuvieron disponibles en gran cantidad a partir de la década de los años 60 del siglo pasado.
La gama disponible de alimentos y decoraciones no era tan amplia como ahora, por supuesto. En realidad, resulta algo misterioso el cómo los soviéticos se las arreglaban para asegurarse de que las mesas estuvieran repletas de platos festivos, dados los semivacíos estantes de los supermercados.
Siempre ayudaba tener amigos en altos cargos o trabajar en tiendas de comestibles.
El Año Nuevo en los jardines de infancia soviéticos era una ocasión especial para todos los niños. Todos se preparaban para el evento: los padres cosían disfraces, los niños aprendían poemas, canciones y bailes, mientras que las maestras del jardín de infancia organizaban la fiesta e incluso se disfrazaban de personajes de cuento de hadas, entre ellos Ded Moroz y Snegurochka.
Era común que los niños se vistieran como liebres, osos o gnomos y que las niñas imitaran a copos de nieve, zorros o ardillas.
En el Kremlin también tenían lugar grandes conciertos para adultos. Música, baile y un gran abeto: ¿qué más se necesita para iniciar el Año Nuevo?
No había largas vacaciones de Año Nuevo como las que los rusos disfrutan ahora. En la época soviética sólo había un día libre, el 1 de enero. El 31 de diciembre era oficialmente un día de trabajo, con que todos los padres se apresuraban a llegar del trabajo para vestirse y poner la mesa para la cena.
A los niños generalmente se les mandaba a dar un paseo o se les pedía que vieran la televisión mientras los adultos preparaban todo, para asegurarse de que la diversión mágica y festiva se desarrollara sin problemas.
Alrededor de las 11 de la noche, todos se reunían alrededor de la mesa para dar el pistoletazo de salida.
Ver conciertos de Año Nuevo, tocar música y cantar canciones fue una de las partes clave de la noche, junto con el menú festivo, por supuesto.
Después de la gran noche la diversión continuaba. El 1 de enero era un día libre, para que niños y adultos se pudieran unir a las celebraciones públicas y a las actividades de invierno. Lamentablemente, la obligación del trabajo volvía con fuerzas renovadas el 2 de enero.
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