Imagínate que, durante años, has estado planeando el viaje de tus sueños para visitar la nueva Moscú, y al fin has ahorrado suficiente dinero para llevarlo a cabo. O digamos que ya vives en Moscú (para envidia de los no moscovitas). Un día estás dando un paseo por el parque Gorki, o quizás almorzando en un café de moda, cuando de repente estalla una guerra nuclear. ¡Qué cosa más deprimente!
No importa quién la empezó. Al escuchar las noticias, tu primer pensamiento probablemente no será sumergirte en las complejidades de la política internacional que condujeron a que se forme un hongo nuclear sobre tu cabeza. Tienes que dejar todo (incluyendo, Dios no lo quiera, tu cappuccino) y salir corriendo. ¿Pero hacia dónde?
Espera algún tipo de anuncio
Los sistemas de defensa modernos son capaces de dar aviso previo de un ataque con misiles nucleares, por lo que el Gobierno tendrá tiempo de evacuarse a sí mismo (primero lo primero, claro) y luego advertir a la población. Así que el primer sonido que oirás en ese infeliz día de tu vida será el aullido ensordecedor de alguna sirena.
Como explicó un portavoz del Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso en una entrevista concedida a RIA en 2008, “la señal se envía mediante sirenas eléctricas, después de lo cual los residentes... deberían recibir información transmitida por radio, televisión u otros medios de comunicación”.
En otras palabras, cuando la sirena suene, debes encender la radio o la televisión, y el Ministerio de Emergencias informará sobre lo que está sucediendo. En caso de un ataque con misiles nucleares, te aconsejarán que te dirijas al refugio más cercano lo antes posible.
Saber hacia dónde correr
No se sabe exactamente cuántos refugios antiaéreos hay en Moscú. Moslenta sitúa la cifra entre 5 y 7.000 (legado inevitable de la Guerra Fría, una época en la que los ciudadanos soviéticos esperaban el estallido de la Tercera Guerra Mundial en cualquier momento). Generalmente, estos escondrijos se encuentran en los sótanos de los edificios de viviendas o en salas subterráneas separadas.
Para obtener la dirección del refugio antiaéreo más cercano, el Ministerio de Emergencias aconseja ponerse en contacto con el “centro de capacitación y consulta”, de tu distrito, cuyo teléfono se puede encontrar a través de una lista disponible en la web del Gobierno de Moscú. Sin embargo, en el caso de un conflicto nuclear, es poco probable que tengas el tiempo o las ganas de hablar por teléfono con el funcionario urbano más educado, por lo que puedes optar por utilizar este práctico mapa de refugios antiaéreos.
Vete al metro
El metro de Moscú es uno de los mejores lugares de la ciudad para esperar al ataque nuclear. Sin embargo, no todas las estaciones valen. Desde 2012, la construcción de “instalaciones de protección civil” en las nuevas estaciones de metro no ha sido una prioridad. De hecho, ha sido abandonada por completo. El teniente de alcalde Marat Jusnullin ha justificado esta decisión con palabras tranquilizadoras: “Espero que nunca haya una guerra”. ¡Crucemos los dedos!
En cuanto a las antiguas estaciones construidas antes de 2012, pueden proteger a una persona de los efectos perjudiciales inmediatos de una explosión nuclear. En caso de guerra atómica, las puertas herméticas se cerrarán, protegiendo a todos los afortunados de estar dentro de la estación de la onda expansiva y el flujo inicial de radiación. Además, no dejan entrar aire contaminado con armas químicas o biológicas.
Cuanto más profundo, más seguro
Cuanto más profunda sea la estación, mayores serán las posibilidades de sobrevivir en ella al apocalipsis nuclear que se desarrolla en la superficie. Como tal, la mejor opción es Park Pobedi en la Línea Azul, la estación más profunda de la capital, situada a 73 m bajo el suelo. Pero si no consigues llegar hasta allí, cualquier estación dentro de la línea circular te servirá: casi todas están ubicadas a más de 30 metros de profundidad. Un mapa de las estaciones de metro indicando su profundidad está disponible en la página web de la Alcaldía de la ciudad.
“En caso de un ataque nuclear directo contra la superficie, es poco probable que el metro sirva de mucho. La gran explosión creará un cráter”, señala el experto en metros Alexánder Popov en una conversación con Furfur. “Afortunadamente [por decirlo de alguna manera], la mejor opción para destruir un área grande es una explosión en el aire. La gente dentro del metro no verá ni oirá nada, y no sufrirá por la radiación o el calor extremo”. Además, las estaciones están equipadas con suministros de alimentos y agua potable suficientes para que unos pocos miles de personas se refugien durante varios días.
¿Cuál es el mejor lugar para estar dentro de una estación llena de gente tan aterrorizada como tú? Lo más probable es que vayas a donde la multitud te lleve (sólo trata de no perder de vista a tus seres queridos en mitad del pánico) y espera las instrucciones de la policía, que debería (con suerte) estar a cargo de la situación. El Ministerio de Emergencias recomienda ocupar sitio en los andenes, en trenes parados en andenes, o en el interior de los túneles (no te preocupes, los trenes no circularán por ellos durante algún tiempo, si es que alguna vez lo vuelven a hacer). Así que detente o espera sentado donde te digan.
No titubees
¿Estás corriendo hacia un refugio antiaéreo o a la estación de metro más cercana? Pues bien, el tiempo es esencial: tienes de 10 a 15 minutos (tiempo correspondiente al intervalo entre el momento en que te enteras del ataque y el momento en que el misil o los misiles hacen impacto, dependiendo del lugar desde el que han sido lanzados). Según los procedimientos del Ministerio de Emergencias y del metro de Moscú, las estaciones de metro deben cerrar las puertas herméticas 10 minutos después de informar al público. En algunos casos, “el período puede aumentarse a 15 minutos”, pero nunca más que eso.
“Las súplicas de los que lleguen después de ese plazo no forzarán la apertura de las puertas”, advirtió con optimismo una noticia de 1997. Y aunque eso fue hace 20 años, las reglas siguen siendo tan estrictas como siempre. Así que tal vez sea cierto, después de todo, que nuestra principal esperanza de supervivencia radica en que la guerra nunca llegue.
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