366 dólares por una persona: la esclavitud en la Rusia actual

Estilo de vida
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Una corresponsal de ‘Russia Beyond’ ha participado en una redada para liberar a varias personas de la esclavitud. En el país eslavo hay más de un millón de esclavos ‘de facto’.

Consiguió escaparse con habilidad del convoy de la policía, donde iba atada. Las zapatillas de goma se escurrieron de sus pies y quedaron en la puerta. Corrió descalza a través de patios oscuros. Su “amiga” hizo lo mismo: aprovechó el momento y corrió hacia la oscuridad desde el coche de la policía. Todo fue muy rápido.

Bella observa la conmoción a través del parabrisas. La sacaron del mismo apartamento que al resto, pero se subió al automóvil de manera obediente. Había sido ella quien los había entregado, la que había revelado la existencia del burdel con niñas nigerianas, donde había pasado más de un mes como esclava sexual.

El vudú y la maldición

Suroeste de Moscú, distrito Tiopli Stan (a 18 km del Kremlin). Edificios altos e idénticos. Patios desiertos. A menos que puedas leer los nombres de las calles en ruso, no sabrás donde estás. A la derecha hay una tienda abierta 24 horas sin nombre y algunas vallas; a la izquierda, una tienda de 24 horas sin nombre y algunas vallas.

Bella y Joy, una chica del burdel situado en este barrio, vivían aquí. Se intercambiaban mensajes SMS y a veces coincidían en el camino “al trabajo”.

Cuando estaba en Nigeria a Bella le ofrecieron un empleo en Rusia. No le dijeron de qué se trataba concretamente pero le prometieron que “todo iría bien”. Le hicieron un FAN ID para que entrase en el país durante el período “sin visados” que hubo cuando se celebró el Mundial de fútbol. Se dice que muchas chicas entraron utilizando este método. En el aeropuerto de Moscú Bella fue recibida por una mujer que más tarde se convirtió en su madama y le quitó el pasaporte. La llevaron a un apartamento en Tiopli Stan, donde había otras nigerianas viviendo allí desde hacía más de tres años. Le presentaron una factura con una “deuda” de 55.000 dólares, que tenía que pagar trabajando como prostituta para poder quedar libre. La amenazaron y le dijeron que tendría problemas si intentaba contactar con la policía.

Joy llegó a Rusia con un pretexto diferente. En Nigeria había estado en unos rituales de vudú y en uno de ellos le echaron una maldición. Le dijeron que para que se lo quitaran tendría que pagar. Entonces, inmediatamente le ofrecieron la oportunidad de ir a Rusia para conseguir el dinero de manera rápida.

“Llevamos un pollo y una paloma. Les cortamos el cuello. Vertimos la sangre del pollo y de la paloma en un vaso y la mezclamos con alcohol. Me lo bebí. Entonces Baba Lau dijo que, si no pagaba, el mal caería sobre mí”, explica Joy.

Lo que les pasó después forma parte de la historia habitual. Las llevaron a Moscú y les enseñaron la “deuda” que tenían que pagar. Las llevaban todos los días a un “lugar” en la autopista y les dijeron que, si era necesario, destruirían sus pasaportes. La madama le dijo: “También tuve miedo cuando llegué a Rusia por primera vez. Pero era valiente cuando iba a trabajar”.

Después la madama le contó una historia sobre un cliente que quería tirar a una chica por la ventana y cómo la chica saltó antes de que la tiraran a causa del miedo. El consejo de la madama fue: “Aléjate de las ventanas. Si Dios está contigo, podrás pagar la deuda rápidamente”.

A finales de verano Joy y Bella consiguieron ponerse en contacto con voluntarios de Alternativa, una organización rusa que ayuda a la gente a salir de la esclavitud. Les pidieron que las sacaran de allí, tanto a ellas como a las demás. Primero liberaron a Joy y el turno de Bella llegó una semana después.

Cómo se compra a una persona

Según la fundación contra la esclavitud Walk Free, hay algo más de un millón de esclavos en Rusia.  En todo el mundo la cifra asciende a 45,8 millones de personas. El país eslavo ocupa el puesto 64 en el Índice de Esclavitud Global. En otras palabras, hay 5,5 esclavos por cada 1.000 habitantes. Rusia no cuenta con estadísticas propias.

“A nosotros nos parece una tontería: ¿cómo puede creer en una maldición vudú? Para intimidar a las chicas las madamas les dicen que su marido es amigo de Putin. Y se lo creen. Estas chicas no tienen educación y no saben que, por ejemplo, se puede volver a emitir un pasaporte y que el vudú es una tontería”, dice Oleg Mélnikov, director de Alternativa.

Estamos sentados en un café en el centro de Moscú, en el moderno centro de entretenimiento Krasni Oktiabr (Octubre Rojo). Alternativa tiene su oficina en un moderno loft situado muy cerca de aquí. Podría haber sido un estudio de diseño o una agencia de publicidad. En la pared hay una pizarra en la que está escrito “Sudán es nuestro”, que significa: hay acuerdos con Sudán del Sur para rescatar a la población en colaboración con la policía local. Alternativa se está expandiendo por todo el mundo.

Según explica Oleg, la explotación sexual, como la que sufren las chicas nigerianas, es sólo una parte de la industria de la esclavitud. La esclavitud laboral es más habitual y los criminales siguen una rutina establecida.

La gente llega desde las provincias a la gran ciudad en busca de trabajo. Ni siquiera tienen dinero para pagar un hotel. Se quedan deambulando en una estación de tren durante varios días. Miran los anuncios. Entonces se les acerca un reclutador y les ofrece trabajo “en el sur”. Les dice que no se necesitan habilidades especiales y que estará bien pagado.

La persona está de acuerdo. El reclutador sugiere que celebren el “trato” tomando un trago. El alcohol contiene azaleptina o clonidina. Entonces la persona se queda dormida y despierta dos días después en una fábrica de Daguestán (en el Cáucaso ruso), sin pasaporte ni teléfono. Quiere irse pero le dicen: “Te han comprado. O pagas o trabajas”.

“[La víctima] piensa que trabajará durante un mes y luego podrá irse. Pero un mes después le dicen que ha desaparecido un saco de cemento o alguna oveja y que debe dinero por la comida, etc. Cuando tratan de escapar, a menudo los atrapan, los golpean y tienen que volver al trabajo”, explica Oleg.

Las tarifas actuales son las siguientes, explica Oleg. Un esclavo laboral cuesta 25.000 rublos (366 dólares) mientras que una chica que presta servicios sexuales 150.000-200.000 rublos (2.200-3.000 dólares). Una persona en silla de ruedas o una anciana se venden por 50.000 rublos (730 dólares) y un bebé por unos 150.000 rublos (2.200 dólares). Estos últimos se utilizan para la mendicidad.

“Aquí hay un caso de libro. Una anciana perdió la vista cuando era joven. Vivía sola en Lugansk. En 2012, algunas personas se acercaron a ella y le dijeron: ‘En Rusia hay un programa para recuperar la vista y hay una oportunidad para poder hacerlo’”, Oleg inhala el denso vapor, luego exhala lentamente y toma un sorbo de Fanta. “La trajeron a Moscú, le cosieron los ojos y la colocaron en la parte de afuera de la estación de tren de Kursk para que mendigase. Cuanto más supuraban sus ojos, más dinero le daban”.

La escala del problema

Solo tres personas fueron a la comisaría durante la noche de la redada en el burdel. Bella, una de las chicas que huyó (la segunda nunca fue capturada) y un proxeneta, un nigeriano grande con pantalones rojos y un chaleco amarillo. Los vecinos dicen que es un periodista que trabaja en una institución de educación superior de Moscú. Resultó que también se ocupa de “asuntos” relacionados con el burdel: sobornos, negocia con la policía y organiza la seguridad. Se descubrió que otras mujeres africanas del prostíbulo ya habían saldado la “deuda” y se dedicaban a la prostitución voluntariamente. Todas menos Bella, pero nadie la cree. Pasamos tres horas en la comisaría.

Según explican los activistas, todo depende del distrito, y no todos los policías son iguales. Bella tuvo mala suerte y en algunas comisarías la gente como ella recibe ayuda de la policía, en la medida de sus posibilidades.

Los activistas de Asistencia Civil, otra organización, creen que la legislación rusa en esta esfera no está funcionando. En Alternativa crees que está “a medias y se ha hecho sin pensar”.

La recolección de pruebas, conseguir a los testigos, así como los interrogatorios son un proceso que lleva meses.

“Y cuando se libera a una persona de su cautiverio, ¿qué se hace con ella? Nadie las lleva a un centro donde pueden ser atendidas adecuadamente, porque en Rusia no hay centros de este tipo. En el mejor de los casos, la persona regresa a su lugar de origen. El tribunal los llama para testificar pero no pueden ir y el caso acaba archivándose”, se lamenta Mélnikov.

La ombudswoman (defensora de los Derechos Humanos de Rusia), Tatiana Moskalkova, no ha respondido a las preguntas de Russia Beyond. El Ministerio del Interior tampoco ha hecho comentario alguno sobre el problema de la esclavitud y la lucha contra ella y se ha limitado a facilitar las estadísticas sobre casos penales. Según las cifras, en 2017 se iniciaron seis causas penales en el país en base al artículo “Utilización de mano de obra esclava” y hubo 21 causas por trata de personas. El año pasado se investigaron un total de 374 casos en virtud del artículo “Secuestro” y hubo 458 casos por “privación ilegal de libertad”. Son 859 casos que, de una u otra manera, están vinculados con la esclavitud moderna.

Gente extraña

Una semana después Joy está sentada en el asiento trasero de un coche. Va a un alojamiento temporal. La comunidad nigeriana ha aceptado acogerla hasta que las cosas se resuelvan. No quiere volver a su país después de lo que le ha pasado y vuelve a preguntar cuándo le conseguirán un micrófono. Joy quiere cantar, actuar ante el público y para eso necesita practicar.

Después pregunta cómo encontrar un marido ruso. La activista en el asiento del conductor la interrumpe: “Si quieres quedarte en Rusia, aprende a sobrevivir por tu cuenta”.

En los últimos siete años Alternativa ha liberado a unas mil personas. No es mucho, dicen. Hay mucha más gente que se pone en contacto con ellos pero no pueden ayudarlos a todos. No tienen dinero suficiente. Los 100.000 rublos (1.500 dólares) que consiguen recaudar al mes apenas cubren el 5% de las necesidades mensuales. Algunas víctimas necesitan que se les compre un billete de vuelta a casa, otras necesitan ayuda médica, comida, clases de canto o asistir a un curso de masajes, todo ello con el fin de integrarse en la sociedad. Es imposible recaudar suficiente dinero a través de las donaciones. Alternativa no recibe ninguna subvención estatal. Casi todo el dinero proviene de los negocios de Mélnikov: varias empresas y hoteles y el café en el que estamos sentados.

Durante nuestra conversación Bella hace seis llamadas de teléfono a conocidos (buscando un intérprete para las víctimas) y da tres golpecitos en la mesa de madera cuando habla de algo malo (para alejar el mal de ojo, según la superstición rusa). Cansada, se tumba en el sofá. Suena de fondo una recopilación de música chillout. Mélnikov bromea diciendo que son como la mafia siciliana: se encuentran todo el tiempo en el café con cachimbas y con baja iluminación para decidir a quién atacar y cuándo.

“Quizá seamos los voluntarios más extraños que has conocido, ¿verdad?”, pregunta. Y parece que le gusta ser el más extraño. Sin embargo, no lo admite. La línea oficial es que le encantaría hacer otra cosa, pero que aún no es el momento adecuado. Y, francamente, “sería una pena renunciar”.