En 1991, meses antes de la caída de la URSS, el público soviético vio una escena impactante en el programa de televisión Piátoe kolesó (Quinta rueda). Dos hombres de aspecto serio, llamados Serguéi Shólojov y Serguéi Kuriojin, presentador del programa y escritor clandestino, respectivamente, debatían acerca de la Revolución de octubre de 1917. De repente, Kuriojin lanzó una curiosa hipótesis: Vladímir Lenin, el líder bolchevique, no era un ser humano sino una seta.
Personalidad de seta
Kuriojin comenzó con un discurso incoherente sobre la naturaleza de las revoluciones y su viaje a México, donde había visto en templos antiguos una serie de frescos que se parecían mucho a los acontecimientos de 1917. De allí pasó a hablar de Carlos Castañeda, conocido por sus libros, escritos acerca del uso de bebidas psicotrópicas por parte de algunos pueblos indígenas.
“Castañeda habla de cactus y de hongos como productos especiales y que tienen efectos alucinógenos”, continuó Kuriojin. Luego citó la carta de Lenin al líder marxista Gueorgui Plejánov: “Ayer comí muchos hongos y me sentí maravillosamente bien”. Debido a que la Amanita muscaria, un hongo presente en Rusia, tiene efectos alucinógenos, Kuriojin asumió que Lenin estaba consumiendo este tipo de hongos, de lo que seguía que el revolucionario tenía experiencias psicodélicas de alteración de la conciencia.
Kuriojin fue más allá y afirmó que no solo Lenin, sino también otros bolcheviques consumían psicotrópicos. “La Revolución fue obra de personas que habían estado consumiendo hongos alucinógenos durante años”, dijo con cara de póker. “La personalidad de Lenin fue reemplazada por la de una seta, porque la identidad de la Amanita muscaria es mucho más fuerte que la humana”. Así que llegó a la conclusión de que Lenin se había convertido en un hongo.
Broma que fue demasiado lejos
Después de esta sorprendente declaración, el programa continuó durante 20 minutos más. Kuriojin y Shólojov citaban interminables “evidencias” de la afinidad de Lenin por las setas. Hablaron de su pasión por recolectarlas y llegaron a comparar una foto de un vehículo blindado en el que Lenin había posado con el micelio fúngico.
Después de afirmar que el símbolo de la hoz y el martillo era, en realidad, la combinación de una seta y de cuchillo para recoger setas, no pudieron evitar reírse. Incluso a pesar de la risa, miles de personas se tomaron en serio el programa.
Algo inesperado
“Si Kuriojin hubiera hablado de otra persona sus palabras habrían sido fácilmente descartadas como una broma. ¡Pero habló de Lenin! ¿Cómo se puede bromear sobre Lenin? Sobre todo en la televisión soviética”, afirmó el antropólogo ruso Alexéi Yurchak para explicar la credulidad de muchos espectadores soviéticos. Subrayó que la gente no creyó necesariamente que Lenin hubiera sido una seta, pero trataron a Kuriojin como un investigador serio. Hubo muchos que llamaron o escribieron a la cadena de televisión exigiendo que el canal confirmara o refutara la idea de que el líder bolchevique había sido un hongo.
Serguéi Shólojov afirmó más tarde: “Al día siguiente de la emisión, una delegación de viejos bolcheviques se dirigió a nuestra jefe local del Partido Comunista, que estaba a cargo de la ideología y exigió una respuesta. ¿Había sido Lenin una seta o no? Ella respondió de manera feroz ‘¡no!’, al tiempo que afirmaba que ‘un mamífero no puede ser una planta’”.
Tanto Shólojov como Kuriojin se sorprendieron mucho por la respuesta, explica el primero. Por otro lado, Shólojov pudo haber inventado la historia, de la misma manera que inventó el programa de televisión con Kuriojin (muerto en 1996).
Absurdo soviético
Fue el humorista Kuriojin quien tuvo la idea. A finales de los años 80 y principios de los 90, el mundo de los medios de comunicación soviéticos estaba cambiando. A medida que los periodistas disfrutaban de más libertad, algunos de ellos decían tonterías.
La viuda de Kuriojin, llamada Anastasía recuerda: “Una vez vimos un programa de televisión sobre la muerte de Serguéi Yesenin (poeta ruso que se suicidó en 1925). El presentador presentó ‘pruebas’ de que Yesenin había sido realmente asesinado con argumentos absolutamente absurdos. Mostraron fotos del funeral del poeta y dijeron: ‘Mira, este hombre está mirando hacia aquí y ese hombre está mirando hacia otro lado, lo que significa que Yesenin fue asesinado’”. Kuriojin lo vio y le dijo a Anastasía: “Mira, parece que puedes probar cualquier cosa con ‘evidencias’ de este tipo”. Y precisamente eso fue lo que hizo.
Alexéi Yurchak explica que el engaño y las reacciones del público son una buena ilustración de cómo la gente, sin importar su lugar de residencia, tiende a confiar en los medios de comunicación sin verificar los hechos. “Si algo aparece en los medios de comunicación, debe ser que hay algo en ello”, escribió Yurchak. La provocación de Kuriojin fue una manera graciosa de demostrar lo fácil que es hacer creer a la gente las tonterías más extrañas, si te muestras lo suficientemente seguro.
Aquí te contamos más sobre este surrealista suceso de los años 90.