La construcción de la torre de televisión en Ekaterimburgo comenzó a principios de la década de los 80, pero nunca ha transmitido señal alguna. Aunque ha aparecido en numerosos programas televisivos y fue rebautizada como la “torre de la muerte”. La construcción inacabada, con una altura de 220 m, en el corazón de los Urales recibió este nombre debido a una serie de suicidios que tuvieron lugar tras la suspensión de las obras en 1991.
La torre de cemento tenía un puesto de observación en la parte de arriba y su diseño se basaba en torres similares que había en Tallin, Vilnius y Bakú. Pero mientras que en esas ciudades se puede subir hasta la parte de arriba en ascensor y tomar un café tranquilamente, la de Ekaterimburgo estaba llena de grafitis. También había un hueco para el ascensor por el que mucha gente subía.
Aunque según los “escaladores”, lo más impresionante era subir por la escalera de incendios exterior. Era ahí donde se sentía realmente la altura.
La torre casi se encontraba en el centro de la ciudad, cerca del río Iset y del circo loca. Debido a su localización mucha gente pensó en escalarla. Ekaterina Degtiariova lo intentó por primera vez un invierno a finales de la década de los 90.
Ekaterina Degtiariova
SMOLLA Familylife“Entonces comenzamos a escalarla de manera habitual. Íbamos los amigos, los compañeros de clase”, recuerda Ekaterina. “Los espíritus libres nos reuníamos allí, gente normal. Nos dábamos abrazos, leíamos, pintábamos en nuestros diarios mientras subíamos y bajábamos la torre. Era una especie de comunidad. En verano podían reunirse hasta 300 personas”.
Tenían sus propios héroes. Uno de ellos, un estudiante de medicina llamado Alexánder Paliánov, escalaba la torre independientemente del tiempo. En octubre de 1998 subió hasta el punto de observación como hacía habitualmente pero debido a una fatalidad cayó al vacío.
“Se desplomó por la noche”, recuerda Ekaterina. “Hacía frío y nevaba. Fuimos a la torre por la mañana. Se había estrellado contra los metales en la base de la torre. Había un charco de sangre”.
Paliánov fue una de las víctimas más famosas. Los locales instalaron una señal en la que se leía: “La torre de Alexánder Paliánov. La conquistó y se lo llevó para siempre”. Se llegó a hacer una película en su memoria, que en 1999 obtuvo varios premios en la televisión rusa. Durante aquella época en las noticias aparecían trozos de cuerpos colgados de la armadura de la torre y otros detalles trágicos.
Alexánder Paliánov.
Nedostróiennaia telebashia v EkaterinburgeEn internet proliferaron las historias sobre incidentes en la torre. Resulta difícil decir cuáles son ciertas o falsas. Uno de los últimos episodios confirmados oficialmente tuvo lugar el 9 de mayo del 2000, cuando tres jóvenes chicas escalaron la torre para ver los fuegos artificiales del Día de la Victoria. Una de ellas cayó por la escalera de incendios y se llevó por delante a sus dos amigas. Una, llamada Tania, falleció, mientras que las otras dos tuvieron lesiones en la espalda. Actualmente, a juzgar por lo que aparece en las redes sociales, se han recuperado y llevan una vida normal.
Tras el episodio se cerraron las entradas a la toree y se colocaron algunos puestos de vigilancia con perros. A pesar de las medidas, había grupos de jóvenes que explicaban en las redes sociales cómo acceder y hacían planes para entrar juntos. Según los guardias, en verano de 2017 atrapaban cada día alrededor de cuatro grupos de diferentes regiones de Rusia tratando de entrar.
Aunque las autoridades decidieron que había que demoler la torre antes de la celebración de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™ y remplazarla por una pista de patinaje sobre hielo. Desde los años 90 la torre no tuvo dueño. En la década del 2000 un inversor mostró interés en acabar las obras pero la crisis económica frustró sus planes. En 2013 hubo un concurso público sobre proyectos de reconstrucción. Había diferentes propuestas, desde un faro, pasado por una iglesia o una oficina de registro civil. Aunque la falta de dinero impidió que se realizaran.
La decisión de la demolición ha causado cierta polémica en la ciudad, ya que para algunos se trata de un símbolo no oficial de la ciudad. “Claro, es muy triste que la torre desaparezca, pero yo estuve en verano y no la escalé. Pensé que no era buena idea tentar a la suerte. Mucha gente ha muerto. Se le han dedicado poemas y canciones. Se ha vuelto una especie de tótem”, afirma Ekaterina Degtiariova.
De modo que su demolición pone fin a las leyendas románticas pero seguramente sirva para salver vidas.
Si quieres saber más sobre Ekaterimburgo, una de las 11 ciudades que serán sede del Mundial, aquí te presentamos una guía completa.
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