Según una versión, esta expresión procede del proverbio: “Si mueles el agua en un mortero, en agua se convertirá”. Es lo que solían decir cuando querían subrayar que algunas acciones era inútiles. Así resultaba si, en lugar de hacer cosas útiles, como moler granos, molían agua, la operación resultaba tan inútil como; por ejemplo, transportar agua en un cedazo.
Existen otras variantes del origen de la frase. Por ejemplo, el autor del diccionario de la lengua rusa Vladímir Dal escribió que antiguamente se obligaba a los monjes a moler agua como castigo. Esta frase, interpretada textualmente, llegó a los monasterios de los escritos antiguos. Por ejemplo, lo mencionaba Luciano de Samosata en su obra Hermotimus, o Sobre la elección de la filosofía: “...persigues la sombra, olvidándote del cuerpo, o la piel de una serpiente, olvidándote del animal mismo, o, tal vez, actúas como alguien que, tras haber llenado un mortero con agua, se pusiera a molerla con un machacador de hierro, pensando que está haciendo un trabajo necesario, y sin sospechar que puede, como se dice, molerse los hombros: el agua seguirá siendo agua”.
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