Ígor Ribakov, empresario ruso con una fortuna de 1.300 millones de dólares, ocupa el puesto 78 en la lista de millonarios globales realizada por la revista Forbes. Es propietario del Grupo Technonikol, que fabrica materiales para techos, impermeabilización y aislamiento térmico.
Cuando estaba en el tercer año de universidad comenzó su carrera como reparador de tejados. Un tiempo después abrió con un socio un negocio para rehacer los techos de mala calidad de los bloques de apartamentos. Resultó un negocio rentable.
Llegaban gran cantidad de pedidos, lo que permitió a la compañía contratar más personal y extenderse a otras regiones. A medida que las cosas avanzaban, se hizo evidente que era más rentable fabricar materiales aislantes de alta calidad que conseguirlos fuera.
La empresa de Ribakov se convirtió en una de las cinco principales fabricantes de materiales impermeables en el país, con plantas en Rusia, Italia, Gran Bretaña, Polonia, Lituania y la República Checa.
El empresario ha compartido con Russia Beyond el secreto de su éxito y explica cómo prosperar.
El futuro pertenece a los sectores comerciales tradicionales que están siendo digitalizados.
Por ejemplo, los taxis. Hace dos décadas el negocio tenía los siguientes elementos: una flota de taxis, un jefe, un contable y unas pocas piezas más en la organización. Los clientes estaban acostumbrados a esperar 30-40 minutos por un taxi, que podía además retrasarse o, simplemente, no llegar.
Además, este medio de transporte era bastante caro para el trabajador medio.
Actualmente el modelo de negocio se ha trasladado a Internet. Las apps muestran los vehículos disponibles y el más cercano rara vez tarda más de cinco minutos en llegar. ¿Qué ocurre con el precio? Es insignificante en relación al salario medio.
Por eso el mercado consigue más clientes. Y más clientes significa mayores ganancias.
El futuro consiste en reformar la esfera comercial tradicional. No importa el ámbito del negocio. Cuanto más vieja sea la industria, mayores serán las posibilidades de ponerla patas arriba.
Los mejores maestros son los competidores. Son ellos los que me han ayudado a lograr el éxito en mi campo.
Nos vemos atrapados en una lucha constante por hacerse con clientes. Hago algo mejor que ellos y lo imitan, ellos innovan y yo tengo que ponerme al día inmediatamente. Si te quedas dormido en los laureles te llevarán por delante.
La competencia de mercado es mejor profesora que cualquier escuela o universidad.
Es necesario tener la capacidad necesaria para tomar decisiones ante una situación de incertidumbre.
No se trata de cualidades per se, sino de superar la curva de aprendizaje y exponerte al riesgo en un clima de imprevisibilidad e incertidumbre.
Necesitas estar preparado y ser capaz de actuar en condiciones cambiantes. No todo el mundo puede pensar rápidamente bajo presión. Así que al entrenar la capacidad de tomar decisiones, poco a poco, día a día, una persona se vuelve más eficiente y exitosa.
No es un superpoder, sino simplemente el hábito adquirido de pensar y actuar en situaciones difíciles.
La mayoría de la gente tiene un problema y es que ve la vida con el prisma de la supervivencia, no de la prosperidad.
Por ejemplo, Rusia. Nuestros antepasados ganaron la Segunda Guerra Mundial, que fue la peor de la historia. Para ser precisos, no la ganaron sino que sobrevivieron a ella. Transmitieron a sus hijos (nuestros padres) la “ciencia de la supervivencia” que se habían visto obligados a dominar. Nuestros padres, a su vez, nos la transmitieron, sin enseñarnos el arte de la prosperidad y el bienestar. Muy pocas personas en Rusia han dominado este arte.
El mundo derrocha abundancia. La vida no es un juego de suma cero, es decir, la idea de que cuando algo sube tiene que bajar de otro lado. Todo el mundo puede tener éxito y no es cierto que todos los puestos más destacados estén reservados por adelantado.
Cualquiera puede hacerse rico y tener salud, sin que eso afecte a otras personas.
El problema de la sociedad es que la mayoría cree que si alguien tiene una cosa es porque ellos no pueden tenerlo. Es un pensamiento denigrante por el cual una persona justifica la imposibilidad de cambiar su vida. Es una mentalidad falsa.
Mi éxito nunca estuvo garantizado. No fue un camino abrupto, sino que consistió en una escalera de 10.000 escalones.
Mis logros parecen imposibles, cuando se mira desde afuera. Es una situación similar a escalar una montaña: desde abajo parece imposible llegar hasta la cima. Y luego empiezas y asciendes paso a paso.
Por cierto, antes de cualquier proyecto siempre tengo la misma sensación de pánico. Cada vez que establezco un nuevo objetivo o intento subir una colina, tengo la impresión de que no servirá para nada.
¡No puedo evitarlo!
La diferencia entre los demás y yo es que me limito a recoger a hacer, porque recuerdo las experiencias adquiridas.
Está naciendo la era del multiempleo.
Antes había mecánicos y electricistas en las fábricas. Después estas profesiones se unieron bajo el término mecatrónica (una combinación de ingenierías eléctrica y mecánica). Ahora el mundo está avanzando aún más y la profesión requiere nuevas habilidades: la capacidad de programar máquinas.
Se están desarrollando nuevas especialidades y los robots se están haciendo cargo de las funciones rutinarias.
El futuro pertenece a la automatización, la programación y la tecnología de medios.
El mundo cambiará aún más durante los próximos 25 años y las personas se convertirán en “instructoras”. Los robots harán todo el trabajo rutinario, mientras que los humanos enseñarán y aprenderán unos de otros, lo que dará comienzo a una era de enseñanza-aprendizaje más horizontal.
En este mundo están surgiendo perspectivas enormes para emprendedores en el sector educativo. Pero no serán cursos educativos tradicionales como los de la escuela y la universidad, sino un nuevo tipo de formación, con marcos de referencia diferentes.
La educación moderna está anticuada, no solo en Rusia, sino en otros muchos países también. Pero hay que dar gracias de que existe ya que sin ella, las cosas irían aún peor.
El principal problema es que las escuelas y las universidades no enseñan cómo actuar en el contexto actual, lleno de incertidumbre e imprevisibilidad. El ritmo de vida se acelera. Muchas profesiones están quedando obsoletas y la gente no sabe cómo operar dentro del nuevo marco de referencia.
La principal habilidad que las instituciones educativas necesitan enseñar, tanto a niños como a adultos, es la capacidad para actuar en un mundo que cambia rápidamente.
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