Los habitantes de Altái recibieron el jomus, los yakutios el vargán, los jakasios el chatján, y el resto de pueblos parientes aprendieron a tocar otros instrumentos. El chatján y el chadagán, que tocan los tuvinos-todzhinets, tiene un aspecto similar al gusli ruso. Las cuerdas del chatján se hacían de pelo de caballo y la tabla de madera se tallaba a partir de un tronco de cedro o de pino.
El chadagán, el vargán, el jobyraj y el shoor, como muchos instrumentos populares, están pensados únicamente para tocarse en las yurtas o los chums, donde cabe un máximo de 20 personas. En una sala de conciertos moderna su sonido se pierde. Los lutieres intentan tener en cuenta las necesidades de sus clientes para sus obras conservando el sonido original y los materiales orgánicos.
“En las montañas hay árboles y animales: lo tenemos todo a mano. Nosotros preferimos el pelo de caballo, los tendones y las tripas secas” –comenta el maestro fabricante de instrumentos populares de Jakasia Piotr Topoyev.
Por esta razón, quienes desean ampliar su colección personal con un instrumento musical siberiano, primero buscan a un maestro lutier, después se apuntan a la lista de espera y su turno puede tardar años en llegar. Este déficit de instrumentos provoca algunos casos curiosos: durante sus giras en el extranjero, al grupo Ulguer a menudo les roban los instrumentos, que más tarde se venden en el mercado de objetos curiosos sin dejar rastro.
Fuente: RIA Novosti/Alexander Kryazhev
El pandero en los pueblos nativos de Siberia no es solo un instrumento musical, sino el principal objeto de culto del que dispone el chamán, con él entra en trance. Los pueblos del norte (los chukchis, los nganasán y los esquimales) utilizan panderos tanto para actividades de ocio como para sus ritos religiosos. Los habitantes nativos del sur de Siberia (los buriatos, los jakasios, los tuvimos y los altáis) creen que cualquiera que tome este instrumento en sus manos, excepto el chamán, quedará maldito.
El pandero se fabrica con la piel finamente curtida de un animal herbívoro tensada sobre una carcasa de madera. Existen panderos con forma ovalada o redonda, algunas tienen distintos tipos de cajas de resonancia. Los tamaños del instrumento también varían: los etnógrafos describen también algunos panderos del tamaño de una persona y de decenas de kilos de peso, así como algunos de 50 centímetros de diámetro.
Decorados con campanillas metálicas, láminas y carracas, los panderos tienen una apariencia muy elegante: al tocarlo con la mano, el instrumento se convierte en un cometa brillante con una cola de distintos colores. Los adornos aportan sonoridad adicional al instrumento: al golpearlo, el sonido atronador del pandero se mezcla con el tintineo y el repiqueteo, imitando los sonidos de la naturaleza. El mazo que sirve de atributo del pandero suele ser de cuero y se decora con monedas.
Los instrumentos musicales siberianos tienen muchos paralelismos con artefactos parecidos de otros pueblos y otros continentes. Por ejemplo, eljomus yakutio tiene parientes musicales en Noruega (la munharpa), en Kirguistán (el temir-komuz), en Japón (el mukkuri), en Irán (el zanburak) y en Camboya (el angkut).
Fuente: Nikolai Diakonov
El jomus se encuentra en Latinoamérica, África, en algunas zonas de Asia e incluso en Europa. Esta familia de instrumentos tiene más de cinco mil años. Los yakutios fabrican el jomus de madera, huesos de animales y acero en dos tipos: laminado y arqueado.
Solo los más entendidos son capaces de distinguir la manera característica de tocar de los yakutios: el músico se lleva el jomus a la boca con la mano izquierda y levanta la mano derecha doblada a la altura de la cabeza de con el dedo índice apuntando hacia abajo justo enfrente de la lengüeta del instrumento. En sus interpretaciones, los yakutios imitan con la voz el ruido de los cascos de los caballos, el aullido del lobo, el grito del águila y el murmullo del viento.
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