“Era de lo que más me gustaba cuando era niña”, recuerda Anna Sorókina, de la edición inglesa. “A veces mis padres me compraban mantequilla de chocolate. Se podían mezclar con las mermeladas caseras de arándanos o frambuesa. Era realmente delicioso”.
Se trata de uno de los postres más famosos de la URSS. Originalmente se preparaban en el mítico restaurante Praga de la calle Arbat, en Moscú.
¿Cuál es el secreto de su popularidad? La receta utiliza las sobras de otros dulces: los restos de un bizcocho o galletas rotas. Los cocineros añadían simplemente leche condensada y cacao y en casa se usaban galletas u otros ingredientes como base. En los tiempos más difíciles se usaba hasta pan.
“Mi abuela tomaba una cuchara llena de azúcar y la colocaba sobre el horno”, explica Nikolái Shevchenko. Poco después el azúcar comenzaba a derretirse y el aire dulce llenaba el aire. Todo el mundo que nació en la época soviética asocia este olor con su niñez. “Era lo que utilizaba mi abuela para atraer mi atención cuando estaba en la calle."
¿Cómo hacerlo? Toma una cuchara y colócala sobre el horno. Deja que se ponga marrón y después que se enfríe el azúcar derretido,que cristalice en un par de minutos. Pruébalo. Es difícil de masticar así que toma tiempo comerlo.
Desde la época soviética hasta día de hoy estos dulces de chocolate envueltos en coloridos papeles siempre han llamado la atención de los niños. “Oso del Norte”, “Ardilla”, “Estratosfera” eran algunos de los divertidos nombres de estos dulces.
“Mi madre me los escondía pero yo siempre era capaz de encontrar los paquetes”, afirma Alexándra Gúzeva.
Antes de que llegasen la Coca Cola o la Fanta los niños soviéticos estaban obsesionados con las bebidas rojas, naranjas o verdes. “Sitro”, “Buratino” o “Sayán” eran algunas de las variedades más famosas. Todavía se pueden encontrar en las tiendas rusas.
“Todo el mundo que creció en la URSS recuerda esas máquinas de venta en la que se podía sacar agua de manera gratuita y añadir sirope por un pequeño precio. ¡Era fantástico! Todo el mundo bebía del mismo vaso”, se ríe Gúzeva.
Todos los niños sabían que si el bote de leche condensada estaba demasiado tiempo el fuego podía explotar y dejar las paredes completamente pegajosas.
En cambio, si se hace bien es posible crear una cremosa pasta de caramelo que se puede comer con cuchara. También se puede utilizar en postres, galletas o rosquillas.
Actualmente ya la venden hervida en casi cualquier tienda así que no es necesario hacerla en casa.
Los niños soviéticos recuerdan cómo trataban de comer esta nube de azúcar lo más rápido posible antes de que se derritiera y que luego les quedaban las manos pringosas. El algodón de azúcar era algo especial.
“Siempre he asociado esta explosión de azúcar con el verano y con los paseos que daba con mis padres por el zoo de Moscú y el Parque Gorki”, recuerda Gúzeva.
Los donuts o rosquillas de la URSS no eran como los que se encuentran en EE UU rellenos de mermelada. En la URSS solamente había un tipo y era con azúcar por encima.
“Recuerdo que, por alguna razón, solo los vendían en el circo y tuve suerte porque crecí no lejos del circo de Moscú y los podía comer de vez en cuando. Mi cara se llenaba de azúcar y de felicidad”, afirma Gúzeva.
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