Dos años más tarde, Shchukin encargó varios paneles para su mansión de Moscú y le invitó a supervisar personalmente su instalación. Poco antes de su partida, el artista los presentó en el Salón de otoño de su tierra natal: los lienzos con figuras desnudas Música y Danza fueron terriblemente criticados. Pero Shchukin, aunque confundido al principio, apoyó a Matisse: "No se puede abandonar el campo de batalla, sin intentar luchar", - le escribió.
En octubre de 1911, Matisse llegó a Rusia. El artista visitó el Kremlin, la Galería Tretiakov y la ópera, conoció a los poetas Valeri Briusov y Andréi Beli. Este último resumió mejor que nadie la estancia del francés en Moscú: "Bebe champán, come esturión y alaba los iconos; no quiere ir a París".
Los iconos rusos se convirtieron en un verdadero descubrimiento para Matisse. Después de verlos, estaba tan encantado que no podía dormir: "He pasado diez años buscando lo que vuestros artistas descubrieron allá por el siglo XIV. No tenéis que ir a aprender de nosotros, somos nosotros los que tenemos que aprender de vosotros". Y subrayó: "Los rusos no sospechan la riqueza artística que poseen".
Matisse se quejó del tiempo lluvioso en la capital rusa, pero se maravilló de la lujosa vida moscovita: "Aquí se festeja desde la tarde hasta la mañana del día siguiente". Y de la propia ciudad dijo que "tiene su propio rostro y su propia imagen, primitiva, absolutamente bella e incluso un poco salvaje".
Suscríbete a nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes