Puedes verla en la nueva exposición Campo salvaje. En perpetuo movimiento, dedicada a los pueblos nómadas y al reflejo de su modo de vida en la cultura rusa.
La mencionada yurta es de origen turcomano. El personal del museo la compró durante una expedición en 1959. Tras una larga restauración, ¡ha llegado su momento!
La arqueóloga Natalia Shíshlina, comisaria de la exposición, cuenta que antiguamente cuatro mujeres podían montar una yurta desde cero en cuatro horas, sin usar escaleras. Hoy los especialistas tardarían un día y medio en montarla, incluso usando herramientas especiales.
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