Sin marido ni hermano
A espaldas de la bella desconocida sentada en un carruaje de dos plazas, es fácil reconocer el Teatro Alexandrinski y los contornos del Palacio Ánichkov de San Petersburgo.
Sin embargo, los contemporáneos de Kramskói habrían quedado estupefactos solo al ver el cuadro de 1883: una joven sentada sola en un carruaje, sin escolta masculina sería algo escandaloso en aquella época. Era casi imposible que una dama saliera sola, ya que siempre tenía que estar acompañada por su padre, su marido, su hermano o algún otro pariente.
Vestida a la última moda
La desconocida parece llevar lo mejor de todo a la vez: un sombrero de terciopelo con una pluma de avestruz y perlas, guantes de cuero de fina confección (este tipo de guantes se llamaban “suecos”) y un abrigo al estilo Skóbelev con cintas y adornos de piel. Puede parecer que se trata sólo de un “look de moda”, en el que se recogen las cosas más actuales de la temporada. Pero sólo las damas de dudosa reputación podían vestir así: entre los aristócratas se consideraba indecente llevar atuendos a la moda. Los críticos no han tenido ninguna compasión hacia la protagonista del cuadro y la llabaman una “meretriz en carruaje”, un “engendro de las grandes ciudades” y una “prostituta cara”.
¿Amante del Emperador o hija del artista?
Hay muchas versiones sobre la mujer retratada por Kramskói, desde la verosímil hasta la más fantástica. La más sencilla es que la modelo de Kramskói era una prostituta de lujo -al menos así podría interpretarse la aparición del palacio Ánichkov en el cuadro, cerca del cual, en el parque de Alejandro, se reunían las merertices. Otras versiones vinculan a la mujer desconocida con la dinastía Romanov.
Tal vez el retrato represente a la hermana del general Skóbelev, Zinaída Beauharnais: la princesa de Leuchtenberg tuvo un romance con el gran duque Alejo Alexándrovich. O bien podría ser la princesa Ekaterina Dolgorúkova, esposa favorita y morganática de Alejandro II. Ellas no temían saltarse las reglas, y a veces salían a pasear en un carruaje descubierto. Quizá la bella del cuadro sea la princesa Varvara Turkestánova, dama de honor de la emperatriz María Fiódorovna y amante de Alejandro I.
También hay versiones menos populares. Por ejemplo, la bella del retrato podría ser la hija de Iván Kramskói, Sofía. O Matrona Sávvishna Bestúzheva: el príncipe Bestúzhev se enamoró perdidamente de la criada de su tía y obtuvo permiso para un matrimonio desigual.
Trae desgracias
Hay muchas leyendas que rodean al cuadro de Kramskói. Una de ellas afirma que Desconocida trae mala suerte. El propio artista fue el primero en sentirlo: en contra de lo esperado, Pável Tretiakov no compró la obra para su colección. A los propietarios del cuadro les perseguían los problemas: adicción al alcohol, una esposa que huyó con su amante, un incendio del que sólo el lienzo de Kramskói salió ileso. Sus últimos propietarios fueron el fabricante de azúcar Pável Jaritónenko y su esposa Vera. En 1917 su mansión moscovita, junto con la colección de cuadros, fue nacionalizada. Y en 1925, Desconocida entró en la colección de la Galería Tretiakov de todas formas.
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