De hecho, mientras que en español la palabra “caucásico” puede referirse tanto a un tipo antropológico como a cualquier cosa relacionada con el Cáucaso, en ruso sólo es válida la segunda acepción. Así, al oír la frase, un ruso medio pensará sin duda en un nacional de los países o repúblicas situados en esta región montañosa que se extiende desde el estrecho de Kerch (mar Negro) hasta la península de Asferón, en el Caspio.
Las repúblicas rusas situadas aquí son Adiguesia, Daguestán, Ingusetia, Chechenia, Kabardino-Balkaria, Karachaevo-Cherkesia y Osetia del Norte-Alania.
Cultural y étnicamente, el Cáucaso es cualquier cosa menos homogéneo. Sólo en Daguestán hay representantes de un centenar de pueblos diferentes.
Entonces, ¿por qué, tanto en español, francés o en inglés, hablamos de “caucásicos” para referirnos a poblaciones procedentes, a grandes rasgos, de Europa, África del Norte y Oriente Próximo? De hecho, la palabra fue utilizada por primera vez en el siglo XVIII por el científico alemán Johann Friedrich Blumenbach, que dividió la raza humana en caucásicos, mongoles, malayos, etíopes y americanos.
Según Blumenbach, los caucásicos (personas de tipo europoide) se originaron en el Cáucaso, de acuerdo con el relato bíblico. De hecho, en los textos sagrados se dice que Noé amarró su arca en el monte Ararat, un lugar que se cree que está en la frontera turco-armenia. Este nombre fue retomado posteriormente por otros investigadores y se afianzó en el lenguaje.
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