Primer intento
Picasso se afilió al Partido Comunista Francés en 1944, cuando terminó la ocupación nazi de Francia. Y aunque no le obligaba a asistir a todas las reuniones del partido, el artista acudía a menudo a ellas y entregaba a los dirigentes sus cuadros.
Por cierto, el partido, no aprobó su manera de dibuja que estaba lejos de ser realista, pero aceptaba de buen grado las donaciones en forma de cuadros y los vendía.
Y en 1949, la Confederación General del Trabajo de Francia hizo un llamamiento al artista pidiéndole que felicite a Stalin por su 70º cumpleaños con un dibujo. Picasso cumplió el encargo, pero se limitó a una alegoría: dibujó sobre el papel una mano con un vaso de vino levantado y las siguientes palabras: “Staline à ta santé” (“¡Por tu salud, Stalin!”).
A los camaradas del partido les pareció indignante y criticaron el dibujo. Pero esto no fue nada comparado con la tormenta de pasiones que estalló tras el siguiente dibujo del “padre de los pueblos”...
Un ‘post mortem’ indignante
La relación de Picasso con los comunistas no se rompió tras el incidente con la felicitación. Le perdonaron. Pero cuando Stalin murió en 1953, Picasso tuvo que dibujarle a petición insistente de uno de los miembros del Comité Central del Partido Comunista Francés, Louis Aragon. Pocos días después de su muerte, el retrato de Stalin, realizado por Picasso, apareció en la portada de Les Lettres françaises.
Picasso dibujó a Stalin a partir de una fotografía tomada cuando era joven con todo el realismo posible de la época, dotando al retrato de una mirada soñadora y una fuerte barbilla. Sin embargo, los comunistas tampoco apreciaron los esfuerzos de Picasso, considerando que la obra fue una burla.
Además, la obra del artista tuvo graves consecuencias. La indignación del Partido Comunista fue tal que este emitió una declaración condenando categóricamente la publicación del retrato en el periódico. Los medios de comunicación comunistas franceses publicaron cartas de lectores indignados, en las que lamentaban que la imagen de Picasso de Stalin no tuviera nada que ver con la realidad. Y consideraban tal interpretación un insulto a la idea comunista.
Los conflictos internos de la dirección del partido se centraron en la búsqueda del culpable, y nadie quería estar implicado en el caso del cuadro. Muchos intentaron culpar al propio Picasso, explicando que había sido él quien había elegido esa forma de pintar, aunque podría haberlo “intentado mejor”: por ejemplo, tomar como base las obras de artistas soviéticos.
Aparte del conflicto interno, el “caso del retrato” debilitó la posición del propio partido. La búsqueda de culpables hizo que personas con cargos de autoridad empezaran a acusarse mutuamente de haber sido ellos quienes permitieron la publicación del dibujo de Picasso en la portada del periódico. El político francés Pierre Juquin, comunista, afirmó en un artículo que el punto más álgido de este conflicto había sido incluso el intento de suicidio de Louis Aragon.
Las cosas podrían haber acabado mucho peor...
Personas cercanas a Picasso recuerdan que el artista llevó muy mal lo del incidente con el retrato. Aunque no era el cuadro más “arriesgado” que podía haber pintado. Tras el escándalo, el escritor Pierre De, del periódico Les Lettres françaises, se reunió con el artista, y éste le dijo (en broma o en serio) que en un momento dado iba a pintar a Stalin desnudo.
Como escribió la investigadora inglesa Gertje Utley en su libro The Communist Years (Los años comunistas), Pierre Dé apuntó un breve monólogo de Picasso sobre su actitud ante esta situación: “Si hubiera pintado a Stalin viejo, con arrugas, bolsas bajo los ojos, todo el mundo habría gritado: ‘¡Cómo te atreves a pintarlo viejo!’ Así que incluso en un momento dado pensé en pintarlo con espíritu heroico, desnudo. Sí, pensé, eso sería genial. Pero, ¿y sus partes masculinas? En las esculturas clásicas, los penes son siempre pequeños. Pero estamos hablando de Stalin, un hombre poderoso, un verdadero toro de lidia. Pero si le pones un pene de toro, detrás del cual dibujas a un pequeño Stalin, es aún peor. Entonces todo el mundo gritará: ‘¡Lo has convertido en un pervertido sexual, un auténtico sátiro!”.
Tras el aluvión de críticas en contra de Picasso, su relación con el Partido Comunista se enfrió mucho, aunque el artista siguió haciendo donaciones y no renunció al título de comunista.
Unos años más tarde, cuando los crímenes de Stalin se dieron a conocer en Francia y comenzó la desestalinización, Picasso se reunió con Pierre Dé y le dijo: “Espero que ahora no me diga que pinté a Stalin de forma demasiado favorable”.
Picasso abandonó el Partido Comunista en 1956, cuando se enteró de la entrada de las tropas soviéticas en Hungría para reprimir el levantamiento. Esto ocurrió el mismo día en el que se inauguraba su primera exposición en Moscú. Al conocer la noticia oficial del despliegue de tropas, Picasso firmó una carta colectiva de protesta y abandonó el partido.
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