"El hombre en una encrucijada", Diego María Rivera, Fresco, 1934
Teatro de la Ópera de Ciudad de México, MéxicoDiego Rivera era uno de los artistas mexicanos más conocidos de su época y fue él quien fue invitado por una de las familias más ricas de EE UU, Nelson Rockefeller, a decorar el Rockefeller Centre de Nueva York en 1932.
Pero Rivera no sólo era un artista famoso, sino también un comunista acérrimo, por lo que el resultado de su trabajo fue totalmente inesperado para Rockefeller.
El tema de Rivera era "El hombre en una encrucijada". Y el artista lo interpretó como una elección entre capitalismo y comunismo. El capitalismo está retratado de forma terrorífica: en la esquina superior izquierda del fresco máscaras de gas y aviones militares, en el centro la represión policial de los manifestantes, escenas de "vida nocturna" salvaje. El comunismo, por el contrario, se representa con evidente simpatía: la estatua con la esvástica tiene la cabeza arrancada, en la esquina superior derecha una manifestación del Día del Trabajo, los trabajadores reunidos en torno a Lenin.
Lenin fue la causa del escándalo. Rockefeller exigió que Lenin fuera retirado del mural, pero Rivera se negó. Fue suspendido de su trabajo en el centro, y la parte acabada del mural fue destruida. Rivera lo restauró más tarde en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, pero en una forma ligeramente alterada. En el lado "capitalista" del mural, Rivera añadió un retrato del padre de Nelson, John Rockefeller, de forma muy antiestética.
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