Nikolái Gógol estaba tan aterrorizado de que esto ocurriera, que incluso mencionó la fobia en su testamento: “Pido que mi cuerpo no sea enterrado hasta que aparezcan signos aparentes de descomposición”. Su petición fue atendida; incluso le quitaron la máscara mortuoria, cubriéndole la cara con alabastro (lo que le habría impedido respirar).
Sin embargo, según algunos testimonios, Gógol simplemente cayó en un sueño letárgico. Cuando se exhumaron sus restos, la gente vio el forro del ataúd rasgado y su esqueleto en una posición antinatural.
El primer rumor de que Gógol fue enterrado vivo surgió inmediatamente después de su funeral: algunos monjes supuestamente oyeron gritos bajo tierra. Sin embargo, el mito se extendió realmente tras el nuevo entierro de sus restos en el cementerio de Novodévichi: el escritor Vladímir Lidin, presente en la exhumación, habló a sus conocidos y estudiantes del Instituto de Literatura sobre el esqueleto de Gógol retorcido de forma antinatural y los forros desgarrados del ataúd, describiéndolo también vívidamente en sus memorias.
Sin embargo, ninguna de las otras 20 personas que también estuvieron presentes en la exhumación llegó a confirmarlo. En cambio, hay otros testimonios: que después de 79 años prácticamente no había ataúd y que los forenses tuvieron que limpiar el esqueleto casi deshecho con cepillos y gran dificultad.
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