20 obras maestras de la Nueva Galería Tretiakov (CUADROS)

Cultura
ALEXANDRA GÚZEVA
La Galería Tretiakov es conocida como una de las mayores colecciones de pintura rusa. Su sección de Krymski Val alberga los mejores y más emblemáticos cuadros del siglo XX, desde los vanguardistas hasta los conceptualistas.

1. Iliá Mashkov. ‘Frutas en un plato’, 1910

Iliá Mashkov ha sido comparado con Matisse. Perteneció al grupo de artistas Sota de Diamantes, inventores de la “nueva pintura”. Lo importante para ellos no era el realismo de las imágenes y la reproducción exacta de luces y sombras, sino la invención de sus propios métodos de representación. Este cuadro de Mashkov se expuso en París en el Salón de Otoño de 1910.

2. Natalia Goncharova. ‘Fénix’, 1911

Goncharova, una de las “amazonas de la vanguardia”, comenzó su carrera pictórica en el estilo del impresionismo, para interesarse después por el cubismo y el primitivismo. A menudo utilizaba personajes de cuentos de hadas y motivos folclóricos en su obra, y también combinaba la pintura lubok con la religiosa, por lo que sus cuadros fueron censurados y retirados de exposiciones en repetidas ocasiones.

3. Vladímir Tatlin. ‘Una modelo’, 1913

Este artista es conocido sobre todo por la “Torre de Tatlin”, un proyecto para el Monumento a la Tercera Internacional (1919-1920). Fue el fundador del constructivismo soviético y, antes de la revolución, era un brillante representante de la vanguardia rusa. Su estilo se ha comparado con el de Picasso.

4. Vaisili Kandinski. ‘Composición VII’, 1913

Kandinski hacía hincapié en la no objetividad, en la expresividad de las líneas y la mancha de color. Creía que la forma abstracta podía expresar lo que era inaccesible a las técnicas tradicionales. Este cuadro en particular se considera un ejemplo de la madurez creativa del artista.

5. Marc Chagall. ‘Sobrevolando la ciudad’, 1914-1918

Chagall tenía un estilo creativo propio con referencias al art nouveau; en sus cuadros creaba un mundo único entretejido de pasiones y recuerdos personales. En uno de sus cuadros más famosos, se representa a sí mismo y a su mujer, Bella, sobrevolando su ciudad natal, Vítebsk.

6. Kazimir Malévich. ‘Cuadrado negro’, 1915

Uno de los cuadros más famosos del arte ruso y un auténtico manifiesto de la vanguardia. El propio Malévich definió su estilo como suprematismo, esencialmente cubismo, llevado al estadio más alto de abandono de la objetividad. En la primera exposición en la que apareció el cuadro, se colgó como un icono: en un rincón “rojo”, lo que para Malevich era un triunfo de la pintura. Usó varios colores que se mezclaban para producir un color negro.

Más información sobre “Cuadrado negro” aquí.

7. Aristarj Lentúlov. ‘El doblar de las campanas (Campanario de Iván el Terrible)’, 1915

Lentúlov utiliza un método pictórico único, como si las partes de sus cuadros se desmenuzaran y volvieran a montarse en un puzle de muchas piezas pequeñas. Se aparta del plano y de la perspectiva, atravesando libremente las distintas partes de la imagen arquitectónica. Lentúlov crea en sus cuadros una sensación de cuento de hadas y, al mismo tiempo, de dinamismo, como si del balanceo de la campana se tratara.

8. Alexánder Deineka. ‘Antes de descender a la mina’, 1925

Deineka canta a los obreros, a los soldados y a la nueva visión soviética del mundo y del hombre, y este cuadro es un intento de articular la imagen “típica” del proletario. Utiliza una manera gráfica de pintar, y el color carbón subraya el tema.

9. Yuri Pímenov. ‘¡A nosotros la industria pesada!’ 1927

Otro himno pictórico a los proletarios soviéticos fue pintado por Yuri Pímenov. Combinó varios ángulos de visión: trabajadores musculosos tirando de una cuerda en primer plano, y a lo lejos empujando un carrito. Todo ello con el telón de fondo de las estructuras metálicas de la fábrica. Esta obra fue inspirada en las obras de los expresionistas alemanes. Más tarde, Pímenov se convertiría en un modelo de realismo socialista, de pintura comprensible y accesible para todos.

10. Pável Kuznetsov. ‘Pushball’, 1931

Kuznetsov comenzó con el art nouveau, las naturalezas muertas al pastel, los coloridos temas orientales y la pintura religiosa. Pero en la época soviética también empezó a dedicarse a temas que tenían demanda: el trabajo, la industria y la agricultura. O, como en este caso, los deportes, que se promovían activamente en la URSS.

11. Yuri Pímenov. ‘Nuevo Moscú’, 1937

La obra es un manifiesto del género del realismo socialista (aunque en ella aún se aprecia la influencia del impresionismo). El artista glorifica el sistema socialista y la vida en el nuevo Estado soviético, y el nuevo Moscú soviético (reconstruido por Stalin), con sus amplias avenidas y su arquitectura monumental.

12. Alexánder Deineka. ‘Futuros pilotos’, 1938

Despreocupados niños desnudos se sientan al sol después del baño y observan atentamente un hidroavión en vuelo, comentando su trayectoria e imaginando cómo volarán ellos mismos algún día. Este cuadro del género del realismo social es una metáfora de un bello futuro.

13. Víktor Popkov. ‘Constructores de Bratsk’, 1960 - 1961

Popkov es un artista de una nueva generación, hijo de la época soviética. Aunque pintado durante el deshielo de posguerra, Constructores de Bratsk es un ejemplo del “estilo duro” característico de la pintura soviética de los años 50-60. El cuadro representa a los constructores de la central hidroeléctrica de Bratsk (también glorificada en un poema de Yevgueni Yevtushenko de 1965).

14. Dmitri Zhilinski. ‘Una familia junto al mar’, 1964

Zhilinski es un artista brillante cuya pintura de posguerra combina el Renacimiento europeo y la pintura de iconos de la Rusia antigua e intenta ponerla en el lenguaje del presente.

15. Gueli Kórzhev. ‘Madre’, 1964- 1967

“Somos una generación impregnada por la guerra. Algunos luchamos, otros no. Pero todos nos hemos criado en este ambiente”, afirma Kórzhev. Es otro representante del “estilo severo”, cuyos cuadros son más bien minimalistas en cuanto a medios expresivos, pero nítidos y penetrados de dramatismo.

16. Robert Falk. ‘Muebles rojos’, 1920

Durante muchos años, Falk se dedicó a la creación en París y buscó durante toda su vida su lenguaje original, haciendo malabarismos con el cubismo, el impresionismo y el expresionismo. Fue considerado el primer artista ruso de vanguardia que en la URSS no se desvió hacia el realismo socialista, sino que siguió siendo un “puente” hacia la libertad y el pensamiento experimental.

17. Pável Filónov. ‘Composición con seis caras’, principios de los años 30

Un enigmático maestro de la vanguardia rusa que creó numerosos micromundos propios. En el lienzo, las cabezas parecen asomarse desde el interior de un mundo hecho de partículas.

18. Francisco Infante-Arana. ‘La espiral dinámica. La energía creciente del espacio rojo’, 1964

El hijo de un emigrante político español, se inspiró en Malévich y Tatlin y creó su propio geometrismo abstracto. Infante-Arana tiene toda una serie de espirales diferentes que pueden clasificarse como arte óptico (op art): crea una imagen que fuerza un movimiento inconsciente. Se cree que se anticipó a la pintura por ordenador.

19. Iván Chuikov. ‘El mar. Políptico. Abajo a la izquierda’, 1990

El conceptualista moscovita Chuikov es especialmente conocido por sus collages, así como por sus paisajes en “ventanas” (algunos fueron pintados directamente sobre marcos de ventanas reales). La idea principal de muchos de los cuadros del artista era descifrar la pintura, es decir, utilizar medios aparentemente tradicionales para obtener una obra conceptualmente nueva. El método de la fragmentación, como en este cuadro, es una de sus técnicas favoritas.

20. Mijaíl Roguinski. ‘La puerta roja’, 1965 (1994)

Mijaíl Roguinski fue un importante artista de la segunda mitad del siglo XX, incluso se le llama el “padre del pop art ruso”. La puerta roja es una de sus obras más emblemáticas. Pintada en 1965, creó una tormenta de emociones para varias generaciones de espectadores. ¿Es una obra de arte o el artista se limitó a pintar la puerta y hacerla pasar por una obra de arte? El propio Mijaíl Roguinski solía decir: “No es una puerta, es la energía”.

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