Película "La pequeña Vera", Vasili Pichul. Estudio cinematográfico Gorki, 1988.
Global Look PressHubo un dicho popular sobre la URSS “no hay sexo en la Unión Soviética”, por lo que, según esta lógica, tampoco debería haber habido cine erótico. En su lugar, la propaganda cultural sustituyó hábilmente la erótica por el deporte: los cuerpos en forma y con poca ropa estaban ahí, pero sólo en el contexto del atletismo. Por ejemplo, sosteniendo un remo o metiendo un tiro.
Las escenas eróticas en las películas extranjeras solían eliminarse. Entonces, ¿qué debían hacer los cineastas soviéticos en esta situación? Resulta que algunos de ellos hicieron algunas películas bastante atrevidas.
¿Recuerdas La forma del agua, el aclamado drama fantástico sobre una mujer muda que se enamora de una criatura anfibia humanoide que ganó el Oscar a la mejor película en 2018? No está mal, desde luego, pero esto podría haberse visto en fecha mucho más temprana. Unos 50 años antes se barajó en Hollywood la idea de hacer una película con un argumento muy similar basada en una novela del autor soviético Alexánder Beliáiev. Sin embargo, al final no salió adelante porque los productores decidieron que las difíciles y largas escenas bajo el agua no merecerían la pena.
Sin embargo, en la Unión Soviética sí se adaptó a la gran pantalla, y se convirtió en una película de culto para los aficionados a la ciencia ficción soviética. Todo en la película era llamativo para su época: el traje del hombre anfibio, que estaba hecho de 10.000 escamas, sus escenas submarinas reales, la banda sonora y, además, la película contenía las primeras escenas eróticas vistas en la Unión Soviética. En una escena, la protagonista femenina, Guttiere, interpretada por Anastasia Vertínskaia (que era como una Greta Garbo soviética), aparece con un traje de baño transparente. Durante varias décadas después del estreno de la película, Vertínskaia fue considerada un símbolo sexual.
Es cierto que quizá no sea lo que se espera de la palabra “erótica”, pero no hay que olvidar que la película se estrenó sólo nueve años después de la muerte de Stalin, así que ¿qué se puede esperar? Fue muy atrevida para su época.
Hubo un largo camino desde los fugaces atisbos de pezones hasta una película que rompió numerosos tabúes de su época. La pequeña Vera, dirigida por Vasili Pichul, fue un segundo intento, considerablemente más audaz, de incluir escenas eróticas en el metraje de un film. La película fue célebre porque, por primera vez en la historia del cine soviético, mostraba relaciones sexuales.
“Recuerdo que sacamos toda la escena de una película de [Bernardo] Bertolucci. Creo que fue una brillante jugada de relaciones públicas de Vasili Vladímirovich Pichul”, recuerda Natalia Negoda, que interpretó a Vera. "Recuerdo que nos reunimos en la cocina de alguien y empezamos a pensar en cómo hacerlo técnicamente. Y lo rodamos en un estado medio inconsciente”.
Pero el truco funcionó. Más de 50 millones de personas vieron la película en la Unión Soviética, y Negoda se convirtió en la primera actriz soviética en aparecer en la portada del Playboy estadounidense. La película, que describe la vida de una joven llamada Vera con el telón de fondo de los conflictos generacionales, la pobreza provinciana y la embriaguez, ha pasado a la historia como un símbolo del periodo de la Perestroika. Para ser justos, esto no es sólo gracias a sus escenas de sexo. La película incorporó un grado de realismo sin precedentes sobre la vida del pueblo soviético e impulsó una avalancha de películas sobre temas antes prohibidos, como la violencia doméstica, la prostitución y el crimen. En conjunto, este género pasó a llamarse chernuja [realismo descarnado].
Siguiendo los pasos de La pequeña Vera, el melodrama de Piotr Todorovski 'Intergirl', que invita a la reflexión, se convirtió en otro símbolo de los cambios sociales y la nueva estética, incluso con un toque erótico. La película cuenta la historia de una enfermera que trabaja como prostituta a tiempo parcial en hoteles para extranjeros con el fin de ganar divisas. Una película de este tipo podía optar a financiación estatal, por lo que la película se realizó como coproducción ruso-sueca.
Todorovski, un cineasta serio que hizo películas de guerra y fue nominado al Oscar, no quería inicialmente hacer una película sobre prostitutas. Fue su mujer la que insistió: le llevó a diferentes hoteles y le mostró prostitutas reales. "No hice una película sobre una putana [en la jerga rusa: una prostituta que trabaja por moneda fuerte], sino sobre una mujer que no podía realizarse en el periodo soviético", dijo Todorovski más tarde.
Pero la película se entendió de otra manera. De hecho, durante una década, la prostituta que cobraba en divisa extranjera fue vista como una especie de heroína de la época, no como una mujer en circunstancias difíciles, sino como un modelo a imitar. Intergirl mostraba al público cómo ganar dinero aparentemente fácil durante un periodo de privaciones masivas.
El título habla por sí mismo. Se trata de una historia, esta vez una comedia, sobre el ya conocido tema de la prostitución. Para ser más precisos, la película trata de una ciudad de provincias que se ve sacudida por la pobreza y que trata de resolver la situación a través de un esfuerzo empresarial bastante original: convertir el museo de historia local en un burdel.
La película está llena de cuerpos desnudos y de la bella y talentosa Anna Samójina, que hizo carrera apareciendo desnuda en películas en los años 90. Sin embargo, el sexo aquí sigue siendo principalmente de naturaleza cómica. En el ocaso del periodo soviético ya existían muchas películas similares de bajo presupuesto y de mala calidad. Era como si el erotismo hubiera irrumpido por fin en la vida de la gente corriente, pero nadie sabía aún qué hacer con todo ello. Los cineastas no fueron una excepción.
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