El líder de la Revolución de 1917, Vladímir Lenin, consideraba que el cine era “la más importante de las artes”. Tenía sus propios objetivos al decir eso, y por supuesto, el cine era una gran herramienta de propaganda para las masas analfabetas. Sin embargo, el primer cine ruso de vanguardia fue revolucionario en sí mismo, y se desarrolló con bastante rapidez. Los soviéticos construyeron cines por todo el país para garantizar que todos tuvieran acceso a las películas.
He aquí algunos magníficos carteles de películas de principios del siglo XX, que son piezas de arte en sí mismas.
1. Dziga Vertov. El hombre de la cámara, 1929
Esta película experimental se considera hoy un clásico. Realmente tenía una mirada fresca sobre el cine: al principio de la película, los títulos en pantalla insisten en que se trata de “una comunicación cinematográfica de fenómenos visuales” sin subtítulos, escenario o teatro. Ambos carteles son un juego con la metáfora principal de la película: la cámara como “ojo cinematográfico” en el centro de todo.
2. Kote Marjanishvili. La pipa del comunero, 1929
Esta película está basada en un relato corto del escritor soviético Ilyá Ehrenburg y aborda cosas que preocupaban a los soviéticos: las clases bajas que luchan por la libertad. Se trata de la historia de un albañil de París, Louis, durante la Comuna francesa y el asedio de París en 1870 y la proclamación de la Tercera República. El diseño del cartel proviene del constante compañero de Louis: su pipa. En lugar de humo, los acontecimientos de aquellos tiempos revolucionarios (y fotogramas de películas) salen de su pipa.
3. Mark Tereshchenko. El gran dolor de una pequeña mujer, 1929
Galia perdió a su marido durante la Guerra Civil en Rusia, pero a lo largo de los años le sigue siendo fiel, aunque conoce a un nuevo y buen hombre. Esta película es fruto de la revolución sexual de la época, y de una nueva visión del matrimonio.
4. Viktor Turin. Turksib, 1929
Este es un documental sobre la construcción del Ferrocarril Turquestán-Siberia, conocido como el Turksib. Se trata de un proyecto muy importante que debía suministrar algodón desde Asia Central a la Unión Soviética. Unas increíbles imágenes muestran lo sorprendente que es ver un tren atravesando el desierto.
5. Joseph Poselski. Espartaquiada, 1929
Joseph Poselski fue un verdadero maestro de los documentales soviéticos. Sus obras de propaganda elogiaban al Ejército Rojo, el Primero de Mayo, la Juventud Soviética e incluso la metalurgia... La película es un himno a la Espartaquiada, una extravagancia deportiva socialista, y una versión comunista de los Juegos Olímpicos, en los que la URSS no participó, por considerarlos un evento capitalista.
6. Iván Piriev. El funcionario, 1931
La primera versión de la película fue prohibida por la censura por considerarla demasiado satírica en su descripción de la burocracia soviética. El director reelaboró el material y lo centró en los “destrozos”, los “actos de distracción” y el “sabotaje contrarrevolucionario”, cosas que importaban a las autoridades soviéticas.
7. Borís Barnet. La chica de la sombrerera, 1927
Justo antes de emigrar a EE UU y hacer carrera en Hollywood, Anna Sten era la actriz principal de las películas soviéticas. Esta comedia trata de una joven y elegante mujer de Moscú que ayuda a un joven estudiante provinciano a encontrar un lugar para vivir en la capital.... El cartel (izquierda) señala ingeniosamente: “¿Dónde está el hombre? Se fue a ver La chica de la sombrerera”.
8. Alexánder Balaguin. Gueorgui Zelondzev-Shipov. Cinco minutos, 1928
El título de esta película también se conoce como Cinco minutos que conmocionaron al mundo. Trata sobre el día en que murió Vladímir Lenin, cuando se paró todo el trabajo y la producción en el mundo (como imagina la película).
9. Serguéi Eisenstein. El acorazado Potemkin, 1925
Un clásico del cine soviético y universal, que hasta hoy sigue siendo apreciado por los críticos de cine. Realizada en 1925, recoge la primera revolución rusa de 1905 y una revuelta de la tripulación del Acorazado Potemkin.
10. Serguéi Eisenstein. Octubre, 1928
Otra obra maestra intemporal de Eisenstein está dedicada a los acontecimientos de la revolución bolchevique de octubre de 1917. El cartel (arriba a la izquierda) dice: “Diez días que estremecieron al mundo”.
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