Increíblemente hermoso, naturaleza virgen y alucinantes paisajes exóticos, este lago está considerado como una de las maravillas naturales de Rusia. La superficie de aguas tranquilas refleja los bosques y las montañas que parecen custodiar el lago a su alrededor. El lago Jack London tiene 10 km de longitud y se asemeja a un fiordo noruego. Los escasos viajeros que llegan a este remoto lugar encuentran en él el paisaje más romántico de todo el Extremo Oriente. Sin embargo, su historia tiene capítulos oscuros.
¿Cómo se descubrió el lago?
La región de Magadán, en el noreste de Rusia, alberga lugares aún no dominados por el hombre. El clima es duro, con un invierno gélido, mientras que la temperatura en verano no sube mucho más de +12ºC. Durante el primer período soviético, en la búsqueda de recursos naturales, se enviaron aquí grupos de geólogos para estudiar e investigar estas tierras.
En 1932, en la cordillera de Annachag, a una altura de 803 metros sobre el nivel del mar, los geólogos descubrieron un nuevo lago. Lo bautizaron con el nombre del escritor estadounidense Jack London. Y en 1975 todo el parque nacional adoptó este nombre.
Una hermosa leyenda sobre un hermoso lago
Lago Jack London
Getty ImagesLa leyenda más común sobre el origen toponímico es que cuando los geólogos llegaron al lago, encontraron en sus orillas un volumen de la novela de Jack London, Martin Eden. Suena romántico, pero no muy realista. Entonces, ¿tuvo el escritor alguna relación con este lugar?
Lo más “cercano” a Jack London fue a finales del siglo XIX, cuando trabajó como marinero en el mar de Bering y en las costas de Japón. Luego, en 1904-1905, trabajó como corresponsal cubriendo la guerra ruso-japonesa.
Su personaje principal, Martin Eden, era un pobre trabajador y marinero. London escribió el libro en 1909, tras su regreso de la fiebre del oro que le llevó a Alaska.
Así que parece que la conexión es muy débil o falta por completo. ¿Podría alguien haber llevado un libro escrito por London, incluso antes de que cualquier expedición llegara a este remoto lugar? Es poco probable.
Sin embargo, esta leyenda se hizo popular entre los lugareños, y ahora existe una divertida costumbre local: las personas que consiguen llegar al lago dejan un ejemplar de Martin Eden, para que otros que lleguen lo encuentren. De este modo, la leyenda ha cobrado vida.
Una historia más realista
London escribía sobre gente pobre y trabajadores que luchaban en sus vidas y superaban duras condiciones, y combinaba sus tramas con representaciones realistas de estas luchas y aventuras. Esto hizo que las obras de London estuvieran muy cerca de la ideología soviética, y en este sentido sus libros podrían compararse con los de Maxim Gorki, (London leyó a Gorki y apreciaba mucho al escritor soviético).
Jack London
Getty ImagesAdemás, London simpatizaba con el comunismo y leía las obras de Karl Marx. Así, en la Unión Soviética, las novelas de London gozaban de gran favor y en los años 20 se tradujeron y publicaron activamente.
Al igual que los niños, los románticos y los amantes de la literatura, los aventureros, viajeros y descubridores soviéticos leían los libros de London con gran aprecio. Uno de los más ardientes admiradores del escritor fue el geólogo Yuri Bilibin. En 1928 encabezó la primera expedición a la cuenca del río Kolimá, la región donde comenzó la fiebre del oro.
Probablemente Bilibin se sintió un poco como London en Alaska, pero no fue el primero en sugerir que se diera el nombre del escritor a algún lugar de la región. En 1932, el geólogo Piotr Skorniakov, compañero de Bilibin (y otro admirador del escritor estadounidense), sugirió dar a este lago en particular el nombre de Jack London.
El lado triste de la historia es que la cuenca del río Kolimá, donde más tarde se descubriría el lago Jack London, se asocia con el Gulag. Bilibin era un ingeniero del Gulag de Dalstrói, donde había gran cantidad de prisioneros del Extremo Oriente.
Mina de oro en el Gulag de Kolimá, alrededor de 1934
Dominio públicoEsta rama del Gulag tenía que desarrollar la extracción de recursos naturales y la minería, así como construir la infraestructura. Los prisioneros trabajaban en condiciones inhumanas, con un clima muy duro. Sin equipo alguno, tenían que buscar oro con las manos desnudas en las frías aguas de los ríos locales.
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