25 obras maestras de la Galería Tretiakov que tienes que conocer (Fotos)

Un día entero no es suficiente para recorrer las interminables salas de los dos enormes edificios del museo más famoso de Moscú. Hemos seleccionado las 25 joyas de la mejor pinacoteca de pintura rusa del mundo.

El sueño del creador de la galería, Pável Tretiakov, era crear un gran museo público de arte ruso. Esta idea contrastaba con los nobles que le precedieron, que habían coleccionado principalmente pinturas y esculturas de Europa occidental. Este exitoso comerciante puso de moda a los artistas rusos y compró sus cuadros con celo. Al final, consiguió algo más que su sueño, y se llegaron a añadir cuatro alas a su mansión en el centro de Moscú. 

En la década de 1980, se construyó un nuevo edificio especialmente para el arte ruso del siglo XX, llamado Nueva Galería Tretiakov.

En la actualidad, la colección del museo contiene más de 190.000 obras. Echemos un vistazo a las más importantes.

1. Andréi Rubliov. “La Trinidad”, 1411

Solo un puñado de obras supervivientes pueden atribuirse de forma fiable al legendario Andréi Rubliov. El icono de la Trinidad es la reliquia más famosa y valiosa de la colección del museo. Originalmente se encontraba en la Lavra de la Trinidad de San Sergio en Sérguiev Posad, pero después de la Revolución fue trasladado a la Galería Tretiakov.

2. Karl Briúlov. “El jinete”, 1832

Briúlov pasó muchos años en Italia, donde pintó este cuadro en Milán por encargo de la condesa Yulia Samoilova. Los contemporáneos admiraron la habilidad y la gracia del retrato ecuestre. Pável Tretiakov adquirió el cuadro durante una subasta de los bienes de Samoilova.

3. Alexánder Ivánov. “La aparición de Cristo ante el pueblo”, 1837-57

El cuadro de Ivánov fue comprado por el emperador Alejandro II y donado al Museo Rumiantsev, desde donde llegó a la Galería Tretiakov en 1924. Para albergar el lienzo de 5,4 x 7,5 metros, se construyó una sala especial. 

4. Pável Fedótov. “El desayuno del aristócrata”, 1849-50

Fedótov es un verdadero maestro de la pintura de género.  Cada lienzo suyo ofrece un sinfín de detalles, casi como en las obras pequeñas y acabadas del Siglo de Oro holandés.

5. Konstantín Flavitski. Princesa Tarakanova, 1864

Una de las primeras obras que Tretiakov compró para su galería. Representa el tema histórico de la princesa Tarakanova, que decía ser la hija de la emperatriz Isabel y estaba encarcelada en la fortaleza de Pedro y Pablo, donde, según la leyenda, murió durante una inundación. Vemos la subida del agua, las ratas y la angustia en el rostro de la prisionera.

6. Vasili Perov. “Troika. Aprendices de obreros transportando agua”, 1866

Perov fue uno de los primeros en pintar lienzos de temática social, abordando con habilidad los problemas más acuciantes de la época. La representación de los niños que sufren cargando pesados barriles de agua y el tono general del cuadro hablan de la más absoluta desesperanza. Tretiakov compró el cuadro en cuanto el artista dejó el pincel.

7. Vasili Vereshchagin. “La Apoteosis de la Guerra”, 1871

Vereshchagin fue un soldado que alcanzó la fama como pintor de batallas. Pintó este lienzo tras un viaje a Asia Central. La idea de la obra se inspiró en la leyenda del kan mongol Tamerlán, que dejó tras de sí montañas de cráneos en el campo de batalla. La inscripción en el marco reza: “Dedicado a todos los grandes conquistadores: pasados, presentes y futuros”.

8. Alexéi Savrasov. “Los grajos han vuelto”, 1871

Este paisaje se considera pionero en el arte ruso. Nadie antes de Savrasov había retratado la naturaleza con una tristeza tan realista. Abedules grises, inundaciones primaverales, una pequeña iglesia: los contemporáneos creían que el artista había pintado el alma misma de Rusia. Para comprar el cuadro, Pável Tretiakov viajó especialmente a la ciudad de Yaroslavl, donde trabajaba Saravrasov.

9. Arjip Kuindzhi. “Bosque de abedules, 1879

Kuindzhi está considerado como un verdadero maestro del uso de la luz. En este cuadro predomina el verde, y el artista juega con el contraste de las manchas solares y la profundidad de las sombras. El lienzo fue expuesto en una exposición del Movimiento Itinerante, donde Tretiakov se hizo con él.

10. Viktor Vasnetsov. “Alenushka”, 1881

La Galería Tretiakov alberga varias obras del principal artista folclórico de Rusia, una de las más famosas es Bogatyrs. Vasnetsov llevaba tiempo alimentando la idea de Alenushka cuando un día, junto a un estanque de la finca de Abrámtsevo, se topó por casualidad con una sencilla campesina con la cabeza descubierta, cristalizando en su mente el tema del cuadro, del que, en palabras del propio artista, “brotó el especial aliento vital ruso”.

11. Iván Kramskói. “Mujer desconocida”, 1883

Una de las obras más famosas de Kramskói representa a una joven en un carruaje abierto en la Nevski Prospekt de San Petersburgo. Los historiadores aún debaten sobre quién fue la modelo del artista.

12. Vasili Súrikov. “Boyarina Morozova”, 1884-87

Esta poderosa composición con varias figuras representa un acontecimiento histórico real: como castigo por negarse a aceptar la reforma de la Iglesia Ortodoxa Rusa, una mujer de la nobleza es entregada con grilletes a un convento, mientras muestra desafiantemente la señal de la cruz con dos dedos a la multitud. Tretiakov compró el cuadro en una exposición; el lienzo, de 3 x 5,8 metros, ocupa un lugar especial en la galería.

13. Ilyá Repin. “Iván el Terrible y su hijo Iván el 16 de noviembre de 1581”, 1885

Gracias en gran medida a este cuadro de Repin, se cree que Iván el Terrible mató efectivamente a su propio hijo en un ataque de furia golpeándolo en la sien con su bastón. Alejandro III llegó a prohibir la exhibición pública del espantoso cuadro, pero Tretiakov lo compró, y más tarde se convenció al emperador de que cambiara de opinión.

14. Valentín Serov. “Niña con melocotones”, 1887

Una de las obras más famosas de Serov, pintada en Abramtsevo, fue la de la hija de su mecenas, Savva Mámontov. El espectador queda cautivado por la increíble frescura y despreocupación de la infancia con la que el cuadro brilla. El retrato fue comprado por la galería en 1929 a los descendientes de Mamontov.

15. Iván Shishkin. “Mañana en un bosque de pinos”, 1889

El bosque de coníferas de hoja perenne es un motivo favorito de Shishkin. Los cachorros de oso que aparecen en el cuadro fueron pintados por otro artista, Konstantín Savitsky, pero éste retiró posteriormente su firma de la obra y renunció a los derechos de autor. El tema es conocido por todos en Rusia, porque desde la época soviética aparece en el envoltorio de uno de los caramelos más populares.

16. Mijaíl Nésterov. “La visión al joven Bartolomé”, 1890

El cuadro representa un tema muy importante en la historia de la Iglesia, y abre el ciclo de obras del artista sobre la vida de San Sergio de Rádonezh. Bartolomé, el nombre secular del santo, era un niño analfabeto hasta que un encuentro casual con un monje lo llenó de sabiduría... Nésterov consideraba el cuadro como la cumbre de su arte. Tretiakov lo compró en una exposición de los Itinerantes.

17. Mijaíl Vrubel. “El demonio sentado”, 1890

Toda una sala está dedicada a este artista, uno de los más místicos de la Galería Tretiakov. Este es uno de los muchos demonios de Vrubel, y una obra maestra del simbolismo ruso. El cuadro encarna la eterna lucha de un espíritu rebelde: el bello y poderoso demonio mira con tristeza el mundo que le rodea, que está cambiando, como si se refractara en los cristales. Tras la Revolución, el cuadro fue trasladado a la Galería Tretiakov desde una colección privada.

18. Isaac Levitán. “Sobre la paz eterna”, 1894

Discípulo de Savrasov y autor de “Los grajos han vuelto”, Levitán adoptó y perfeccionó la visión de este último del paisaje ruso, melancólico y conmovedor. Se considera uno de los cuadros más rusos jamás creados.

19. Natalia Goncharova. “Autorretrato con lirios amarillos”, 1907

La gran sacerdotisa de la vanguardia rusa, junto con su marido Mijaíl Lariónov, fue miembro de varias sociedades artísticas progresistas y participó en muchas exposiciones modernistas tanto en Rusia como en Europa. Este autorretrato refleja la fascinación de Goncharova por el expresionismo.

20. Zinaida Serebryakova. “En el tocador. Autorretrato”, 1909

Serebryakova pintó cuadros llenos de ternura: niñas, campesinas, paisajes idílicos, miembros de la familia. Los contemporáneos se deshicieron en elogios hacia este autorretrato en el espejo, calificándolo de obra fresca, dulce y muy artística.

21. Kuzmá Petrov-Vodkin. “El baño del caballo rojo”, 1912

El arte de Petrov-Vodkin reimaginó la pintura de iconos rusa. Los contemporáneos interpretaron el cuadro de diferentes maneras, pero en los albores de la Revolución, se creía que el caballo rojo simbolizaba el camino de la nueva Rusia. El lienzo estuvo durante mucho tiempo en Suecia, y no llegó a la Galería Tretiakov de manos privadas hasta 1961.

22. Vassili Kandinski. “Composición VII”, 1913

El pintor abstracto más destacado de Rusia vivió y trabajó durante muchos años en Alemania. Fue uno de los primeros artistas en rechazar la figuración y centrarse en el color: “El color es un poder que influye directamente en el alma”. Los críticos de arte consideran esta composición como la cumbre de la obra de Kandinsky, encontrando en ella una combinación de temas bíblicos: la Resurrección, el Juicio Final, el Diluvio y el Jardín del Edén.

23. Kazimir Malévich. “Cuadrado negro”, 1915

El cuadro más famoso y controvertido de la vanguardia rusa causó un gran revuelo en “La última exposición futurista de pintura 0.10”, donde se expuso por primera vez. Se colgó en el “rincón rojo”, el lugar de la casa habitualmente reservado a los iconos. Las radiografías de 2015 revelaron la presencia de varias capas más bajo la imagen final, y en un principio la obra parecía una composición cubofuturista. Pero durante sus profundas reflexiones sobre la forma y el color en la pintura, el artista concibió la idea del suprematismo, el dominio del color. Malévich realizó varias versiones más del cuadro, incluida una especialmente para la Galería Tretiakov, ya que el original estaba cubierto de pequeñas grietas.

24. Borís Kustódiev. “El bolchevique”, 1920

Kustódiev es conocido sobre todo por sus escenas de la vida mercantil y pueblerina rusa, pintadas en tonos brillantes y centradas en las ciudades antiguas, las iglesias y las fiestas populares. Una de las últimas obras del artista, “El bolchevique”, refleja sus impresiones sobre la Revolución de 1917, que observó desde la ventana de su casa, confinado en una silla de ruedas.

25. Alexánder Deineka. “Futuros pilotos”, 1938

Alexánder Deineka es uno de los artistas soviéticos más famosos, creador de numerosas piezas de propaganda. Su obra “Pilotos del futuro” es una de las más emblemáticas del estilo artístico oficial soviético, conocido como realismo socialista.

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