Cómo el ‘niño con cabeza de perro’ ruso conquistó los EE UU

Dominio público, Russia Beyond
Fiódor Yevtishchev padecía una rara enfermedad: hipertricosis. Se hizo famoso en el siglo XIX como atracción de circo, mostrando su extraña condición al público. El productor del espectáculo en el que trabajó llegó a hacer gruñir al joven, lo que llevó a los medios de comunicación a apodarlo el “Jo-Jo, el chico con cabeza de perro”.

Hoy en día, las diversas causas de la rara enfermedad genética de la hipertricosis (vellosidad excesiva) son bien conocidas, y van desde una alteración hormonal hasta un mal funcionamiento del sistema nervioso. Pero en el siglo XIX no existía ninguna explicación a este mal. O más bien la había: el atavismo, es decir, la reversión a una forma ancestral, por la que se creía que las personas “peludas” estaban más cerca de los animales. A tales individuos, cuyo rostro, cuello, hombros y espalda estaban a menudo cubiertos de pelo, se les llamaba “gente perro”. 

El Diccionario Enciclopédico de Brockhaus y Efron, publicado en la Rusia Imperial a finales del siglo XIX, cita por su nombre a dos enfermos de esta afección: Adrián Yevtishchev y cierto niño Fiódor Petrov, que vivía con él. “Tanto Yevtishchev como Fiódor tienen un pelo largo y liso que les cubre la frente, la nariz y las orejas”, decía el artículo.

Los peludos de Kostroma

Adrián Yevtishchev y Fiódor Petrov nacieron en pueblos vecinos cerca de la ciudad de Mánturovo, en la región de Kostromá, según el museo de historia local. Adrián estaba casado y tenía dos hijos, pero murieron jóvenes (no se sabe si padecían hipertricosis). La noticia de su extraño aspecto corrió como la pólvora por todo el país, incluido Moscú, donde los antropólogos se interesaron científicamente por él.

“Toda la cara de Yevtishchev, incluyendo párpados y orejas, estaba cubierta de un pelo fino, desgreñado y sedoso de color ceniza claro, de medio dedo de largo o más”, describió a Adrián el zoólogo Fiódor Brandt.

Adrián Yevtishchev y Fiódor Petrov

El destino puso en contacto a Adrián con el joven Fiódor, otro hirsuto nativo de Kostromá, cuando cierto empresario les invitó a actuar juntos en las ferias locales. Presentados como padre e hijo, el exótico dúo fue todo un éxito de público. Adrián tomó a Fiódor bajo su protección, le dio su apellido y se convirtió en su padre adoptivo. No se sabe qué había pasado con los verdaderos padres de Fiódor.

“El pelo de su cabeza era rubio oscuro, rojizo claro en la frente y amarillo grisáceo pálido en la parte inferior de la cara. En el torso y las extremidades, a excepción de las manos, los pies, el cuello y la cara interna de los brazos, el pelo era casi incoloro, grueso, de hasta 6 centímetros de largo”, es la descripción que hizo Brandt de Fiódor.

Vuelta al mundo

En 1883, Adrián y Fiódor fueron invitados a actuar en el extranjero. Rápidamente se convirtieron en las estrellas de los espectáculos de rarezas europeos, actuando en París, Berlín y otros grandes escenarios.

Sus apariciones hicieron ganar dinero al empresario no acreditado. Adrián se comportó como una auténtica diva, estipulando extras en su contrato, incluyendo, según se dice, chucrut y vodka. Parece claro que sus exigencias se cumplieron, ya que pronto murió de alcoholismo.

Sin embargo, Fiódor siguió actuando e incluso superando su triunfo europeo: el famoso empresario estadounidense Phineas Barnum invitó al ahora adolescente a unirse a su circo, que ya contaba con el general Tom Thumb, la “sirena de Fiji” y los gemelos siameses.

Fiódor encajó perfectamente en el conjunto, que Barnum proclamó como “El mayor espectáculo del mundo”. Apodado Jo-Jo, la fama del “niño con cara de perro” se extendió por toda América. Un periódico de Kentucky lo describió en 1886 como uno de los “freaks” más interesantes del mundo.

Además, Barnum inventó una leyenda escénica para el niño con el fin de intrigar aún más al ya fascinado público. Fiódor fue supuestamente encontrado por unos cazadores en mitad del denso bosque ruso, donde él y su peludo padre habían vivido en un agujero como animales salvajes. Según la rocambolesca historia, el padre, que parecía un lobo, se abalanzó sobre los cazadores y fue abatido en defensa propia, tras lo cual el hijo fue llevado a América y domesticado nada menos que por el propio Barnum. Para completar el efecto, Fiódor se vio obligado a gruñir, enseñar los dientes e incluso masticar carne cruda, para deleite del público.

Según los que conocieron personalmente a Fiódor, en realidad era un hombre educado y modesto. Llevaba una vida tranquila, sabía varios idiomas y le gustaba leer. En cuanto a esposa y familia, nunca consiguió tenerlas.

Después de casi 20 años de éxito, Fiódor se volvió cada vez más malhumorado y nostálgico, e incluso envió cartas a través del consulado ruso para conocer el destino de su madre. Pero Barnum reconocía una atracción estrella cuando la veía y no le dejaba marchar; Fiódor no tuvo más remedio que seguir actuando.

En 1903, durante una gira por Grecia, cayó enfermo de neumonía y murió.

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