Fue la primera aventura fílmica de James Bond rodada tras el colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría, pero la amenaza rusa seguía estando muy presente en la mente de los directores de Hollywood.
Esta vez James Bond lucha contra un sindicato del crimen organizado conocido como “Janus”, que se ha infiltrado en el alto mando militar ruso. Los villanos quieren destruir Londres con una poderosa arma láser satelital, y Bond es la última esperanza de la humanidad.
Estamos a mediados de la década de 1990 y Rusia, que sufre una crisis económica y política, está al borde de la guerra civil. A los Estados Unidos les preocupan las armas nucleares del país, en medio del caos, y envían su flota submarina a las costas rusas para tratar de controlar la situación, ya que la amenaza de una guerra nuclear mundial se cierne sobre el planeta.
De nuevo, estamos en la década de 1990 y Rusia está en una profunda crisis. Los moscovitas se congelan en sus apartamentos sin calefacción. El oligarca local Iván Tretiak, que quiere derrocar al débil presidente Kárpov, dirige toda la ira del pueblo hacia los estadounidenses, y multitudes furiosas asedian la embajada de Estados Unidos.
Nadie sabe, sin embargo, que Tretiak es el verdadero impulsor de la crisis. Sólo la científica Emma Russell y el ladrón profesional Simon Templar pueden detener al villano loco de turno.
La Guerra Fría ha terminado y Rusia se ha convertido en un aliado de confianza de Estados Unidos. Sin embargo, el líder de Kazajistán, el general Radek, sueña con restaurar la antaño poderosa Unión Soviética.
Después de que Radek sea capturado por fuerzas especiales conjuntas ruso-estadounidenses, un grupo de sus secuaces capturan el avión que transporta al presidente de EE UU y lo toman como rehén en un intento por recuperar a su propio líder.
A pesar de que el enemigo principal en la película es Kazajistán, ni un solo actor kazajo aparece en la película. Todos los antagonistas (desde los terroristas en el avión hasta los pilotos de aviones MiG enemigos) son rusos.
Según Hollywood, cualquier criminal que se precie debe intentar robar una bomba nuclear, al menos una vez en la vida, en la Rusia postsoviética. En esta película, el general Kodoroff se atreve a hacerlo y, después de robar un arma de destrucción masiva, sus acólitos intentan venderla a terroristas yugoslavos. El objetivo de estos se encuentra en algún lugar de Estados Unidos.
Parece que la única persona que puede detener al general ruso es el teniente coronel Thomas Devoe de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos, quien comienza su viaje por una Rusia desconocida y peligrosa.
Jack Ryan es un personaje creado por el novelista estadounidense Tom Clancy. En 1984 se embarcó en la legendaria La Caza del Octubre Rojo, una novela que se llevó a la gran pantalla en 1990.
En esta nueva historia, un grupo terrorista internacional trata de desencadenar una guerra total entre Rusia y EE UU. Los países llegan al punto de prepararse para intercambiar ataques nucleares y (como siempre) sólo Ryan puede salvar la situación.
En la cuarta parte de esta famosa franquicia, un terrorista llamado Cobalt hace lo que todos los enemigos de Rusia han soñado durante siglos: volar el Kremlin. Sin embargo, los rusos culpan erróneamente al agente estadounidense Ethan Hunt y a Estados Unidos por el crimen. Como siempre, los dos países se encuentran al borde de la guerra nuclear.
Para limpiar su nombre y evitar el conflicto, el agente Hunt necesita encontrar y detener a Cobalt antes de que los agentes especiales rusos lo capturen.
La película es un remake del film Red Dawn de 1984, que cuenta una invasión de EE UU realizada por tropas soviéticas. En la nueva versión, los soviéticos son reemplazados por norcoreanos. Sin embargo, pronto descubrimos que los agresores están respaldados por la Rusia ultranacionalista. Los estadounidenses tienen que enfrentarse, no sólo a los invasores coreanos, sino también a un grupo de spetsnaz ruso que aterrizó en su país.
Otras vacaciones para Jack Ryan en Rusia. Esta vez, el analista de la CIA debe impedir que el ministro del Interior de Rusia y un poderoso magnate provoquen un colapso económico en Estados Unidos.
Esta es una de las pocas películas en las que Hollywood muestra al Ejército ruso como una fuerza poderosa y moderna, y no como una horda obsoleta y ridícula.
El presidente ruso ha sido derrocado por un belicista ministro de Defensa y se le mantiene prisionero en una base naval en el norte de Rusia. Los estadounidenses envían en secreto a sus fuerzas especiales para rescatar al presidente y prevenir la Tercera Guerra Mundial.
Desafortunadamente, Hollywood no puede deshacerse de sus clichés: tres marines estadounidense, ellos solos, se cargan a tiros a decenas de soldados rusos.
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