¿Por qué algunos rusos odian a Dostoievski?

Cultura
OLEG YEGÓROV
No todos lo odiamos, por supuesto, pero el trabajo de Dostoievski sigue siendo polémico en su tierra natal. Aquí está el por qué.

“He releído todo Dostoievski en los últimos tres meses. Y no siento más que un odio casi físico hacia ese hombre”, dijo el político ruso Anatoli Chubáis durante una entrevista con el Financial Times en 2004. A Chubáis, un famoso liberal, le encantaría “despedazar a Dostoievski” por ”su idea de que los rusos son gente especial y santa, su culto al sufrimiento y las falsas opciones que ofrece”.

Chubáis no habla por todos los rusos, por supuesto, pero no es la única persona que considera a Dostoievski como tóxico y peligroso. Pero, ¿qué tiene el gran escritor que lo hace tan controvertido?

Un estilo más bien pobre

Los críticos de Dostoievski señalan dos argumentos principales para justificar su animadversión. El primero se refiere a su supuesta falta de estilo. “El periodista Serguéi Lébedev escribió en The Question (la Quora rusa): “‘Mal escrito’ era la principal critica que el propio Dostoievski recibió sobre sus libros. Tolstói pensaba lo mismo, enfatizando que algunas de las novelas de Dostoievski son flojas e ‘imperfectas en términos de técnica’”.

En comparación con la prosa rica y extravagante de Tolstói, algunas de las obras de Dostoievski parecen realmente pobres desde el punto de vista estilístico. A veces sus novelas incluso contenían descuidados errores. Por ejemplo, en Crimen y castigo mencionó una vez “una mesa redonda de forma ovalada”.

Esto sucedía en parte porque Dostoievski tenía problemas de dinero y se vio obligado a escribir sus obras rápidamente para llegar a fin de mes y evitar a los acreedores. Se quejaba irónicamente de esto: “Si me pagaran tanto como a [Iván] Turguénev [otro gran autor de la época], ¡escribiría igual de bien!”

Por supuesto, la técnica no es lo que atrae de Dostoievski a la mayor parte de la gente, sino más bien sus profundos conocimientos psicológicos y su talento para representar los rincones más profundos y oscuros del alma humana. Ernest Hemingway, quien abogó por una especie de prosa seca y lacónica, que era absolutamente opuesta a la de Dostoievski, mencionó esto en París era una fiesta: “¿Cómo puede un hombre escribir tan mal, tan increíblemente mal, y hacerte sentir tan profundamente”.

Universo de lunáticos

El segundo argumento utilizado por los críticos de Dostoievski se refiere al contenido concreto de sus obras. Los héroes de Dostoievski son a menudo personas profundamente pecadoras, devoradas por las pasiones y sufren terriblemente por ello. En Crimen y castigo, Raskólnikov asesina a un prestamista sólo para demostrar un hecho. En El idiota, Rogozhin duda entre amar al príncipe Mishkin como a un hermano y matarlo. En Los demonios, Stavroguin abusa de un niño.

Tomando en consideración la popularidad de Dostoievski, muchos temían que sus novelas ofrecieran una descripción pervertida de los rusos. Maxim Gorki, un famoso escritor del siglo XX, escribió: “Dostoievski es sin duda un genio, pero uno malvado. Sintió, entendió y retrató con placer las dos enfermedades del hombre ruso cultivado por nuestra fea historia... la violencia sádica de un nihilista que ha perdido la fe en todo y el masoquismo de una criatura oprimida... ¡pero esto no es todo lo que tenemos, hay algo más que bestias y ladrones dentro de nosotros! Y Dostoievski sólo los veía a ellos”.

Como escritor socialista, Gorki tenía sus razones para sentir animadversión hacia Dostoievski, monárquico ortodoxo, pero otros autores con puntos de vista completamente opuestos a los de Gorki han expresado puntos de vista similares. Vladímir Nabókov, que emigró de Rusia justo después de la Revolución de 1917, dijo en alguna de sus conferencias que la “galería de personajes de Dostoievski está formada casi exclusivamente por neuróticos y lunáticos”.

“No me gusta este truquito que usan sus personajes para ‘pecar en su camino hacia Jesús’ o, como dijo el autor ruso Iván Bunin más claramente, ‘derramar Jesús por todas partes’”, escribió Nabókov. A veces incluso llamaba a Dostoievski “un escritor de tercera clase cuya fama es incomprensible”.

Monárquico ultraconservador

Nabókov no se anduvo con rodeos al criticar a Dostoievski y también enumeró entre sus pecados la creación de “la fórmula suprema del egoísmo-Anticristo-Europa por un lado y la hermandad-Cristo-Rusia por el otro”, separando así a Rusia de Occidente y presentándola como una nación santa, amante de Dios, cuyo propósito es salvar al mundo con el cristianismo ortodoxo.

En las obras de Dostoievski, Rusia es un hito conservador que protege al mundo de la decadencia moral. Nunca hubo aprecio entre Dostoievski y los prooccidentales o liberales de su tiempo. “El liberal ruso es un lacayo ante todo, y sólo busca a alguien cuyas botas pueda limpiar”, escribió en Los demonios. No es de extrañar que, hasta el día de hoy, a muchos rusos liberales prooccidentales (como Chubáis) no les guste Dostoievski.

El genio sigue siendo un genio

Sin embargo, todas estas debilidades de la obra de Dostoievski no pesan más que sus méritos, por lo que el autor sigue siendo querido por millones de lectores, aunque no compartan todas sus creencias. Muchos autores internacionales famosos también son sus admiradores. Por ejemplo, el escritor estadounidense Jonathan Franzen dijo “fui a la escuela con Dostoievski”. El premio Nobel turco Orhan Pamuk asegura: “Dostoievski es un autor con el que tiendo a identificarme. He aprendido mucho de él”. 

Tal vez la mejor recomendación que se le dio a Dostoevski fue la de otro gran novelista ruso, el mismísimo Lev Tolstói. Nunca se conocieron y tenían puntos de vista muy diferentes, pero cuando Dostoievski murió, Tolstói escribió en su diario: “Ahora perdí una especie de pilar moral... me había confundido y luego entendí lo querido que era Dostoevski para mí y lloré, y estoy llorando ahora mismo”.

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